Fármacos para la erección

Como norma general, la disfunción eréctil (DE) puede tratarse con mayor o menor éxito con las opciones de tratamiento farmacológico actual, pero no puede curarse. Muchos pacientes se sorprenden cuando les informamos de este hecho. La DE es, en muchos casos, reflejo de un problema cardiovascular y metabólico del varón. Muchos pacientes son hipertensos, diabéticos, obesos, con poca actividad física... lo que repercute sobre las arterias del pene, incluso con años de antelación, precediendo a patologías cardiovasculares que aparecen en años posteriores.

Las únicas causas curables son: la psicógena, la arteriogénica postraumática en pacientes jóvenes y las causas hormonales en las que los bajos niveles de testosterona se pueden regular con un tratamiento específico. La mayoría de los hombres con DE son tratados con opciones terapéuticas que no son específicas de la causa. En este contexto, el diálogo médico-paciente es esencial para seguir un abordaje que tenga en cuenta la eficacia, seguridad, el coste y las preferencias del paciente.

En Europa disponemos de cuatro potentes fármacos orales y uno en espray oral para su tratamiento. Son los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 que actúan sobre las vías celulares en las arterias del pene. Junto al óxido nítrico, producen una relajación del músculo liso de los cuerpos cavernosos del pene produciendo la erección. Al aumentar el flujo sanguíneo arterial que conduce a la compresión de las venas peneanas, impide la pérdida de sangre del pene y permite la penetración. Estos fármacos requieren de estimulación sexual para facilitar la erección; dato importante puesto que sin ella será difícil una erección adecuada. Estos cuatro fármacos son el sildenafilo (la Viagra), el tadalafilo, el vardenafilo y el avanafilo.