Opinión
Aprovechategui
Aprovechategui. La acusación de Rajoy a Rivera ha sido la señal. No hay piedad para los naranjas, las hostilidades y las «hostialidades» están bendecidas por el Presidente. De él hacia abajo barra libre que se avecinan elecciones. Esto no ha sido el «Grândola vila morena» en Radio Renascença, aquí la orden se ha dado sin sutilezas de buena mañana en el Congreso de los Diputados disparando con la pólvora del CIS. Para dotar de más connotaciones ha utilizado una expresión de eso que los enterados de hace tiempo llamaban «euskañol» y poniendo como ejemplo al PSOE. Las negociaciones con el PNV a Rajoy le hacen sentir la política de toda la vida y se le quedan pegadas las «coñás» a la retranca para lanzar el dardo donde duele y como duele. Desde que le ofreció el tractor a Aitor Esteban Rajoy tenía claro que prefiere una comida, café y copa con Ortuzar que un rato con Rivera. Que prefiere una reunión con Pedro Sánchez que un rato con Rivera. Esto no va de repartir la herencia del centro-derecha español, aunque los pesados que ven a la UCD en Génova se han convertido en legión, esto va de ganar en ese yacimiento mayoritario de votos. Saquen lo que saquen sus partidos en las próximas generales uno de los dos personajes va a desaparecer.
El combate es largo y abusar de los golpes de efecto tiene sus riesgos porque la creatividad en política es finita. Ha acusado el golpe Rivera y ha respondido con el anuncio de que retira el apoyo al Gobierno en la aplicación del 155. Esto es un tanto extraño porque no hay documento que certifique el apoyo, es la política de palabra, es el pues «ahora te vas a enterar». Ya tenemos titular ¿Y? Nada. Si todo sale según está previsto, la semana que viene habrá una investidura en Cataluña, saldrá un president, formará un gobierno y el 155 será historia.
Cuando cunda la serenidad se podrá hacer una análisis de una decisión difícil que tomó el Gobierno después de consultar a las fuerzas constitucionalistas y que ha permitido el normal desarrollo de la vida de los catalanes en un tiempo en el que sus mandatarios jugaron a los países y se olvidaron de su casa. No tenía sentido jurídico ni político que el Gobierno recurriera el voto delegado de Puigdemont y Comín como reclamaba Ciudadanos antes de salir a los pasillos poseídos por la afrenta. El hilo fino de los juristas finos y la cabeza de la aguja que ha dejado Torrent van a permitir enhebrar la vía institucional catalana. No habrá méritos, pero que nadie escupa sobre los que han trabajado duro este 155.
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