Peligros
Los efectos de la lava del volcán de La Palma al entrar en contacto con el mar
Las autoridades han pedido a los ciudadanos de los pueblos cercanos que no salgan de su casas para protegerse de la ceniza y de los gases que puede emanar el océano
Después de 10 días de erupción, la lava del volcán de La Palma ha llegado al mar sobre la medianoche de este martes al miércoles (las once de la noche, hora de Canarias). En concreto lo ha hecho en el entorno de la playa de Los Guirres, en su zona norte, donde se precipita de un acantilado de cerca de 100 metros de altura.
El material volcánico ha caído sobre el agua salada formando una gran columna de humo que ha liberado ácido clorhídrico en el ambiente. Las autoridades han pedido a los ciudadanos de los pueblos cercanos que se confinen y que no salgan de su casas para protegerse de la ceniza y de los gases que puede emanar el océano.
El Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) a través de su cuenta de Facebook, explica que el encuentro de la lava con el magma, con una temperatura superior a los 1.000ºC, con el mar, con una temperatura entorno a los 20ºC, se produce un choque térmico que genera columnas (penachos) de vapor de agua cargados con ácido clorhídrico (HCl) como consecuencia del importante contenido de cloruro (Cl-) en el agua de mar. Estas columnas de vapor de agua, de un color blanquecino, también contienen a su vez diminutas partículas de vidrio volcánico como consecuencia de la reacción que se produce entre la lava y el agua de mar.
Estas columnas de vapor de naturaleza ácida como consecuencia de la generación de ácido clorhídrico (HCl) representan un peligro local –bien delimitado- para las personas que visitan o se encuentran en la zona costera dónde se produce ese encuentro entre la lava y el mar. No se trata de una columna o penacho volcánico tan energético como el que tiene lugar en el cono volcánico donde se está produciendo un jet de gases volcánicos ácidos que se inyectan a la atmósfera con tanta energía que llegan a alcanzar los 5 km de altura. Por lo tanto, las columnas de vapor generadas por el encuentro entre la lava y el mar son unos penachos volcánicos menos energéticos. El régimen de vientos en la zona dónde se producen estos penachos volcánicos costeros contribuye a la dispersión de estas columnas, pero el peligro que representan es muy local, en el entorno del área donde se produce el encuentro de la lava con el mar.
Los expertos de Involcan aclaran que la inhalación o el contacto de gases y líquidos ácidos pueden irritar tanto la piel como los ojos. También podría provocar diferentes dificultades respiratorias. Principalmente a aquellas personas con enfermedades respiratorias preexistentes, a quienes se les recomienda que no salgan de sus hogares salvo que sea estrictamente necesario. Para poder protegerse tanto de las cenizas como de los gases, las autoridades han pedido a los vecinos que se encuentren cerca de la costa que eviten los espacios abiertos. En caso de que sea estrictamente necesario salir de casa recomiendan salir a la calle con la cabeza cubierta, protegerse la piel con ropa larga y usar gafas con protección lateral para que el ácido clorhídrico no entre en contacto con los ojos. También se recomienda llevar mascarilla para evitar problemas respiratorios, guantes y zapatos cerrados.
También desde el Ministerio de Ciencia, se observa como la llegada de la lava al mar pueda afectar al suelo marino y al ecosistema. El Instituto Geográfico Nacional explica que el magma, antes de convertirse en lava, contiene gases disueltos con una proporción en peso que puede llegar al 5%. Al incorporar agua procedente del mar o de acuíferos, la cantidad de gas disponible puede aumentar considerablemente. Los componentes principales del gas volcánico son: agua, casi el 80%, dióxido de carbono (CO2), anhídrido sulfuroso (SO2), y ácido sulfhídrico (H2S) y ya en mucha menor proporción hidrógeno (H2), cloro (Cl) o flúor (F).
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