Salud

Sesgo de género en medicina: las mujeres con arterias obstruidas en las piernas están infratratadas

Esta enfermedad asociada al riesgo de sufrir ataques cardiacos se diagnostica menos en pacientes femeninas, según un estudio publicado en la revista de la Sociedad Europea de Cardiología

Los síntomas que no conoces de que las arterias de tus piernas están obstruidas
Síntomas que puedes no saber y que indican que las arterias de tus piernas están obstruidasFreepik

Más de 200 millones de personas en todo el mundo padecen arteriopatía periférica: una afección que se manifiesta en arterias obstruidas en las piernas. Al restringirse el flujo sanguíneo, esta patología aumenta el riesgo de sufrir infartos de miocardio e ictus y, sin embargo, se encuentra infradiagnosticada e infratratada en las mujeres.

Así, los tratamientos para la enfermedad arterial periférica se desarrollaron en gran medida en los hombres y son menos eficaces en las mujeres, según una investigación publicada en el European Heart Journal, una revista de la Sociedad Europea de Cardiología. El estudio destaca las razones biológicas, clínicas y sociales por las que la enfermedad puede pasar desapercibida en las mujeres, que responden peor al tratamiento y tienen peores resultados clínicos.

Principales síntomas de que las arterias de tus piernas están obstruidas

Los principales síntomas de la arteriopatía periférica (EAP) son dolor, fatiga, ardoro molestia en los músculos de los pies, las pantorrillas o los muslos. Estos síntomas por lo general empiezan durante el momento del ejercicio o la caminata y desaparecen después de varios minutos de reposo.

Se trata de un síndrome muy común que afecta a un importante volumen de población adulta en todo el mundo. Sin embargo, se vuelve más prevalente con la edad, particularmente después de los 50 años hasta afectar a más del 25% de las personas mayores de 70 años.

Las mujeres tienen menos probabilidad de recibir la medicación recomendada

"Es necesario comprender mejor por qué no conseguimos corregir la diferencia de resultados sanitarios entre sexos", afirma Mary Kavurma, autora del estudio y profesora asociada del Instituto de Investigación Cardiológica de Australia.

"Esta revisión abarca no sólo las razones biológicas, sino también cómo pueden influir los servicios sanitarios y el papel de la mujer en la sociedad. Todos estos elementos deben tenerse en cuenta para poder dirigir métodos más eficaces de diagnóstico y tratamiento a las mujeres con EAP", advierte.

Las pruebas sugieren que el número de mujeres que padecen esta enfermedad es igual o mayor al de los hombres, pero que están infradiagnosticadas e infratratadas. Es decir, que existen "desigualdades de género en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad arterial periférica", según esta revisión.

El principal escollo es que las mujeres no suelen presentar los mismos síntomas que los hombres o no en la misma intensidad. En su caso, tienen menos probabilidades de padecer claudicación intermitente. Esto es: dolores leves y calambres en las piernas al caminar que se alivian en reposo. No obstante, este signo puede considerarse una "un criterio de inclusión" y suele exigirse la presencia de claudicación intermitente para emitir el diagnóstico, aunque sea menos frecuente en las mujeres.

Por contra, ellas manifiestan el doble de probabilidades de presentar ITC. Así, la investigación indica que las hormonas parecen desempeñar un papel en la detección de las arterias obstruidas de las piernas, ya que las mujeres tienden a mostrar los síntomas típicos (como la claudicación intermitente) después de la menopausia.

Además, el índice tobillo-brazo, que compara la presión arterial en las extremidades superiores e inferiores, se utiliza para el diagnóstico. Sin embargo, es menos preciso en las personas asintomáticas o con músculos de la pantorrilla más pequeños, como las mujeres.

Tratamiento de la arteriopatía periférica

El tratamiento de la arteriopatía periférica incluye medicación, ejercicio y cirugía. Su objetivo es controlar los síntomas y reducir el riesgo de ulceración, amputación, infarto de miocardio e ictus. Pero las mujeres tienen menos probabilidades que los hombres de recibir la medicación recomendada y responden peor a la terapia de ejercicio supervisado.

Además, el estudio señala que las mujeres tienen menos probabilidades de someterse a cirugía y más de morir tras una amputación o cirugía abierta que los hombres. En cuanto a las razones de las desigualdades mencionadas, los factores biológicos pueden contribuir a las diferencias de sexo en la presentación de la enfermedad, su progresión y la respuesta al tratamiento.

Por ejemplo, las mujeres tienen un mayor riesgo de coágulos sanguíneos (una de las causas de la arteriopatía periférica) y vasos sanguíneos más pequeños, mientras que los anticonceptivos orales y las complicaciones del embarazo se han relacionado con tasas más elevadas de arteriopatía periférica.

El documento también menciona el escaso conocimiento del riesgo de arteriopatía periférica en las mujeres entre los profesionales sanitarios y las propias mujeres. "El personal sanitario tiene menos probabilidades de reconocer la arteriopatía periférica en las mujeres que en los hombres, y las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de ser diagnosticadas erróneamente de otras enfermedades, como trastornos musculoesqueléticos", indican.

"Las mujeres tienden a minimizar sus síntomas"

Además, Kavurma señala que las mujeres tienden a minimizar sus síntomas y es menos probable que hablen de la arteriopatía periférica con su médico. En los últimos 10 años, sólo un tercio de los participantes en ensayos clínicos sobre el tratamiento de la arteriopatía periférica eran mujeres. El artículo afirma que "también hay indicios de que las pacientes obtienen mejores resultados cuando son tratadas por mujeres".

La profesora asociada Kavurma insta a las mujeres a no ignorar los síntomas: "Preste atención a los dolores y molestias en las pantorrillas al caminar o en reposo. Pregunte a su médico qué probabilidades hay de que padezca arteriopatía periférica. Las mujeres tienden a seguir adelante y a atribuir el dolor de piernas a que llevan una vida ajetreada. Tienen que parar y escuchar a su cuerpo", recomienda. Y concluye alertando de la necesidad de incluir a más mujeres en los ensayos clínicos para permitir mejorar los tratamientos.