¿Qué enfermedades pueden olfatear los perros?

Los perros, con su extraordinario sentido del olfato, han sido objeto de fascinación y estudio durante mucho tiempo. Se estima que su capacidad olfativa es mil veces más sensible que la de los humanos. De hecho, un perro tiene más de 220 millones de receptores olfativos en la nariz, mientras que los humanos solo tienen 5 millones. Esto les permite detectar una amplia gama de sustancias y objetos, por lo que son de gran utilidad a la hora de rastrear drogas, armas, bombas y personas de interés.

Algo que ha captado la atención de la comunidad científica desde hace años es si esta misma habilidad para rastrear olores en el entorno, podría aplicarse al diagnóstico de enfermedades. En teoría, cuando un humano enferma, su olor corporal cambia. Evidentemente, este cambio sería absolutamente imperceptible para otro ser humano, sin embargo, sí que podría ser detectable por los perros gracias a su agudo sentido del olfato.

Y las evidencias sugieren que puede ser así en muchos casos. Desde 1989, cuando se informó por primera vez de un perro que alertó a su dueño sobre un melanoma al oler y morder un lunar persistentemente, la idea de que los perros podrían usarse como herramientas de diagnóstico ha ganado credibilidad. Y desde entonces, se han implementado algunas terapias con perros con éxito, como al detectar subidas y bajadas en los niveles de azúcar en pacientes diabéticos, etc

Recientemente, se publicó un estudio titulado “Detección de enfermedades mediante la olfacción canina: Una revisión sistemática”, que intentó determinar hasta qué punto es confiable la capacidad del olfato de los perros para detectar enfermedades. La idea para esta investigación surgió cuando se le preguntó a una de las autoras, Courtney Daigle, de la Universidad de Texas A&M, si era factible entrenar a los perros para detectar la enfermedad respiratoria bovina, una afección común en el ganado de engorde.

Para averiguarlo, Daigle y su equipo realizaron un metanálisis de 58 estudios anteriores en los que se había entrenado a perros para detectar enfermedades o afecciones de salud en humanos, otros animales o plantas. Y al parecer, los resultados del estudio fueron bastante prometedores:

¿Qué enfermedades pueden detectar?

La medición se llevó a cabo en términos de sensibilidad (la cantidad de veces que los perros pudieron detectar la muestra de la enfermedad), especificidad (la cantidad de veces que pudieron identificar correctamente una muestra sana) y precisión (el total de muestras que pudieron clasificar correctamente). Aiden Juge, estudiante de doctorado y adjunto a Daigle, declaró: "Para las tres métricas, encontramos un promedio en los 90 por ciento".

En los estudios realizados, se descubrió que el tipo de enfermedad influye en la habilidad de detección de los perros. Resultó ser más efectiva la detección de cánceres y afecciones bacterianas que, de condiciones crónicas como convulsiones, apnea del sueño y diabetes. En el caso de afecciones de salud crónicas, los resultados fueron clasificados de inconsistentes. Estas inconsistencias podrían deberse a que los perros en estos estudios fueron entrenados para centrarse en el aroma específico de su dueño… y al probar sus habilidades en personas desconocidas, su precisión no fue tan fiable.

Los investigadores también plantearon la posibilidad de que los perros percibiesen sutiles señales o patrones en el lenguaje corporal de los adiestradores, lo que podría afectar los resultados del estudio. Sin embargo, y a pesar de las posibles limitaciones, los perros podrían ser una herramienta útil para facilitar la detección de enfermedades en contextos donde no se disponga de los recursos o el tiempo para realizar pruebas de laboratorio. "Los perros son muy buenos para analizar muchas muestras rápidamente", explicó Courtney Daigle. "Podrían proporcionar una buena prueba de detección de primera línea para identificar a las personas que pueden necesitar pruebas de laboratorio más precisas".

Tal y como explican los investigadores, se requiere más investigación para determinar con precisión cómo y cuándo se pueden emplear de manera más efectiva las habilidades olfativas de los perros en la detección de enfermedades. Una vez que se haya acumulado suficiente evidencia científica y se haya alcanzado un consenso en la comunidad médica y científica, los perros podrán convertirse en una parte regular y aceptada de la medicina humana o veterinaria.