Moda

La extraña razón por la cual hay personas que llevan chanclas con calcetines blancos

España recibe una oleada de turistas que no solo traen ganas de sol y paella, sino también modas que hacen fruncir el ceño a más de uno

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Cada verano, España recibe una oleada de turistas que no solo traen ganas de sol y paella, sino también modas que hacen fruncir el ceño a más de uno. Entre ellas destaca una estampa inconfundible: los extranjeros paseando con chanclas y calcetines blancos. ¿Por qué alguien querría mezclar la frescura de unas sandalias con la calidez de unos calcetines? ¿Un error estilístico? ¿Una provocación? Nada de eso: detrás de este look tan discutido se esconde una larga historia que mezcla tradición, funcionalidad y hasta cierto aire de rebeldía.

Aunque a primera vista pueda parecer un atentado contra el sentido común, la costumbre de llevar calcetines con sandalias tiene raíces más profundas de lo que imaginamos. Y para descubrirlas, hay que viajar nada menos que dos mil años atrás, hasta la Antigua Roma.

Cuando los romanos ya lo llevaban

Lejos de los clichés modernos, resulta que los soldados romanos fueron pioneros en esta combinación. Sus famosas caligae, esas sandalias de cuero que vemos en películas de gladiadores, iban a menudo acompañadas de calcetines tejidos con lana. ¿La razón? Muy sencilla: el frío. Las campañas militares podían llevar a los soldados a territorios donde el clima no era precisamente mediterráneo, y añadir un calcetín a la sandalia significaba evitar sabañones, ampollas y congelaciones. Pura supervivencia.

Así que, aunque hoy nos cueste creerlo, nuestros antepasados ya habían resuelto el dilema entre la comodidad y el sentido práctico. Los calcetines, además, servían para amortiguar las rozaduras del cuero, algo fundamental cuando caminabas kilómetros y kilómetros con un legionario gritándote al oído.

La moda se adapta y cambia

Con el paso de los siglos, esta costumbre no desapareció. Durante la Edad Media, muchos viajeros y comerciantes, especialmente del norte de Europa, continuaron utilizando calcetines con sandalias para protegerse del frío y de los caminos llenos de piedras. Años más tarde, durante el Romanticismo, los viajeros europeos se convirtieron en verdaderos cronistas de las modas de otros países, y perpetuaron estereotipos que todavía hoy sobreviven, como que en climas cálidos “todo vale”.

En la actualidad, la industria turística ha heredado ese espíritu práctico. Los turistas extranjeros, especialmente los alemanes, británicos o nórdicos, priorizan la comodidad. Con temperaturas que en España alcanzan los 40 grados y calles abrasadoras, el calcetín actúa como una barrera contra las ampollas, la suciedad e incluso la arena ardiente. Y si a eso le añadimos la idea de que no todo el mundo está cómodo mostrando sus pies, la ecuación encaja bastante bien.

El fenómeno turístico

La imagen del turista con calcetines blancos y chanclas se ha convertido casi en un icono de la costa mediterránea. Para muchos españoles, es sinónimo de verano, guiris y crema solar factor 50. No faltan memes y bromas al respecto, pero curiosamente, esta tendencia ha saltado incluso a las pasarelas. Diseñadores internacionales han reinterpretado el look “chancla con calcetín” en desfiles, dándole un aire moderno y hasta rompedor.

Algunos defienden que se trata de un gesto de rebeldía contra las normas clásicas del buen gusto, otros creen que es simplemente la pereza hecha moda, y hay quien opina que responde a una mentalidad puramente funcional: no hay nada peor que un pie sudado resbalando en la sandalia todo el día.

Entre la risa y la aceptación

Aunque para muchos españoles siga siendo algo chocante, la verdad es que la moda no siempre busca la belleza, sino la utilidad. Y aquí, las chanclas con calcetines cumplen varias funciones a la vez: protegen del calor excesivo del suelo, evitan rozaduras y permiten moverse sin renunciar a la ventilación. Si lo piensas, no es tan descabellado.

Además, la cultura popular ya ha integrado este fenómeno hasta hacerlo casi entrañable. Cada año, cuando vemos llegar a los primeros turistas luciendo con orgullo sus calcetines blancos en la playa, sabemos que el verano ha comenzado de verdad.

Lo cierto es que la funcionalidad casi siempre termina ganando la partida a la estética. Y aunque muchos se sigan preguntando cómo es posible que alguien mezcle chanclas y calcetines blancos, la respuesta es tan sencilla como rotunda: porque funciona