Pandemia

De alta y con covid persistente: el calvario de los afectados

Cuando termina su periodo máximo de incapacidad temporal laboral, se quedan sin prestación y tienen que volver a trabajar

Estela, junto a su fisioterapeuta David: «Hay días que soy incapaz de levantarme de la cama. No puedo leer ni ver series porque ya no tengo memoria. Cada día es volver al punto de partida»
Estela, junto a su fisioterapeuta David: «Hay días que soy incapaz de levantarme de la cama. No puedo leer ni ver series porque ya no tengo memoria. Cada día es volver al punto de partida»©Gonzalo Pérez MataLa Razón

En España, según la evidencia clínica y los datos recogidos por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y otras 49 sociedades médicas más, hay entre 750.000 y un millón de personas con covid persistente. Esto es, entre un 10 y un 15% de las personas que han pasado la covid en algún momento en este año y ocho meses de pandemia.

Unas cifras que no acepta el Ministerio de Sanidad, que considera que el porcentaje de afectados estaría en torno a un 5%, es decir, unas 250.000 personas. Tampoco acepta la consideración de “covid persistente” como enfermedad en sí, sino que niega la evidencia relegándolo a la denominación de secuelas de la covid. La diferencia entre ambos conceptos es clave, dado que la covid persistente es, como define la Guía Clínica de Atención al paciente con long covid, elaborada por 50 sociedades científicas, las principales de España en todas las patologías implicadas en el abordaje de la enfermedad, “un complejo sintomático multiorgánico que afecta aquellos pacientes que han padecido la infección (con diagnóstico confirmado por pruebas de laboratorio o sin él), y permanecen con sintomatología tras la considerada fase aguda de la enfermedad, pasadas de cuatro a 12 semanas después, persistiendo los síntomas en el tiempo”.

Una guía, considerada por muchos expertos de mayor calidad y más completa y ejecutiva que la elaborada por el NICE (Sistema Nacional de Salud de Reino Unido, por sus siglas en inglés) y sobre la que Sanidad no ha querido saber nada. “Para todos los que hemos colaborado en su elaboración fue muy descorazonador saber que Sanidad no quería refrendar este trabajo ni implicarse en su distribución. Si lo ha hecho el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que la ha enviado a todas las delegaciones provinciales como herramienta de trabajo”, señala Lorenzo Armenteros, presidente de la SEMG. “Sanidad está minimizando la problemática de las personas con covid persistente, en su mayoría personal sanitario pero también profesionales esenciales que se mantuvieron al pie del cañón en primera línea en los meses más duros de la pandemia. Es algo que no se puede consentir”, denuncia.

Perfil: mujeres cuidadoras

El retrato robot del paciente con long covid en España está muy claro y definido.El 79% son mujeres de una media de 49 años que trabajan en el ámbito sanitario o en el de los servicios esenciales (limpieza de centros sociosanitarios, trabajadoras de residencias, cajeras de supermercado, entre otros), además de todas aquellas que asumieron la labor de cuidar de sus mayores en un momento en el que el SNS estaba colapsado. Personas que, además, se contagiaron con mayores cargas virales porque estaban en primera línea en momentos en los que no había medidas de protección. “Se sabe que los casos más graves de síntomas persistentes -afectación neurológica, fatiga crónica, fibrosis pulmonar, malestar general, dolor muscular y articular, entre otras muchas- son de personas que se contagiaron entre marzo y abril de 2020, mientras desempeñaban su trabajo. Es decir, que la misma administración que no les protegió mientras arriesgaban su vida y ponían en riesgo la de los suyos, ahora minimiza sus problemas”, añade.

A trabajar, enfermo

También se ha observado que las personas que padecen esta enfermedad pueden presentar depresión, confusión, pérdida de memoria o dificultad para hablar o escribir. Todas estas dolencias se vuelven, en muchos casos, crónicas, ya que no existen tratamientos específicos.La Seguridad Social, está dando de alta a la mayor parte de enfermos de covid persistente, sin concederles ningún tipo de pensión por incapacidad laboral al finalizar el período máximo de incapacidad laboral temporal. Son pocos los que están consiguiendo que se reconozca esta incapacidad, y los que lo consiguen siempre es teniendo que acudir a los tribunales.

Antonio Sanmartin tiene 56 años y trabajaba de encargado en una fábrica. Hace 14 meses se infectó de covid y estuvo ocho días en casa con control telefónico y 9 ingresado en el hospital con una neumonía bilateral que le causó una prostatitis. De eso se recuperó, pero dolor de cabeza intenso y demoledor que experimento desde el primer día con la infección le sigue acompañando hoy por hoy. “Me dieron una baja de 12 meses y, durante ese tiempo, mi médica de cabecera estuvo muy implicada, preguntando siempre por mi estado. Al finalizar la baja me citaron en la inspección técnica y consideraron que mis cefaleas no podían ser producto de la covid, que tenían que estar relacionadas con otra cosa”.

Pese a que está demostrado que la cefalea es uno de los síntomas persistentes más frecuentes–que padece más del 85% de los afectados– los especialistas admiten que puede confundirse con una cefalea tensional. “Sacaron un informe médico mío de hace nueve años en el que tuve un episodio puntual de algo podría ser una migraña y me dijeron que esa debía ser la causa. Les expliqué que el dolor de cabeza que sentía no tenía nada que ver con lo que me pasó hace nueve años, que este dolor lo padezco desde que tuve la infección por covid, y que lo he tenido 24 horas al día los siete días de la semana desde hace 14 meses”. Pero no sirvió de nada, a los dos días tenía el alta y tuvo que reincorporarse.

Dado que su trabajo es moverse entre máquinas para supervisar la producción, el ruido le provocaba un dolor insoportable. Si probaba a trabajar con el ordenador, a los 20 minutos ya no veía las letras. «Muchos días me he ido llorando de la fábrica; mis jefes y mis compañeros me dijeron que no podía estar trabajando así, que volviera a solicitar una baja. Lo he hecho, la he solicitado por contingencia común, por una cefalea tensional que sé que no es lo que tengo, pero es la única opción que tengo para conseguirla. Mañana sabré si me la conceden». explica con preocupación.

El de Antonio es solo un ejemplo del calvario que viven miles de personas en España a diario. “Son gente joven, en edad de desarrollar su carrera, que quiere trabajar pero que no puede hacerlo porque tiene limitaciones funcionales graves”, señala Armenteros. “Aun así, al terminarse sus opciones de mantenerse de baja, se ven obligados a reincorporarse en un estado de salud deficiente, lo que pone en riesgo su recuperación y agrava aún más su condición”, concluye. La Administración les abandona.

Del aplauso al olvido

Hasta marzo de 2021 se habían producido en España 1,23 millones de bajas por contagio de covid (33,24% del total de bajas). La incidencia fue diferente por sectores de actividad, destacando la actividad sanitaria como sector más afectado -en 2020, 119.794 bajas por infección y 211.952 por contacto o aislamiento-.

A día de hoy, los trabajadores sanitarios siguen peleando porque la covid y la covid persistente se consideren enfermedad profesional.Una lucha estéril por ahora ya que, aunque la prestación que reciben por su baja se asimila a la correspondiente a un accidente laboral (75% de su salario o incluso el 100%), no lo es a efectos de protección. “Es una negación más de la evidencia de la covid persistente”, señala Laura, especialista de un hospital de Madrid, que prefiere mantenerse en el anonimato. “Me contagié el 9 de marzo de 2020. La etapa aguda de la infección la pasé como una gripe leve. Me reincorpore al trabajo el 25 de abril, con toda mi energía y mis ganas. Pero me empecé a encontrar fatal: fatiga extrema, dolores musculares insoportables y una niebla mental que no me dejaba concentrarme en ninguna actividad. Estuve una semana trabajando, y me dieron la baja”, explica.

Después de 17 meses de baja (doce meses de incapacidad temporal + cinco de la prórroga que le concedió el INSS), en los que a días podía hacer algo de vida normal mientras otros no podía levantarse de la cama, se tuvo que reincorporar a su puesto en el hospital a finales de agosto. “Estuve preparándome para la vuelta con toda la ilusión y la energía de la que era capaz, pero no es suficiente. Aguanto las jornadas como puedo, y cuando llego a mi casa me paso el resto del día tumbada en la cama tratando de recuperar fuerzas para el día siguiente”, explica.

“Cuando volví me dijeron desde salud laboral que la intención es que fuera una incorporación paulatina y saludable, pero con la saturación que tenemos en los hospitales hoy en día eso es imposible. Lo que yo no pueda hacer, cae sobre las espaldas de mis compañeros, y eso te provoca mucho estrés. Es un círculo vicioso”, señala impotente. Laura tiene una afectación neurológica “de manual”, que se ha catalogado como tal en diversos estudios sobre los posibles efectos de la infección en el organismo. Se sabe que se provoca por una respuesta inmunológica “exagerada” ante la infección, o bien generando auto- anticuerpos o bien provocada por la propia inflamación.

Aún así, su baja ha sido desde el principio por contingencia común, aunque a efectos de prestación estuviera asimilada a accidente laboral. “Una cosa es el dinero que cobres, que es importante pero no es suficiente. Con eso no se “compra” la protección y la seguridad que debería respaldarnos y que nunca han querido conceder: la de considerar tanto la covid como la covid persistente enfermedad profesional”, matiza. “Yo no sé cuánto tiempo voy a estar así, ni si en algún momento se dispondrá de un tratamiento efectivo que me ayude a paliar los síntomas. Hace un año que reclamé el cambio de contingencia y aún no he recibido respuesta por parte de la Administración; he perdido la esperanza”, afirma. Los casos que conoce en su entorno han recibido una respuesta denegatoria, “y, de los que van a juicio, solo conozco a una persona que haya ganado”.