«Voy a aprovechar al máximo esta oportunidad». Así ha sido la inclusión laboral de dos jóvenes con discapacidad

Jesús Casas tiene 24 años, es de San Fernando, Cádiz. Es un apasionado de los deportes de motor y, durante el pasado verano, encontró su primera oportunidad dentro del mercado laboral como empleado en una gasolinera en el barrio gaditano de Puntales. «Voy a aprovechar esta oportunidad al máximo», asegura con una confianza e ilusión palpables.

Las personas con discapacidad intelectual, como él, siguen enfrentándose a barreras a la hora de encontrar trabajo. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, la tasa de empleo de este segmento de la población no llega al 18%. Esto significa que hay más de un 82% de personas con discapacidad intelectual en edad de trabajar que no lo hacen.

«Hay que romper esa brecha con campañas de concienciación para el ámbito empresarial y la sociedad en general», apunta Pedro Martínez, asesor de Empleo y Formación en DOWN ESPAÑA. «Las personas con discapacidad intelectual pueden desarrollar perfectamente muchos puestos de trabajo y, de hecho, van a volcar todo su afán en ellos». Por su experiencia, apunta que «a una persona con discapacidad intelectual le cuesta muchísimo llegar a un puesto de trabajo y, claro, lo valoran muchísimo. Por tanto, van a intentar conservar esa oportunidad empleándose a fondo».

Hasta hace poco, el tipo de puestos de trabajo a los que podían optar las personas del colectivo eran muy reducidos y estaban limitados a sectores como la hostelería o la jardinería. Sin embargo, cada vez más empresas son conscientes de que es necesario abrir el abanico y trabajan mano a mano con las asociaciones para brindarles nuevas oportunidades laborales. Y así, Jesús y otras personas con discapacidad intelectual o síndrome de Down han encontrado empleo a través de un nuevo convenio acordado entre el programa Empleo con Apoyo de DOWN ESPAÑA y Repsol.

Nadia Poveda, de 31 años, también comenzó a trabajar en una estación de servicio, en este caso, en Puerta Tierra (Cádiz). «Me gusta trabajar porque me gusta aprender cosas nuevas», expresa, con una sonrisa. Sus labores van desde encargarse de la limpieza hasta trasladar bombonas de butano, pasando por reponer la tienda. «Los clientes están muy contentos, muchos vuelven para saludarme», celebra. A Jesús también le sucede algo similar: «Hay un cliente que solo viene a verme a mí para que le ponga el café con leche condensada. Si no estoy yo, no viene».

Carolina Rodríguez, técnico de empleo con apoyo en DOWN CÁDIZ, conviene: «Este tipo de proyectos supone un crecimiento personal tanto para ellos como para el resto. Las personas a su alrededor aprendemos a nivel humano. Yo me quedo con la sonrisa que surge en los clientes cuando llegan a la estación. ¡Creo que fidelizan clientes con ellos!», ríe. Ella es la coordinadora que acompaña a ambos jóvenes en su aventura laboral. Su misión es «estar a tiempo completo con ellos, al principio», para ayudarles a adaptarse al empleo y a la plantilla. «Cuando van progresando, nos vamos retirando hasta dejarlos solos para que trabajen con total autonomía», señala.

«Jesús se ha adaptado perfectamente», incide Jesús Carmona, responsable de ambas estaciones de servicio. «Es una persona muy simpática, muy alegre. Empezó poco a poco aprendiendo sus tareas con ayuda de su coordinadora y después se le incluyó en el cuadrante. Ahí tiene las tareas que debe hacer en el día y, cuando termina, siempre pregunta “¿qué más puedo hacer?”. Siempre quiere hacer cosas. La plantilla está contentísima con él y no se le pasa despedirse de ningún cliente».

Además del aprendizaje en el puesto de trabajo, la inclusión de las personas con discapacidad intelectual en las empresas genera mejoras en su entorno familiar y social. Mari Carmen Muñoz, madre de Jesús, relata que desde que su hijo está trabajando «tiene la autoestima más alta» y revela que «es algo que creía que no iba a pasar». Pero él «es un niño luchador porque su vida es una lucha constante. Tiene colegio, rehabilitación en el centro de DOWN y, ahora, trabajo. Le notamos más maduro, más feliz. Me gustaría que todas las empresas apoyaran más a estas personas y les dieran una oportunidad para que puedan sentir que su vida está más normalizada».

Por su parte, Mila Leal, la madre de Nadia, expresa que «desde que empezó a trabajar, la vemos más feliz, más independiente y más capacitada. Es como si hubiera madurado mucho en muy poquito tiempo. Ella está muy contenta porque ve que por fin puede hablar con sus hermanos sobre temas laborales. Incluso, ellos le dicen “¡este domingo vas a pagar tú el desayuno, que ya trabajas!”, y eso para ella es un subidón de autoestima», apunta. Además, relacionarse con personas que no son de su colectivo «le está viniendo genial también» porque «cuando salen de su burbuja, dan lecciones de empatía a quienes no están acostumbrados a tratar con personas como Nadia, que es buena, que ilumina el día. Que tiene una especie de magia».

En los últimos cinco años, más de 600 personas con síndrome de Down o discapacidad intelectual han sido contratadas en España a través de Empleo con Apoyo. Pedro Martínez recalca que estos proyectos son fundamentales para la «autodeterminación» de las personas con discapacidad. Mantener un empleo «les va a dar la posibilidad de gozar de la mayor autonomía que les sea posible». Y así, el empleo «es una herramienta, no un fin en sí mismo, porque a partir de este viene una vida independiente: alquilas un piso, vienen amigos, pareja… Una vida lo más normalizada posible donde pueden tomar sus propias decisiones, ese es el objetivo final. Por eso, es importantísimo trabajar para que cada vez más empresas apuesten por esta fórmula de empleo».