Pediatría

La pandemia de los niños se abre paso tras la covid

El virus respiratorio sincitial, la gripe y el estreptococo experimentan un inusual comportamiento desde que nos quitamos las mascarillas

Niño hospitalizado
Niño hospitalizadoDreamstimeDreamstime

Aunque las probabilidades de contagiarse de Covid-19 son las mismas para los niños y para la población de adultos mayores, estos últimos han sido los que han sufrido los estragos más atroces desde que comenzó la pandemia debido a que han presentado una peor evolución clínica y a que han sido más susceptible a desarrollar manifestaciones graves. Así, durante los momentos álgidos de esta crisis sanitaria, han sido las principales víctimas mortales. En los niños, en cambio, el impacto de las sucesivas olas ha sido mínimo. En general, han cursado sin síntomas o con síntomas leves sin llegar a desarrollar formas graves de la enfermedad. Para ellos, la “verdadera pandemia” ha llegado cuando, por fin, hemos conseguido ganarle el pulso al SARS-CoV-2.

“Estamos viviendo la verdadera pandemia en la población pediátrica. Atendemos a niños con múltiples virus y bacterias que son, desde luego, más graves que lo que para ellos fue la Covid-19″, asegura Federico Martinón-Torres, jefe y coordinador del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico de Santiago de Compostela. Y es que, aunque el coronavirus por fin se ha instalado como un virus más, durante los meses más fríos del año reaparecen virus y bacterias respiratorias que suelen afectar a la población pediátrica. Es el caso del virus de la influenza, causante de la gripe; el virus respiratorio sincitial (VRS), el microbio más común que causa infecciones en los pulmones y en las vías respiratorias en bebés y niños pequeños como las bronquiolitis; y el estreptococo pyogenes o estreptococo del grupo A, la bacteria que provoca irritación de garganta o escarlatina.

Estos patógenos son “sobradamente conocidos” para nuestros profesionales sanitarios; sin embargo, a diferencia de otros años, los comportamientos de algunos de ellos están siendo inusuales y los contagios se están traduciendo en cuadros graves e, incluso, muertes. En España, por ejemplo, el estreptococo del grupo A ha sido la causa de dos fallecimientos de menores -uno el pasado 25 de octubre y otro el 2 de diciembre-. En Reino Unido, la cifra es alarmante: desde septiembre hasta el pasado 10 de diciembre, se contabilizaban dieciséis niños fallecidos tras ser diagnosticados por estreptococo A, según los datos de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA). Si comparamos con los datos de la temporada 2017-2018 aportados por el país sajón, en la que se produjeron cuatro muertes, la diferencia de fallecimientos es significativa.

Sobreinfección por bacterias

Los motivos que están detrás de que se origine este escenario todavía son desconocidos para nuestros científicos. “Posiblemente haya una conjunción de variables o razones que estén detrás de este escenario. Las sociedades científicas todavía no hemos analizado los factores asociados, pero podemos suponer que se deben a que, durante los dos años y medio, los niños han estado aislados, no han estado expuestos a patógenos. Por lo que, sus sistemas inmunitarios estaban bajo mínimos. A esto se suma el efecto de la reactivación del contacto social tras el levantamiento de las medidas de prevención de contagios. El SARS-CoV-2 deja de estar ocupando todo el espectro de infecciones y comienza a surgir un brote importante de infecciones de tipo vírico como el VRS o la gripe. Los virus intentan recuperar su espacio. Así, estos sistemas inmunitarios que ya estaban afectados por la baja inmunidad del aislamiento, se resienten aún más y, ante su debilidad, aumentan las posibilidades de que adquieran sobreinfecciones de tipo bacteriano”, indica Leticia Martínez Campos, pediatra y secretaria de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP).

La pediatra matiza: “Así, no quiere decir que el estreptococo sea más potente. El problema es que todas las infecciones virales, y más aún las bronquiolitis y las gripes, dejan un sistema inmunológico deprimido y expuesto a una sobreinfección por bacterias que normalmente están en la orofaringe de los niños”.

¿Debemos alarmarnos?

La probabilidad de que se produzca una infección invasiva que genere toxinas y que derive en un fatídico desenlace es bajo. “Actualmente, la infección estreptocócica invasiva, la que puede producir afectación a nivel de riñones, de pulmones o de corazón de gravedad, ocasiona menos de un 1% de mortalidad”, concreta Martínez Campos. De la misma opinión es Javier Hernández González, pediatra especialista en Gastroenterología y Nutrición Infantil: “El Estreptococo Pyogenes es muy frecuente en nuestro medio y es el principal causante de faringoamigdalitis bacteriana en menores de 12 años. Raramente produce cuadros cutáneos como la escarlatina, glomerulonefritis o fiebre reumática y muy excepcionalmente cuadros invasivos de sepsis, shock y muerte”.

De hecho, los pediatras insisten en que, aunque para algunos de estos virus y bacterias aún no hay una vacuna que permita prevenir la enfermedad, existen tratamientos eficaces. “El tratamiento con beta-lactámicos tipo penicilina y derivados es sumamente eficaz contra el estreptococo pyogenes”, recuerda la pediatra.

De momento, el comunicado lanzado por Reino Unido no es una alerta a la población general sino para las autoridades y los propios profesionales sanitarios. Este advertía de un supuesto aumento en la incidencia de casos graves en la población, particularmente, en niños. Allí, el dato medio de infecciones que se venía recogiendo en años previos en la semana 46 del año era de 186 casos. Esta temporada, a fecha 2 de diciembre, el país reportaba 851 casos, con un predominio de las habituales infecciones de la vía aérea superior, como amigdalitis o escarlatina. Paralelamente, las autoridades sanitarias sajonas manifestaban un aumento de las infecciones invasivas por esta bacteria (GAS, por sus siglas en inglés) en niños menores de 10 años, que ha supuesto una incidencia de 2,3 casos por 100.000 niños de 1 a 4 años y 1,1 casos por 100.000 niños de 5 a 9 años. Estos datos contrastan con los registros de los años prepandemia (2017 a 2019) para el mismo periodo: la media era de 0,5 casos por 100.000 niños de 1 a 4 años y de 0,3 en niños de 5 a 9 años. Además, desde septiembre hasta el pasado 8 de diciembre, se contabilizaban quince menores fallecidos tras ser diagnosticados por estreptococo A, según los datos de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA). Mientras, en toda la temporada 2017-2018 se detectaron cuatro muertes. Las principales enfermedades graves detectadas han sido neumonía, sepsis y shock séptico fulminante, así como fascitis necrotizante.

Más recursos

En España, donde esta patología no es de declaración obligatoria como ocurre en Reino Unido, no se sabe objetivamente si se están produciendo más casos de infección invasiva por estreptococo del grupo A. “En nuestro país se están analizando los casos de en las últimas semanas y meses, pero se conoce el fallecimiento de algunos niños y un número que parece inusualmente elevado de casos graves, que podrían hacer pensar que estamos sufriendo también un aumento en su incidencia. Las diferentes autoridades en materia de salud pública están empezando a solicitar datos de los casos graves o fallecidos, y es previsible que la vigilancia aumente en los próximos días”, recoge la Sociedad Española de Infectología Pediátrica en un comunicado.

Ante los dos fallecimientos reportados por la Comunidad de Madrid, donde también se han comunicado 14 contagios, el Ministerio de Sanidad ha asegurado que mantiene una «vigilancia activa».

Sin embargo, los profesionales sanitarios consideran que no es suficiente. “Los pediatras solo pedimos los mismos medios y apoyos que se aportaron para atajar la situación en adultos durante los meses de la pandemia”, indica el pediatra Federico Martinón-Torres. El experto denuncia que los centros sanitarios no cuentan con los recursos adecuados para atender momentos en los que la demanda de asistencia que “está muy por encima de lo habitual”. “Estos virus han vuelto e, incluso, están circulando simultáneamente. Y estamos teniendo muchos casos porque hay mucha población que no ha estado previamente expuesta a estos virus, es decir, vemos los casos que corresponden a este año y también los que debería haber habido en años anteriores. Por lo que, si hay el doble de niños enfermos, hacen falta el doble de recursos”, reclama.

Cambio de comportamiento

Por el momento, los profesionales intuyen que se están dando un cambio en el comportamiento de algunos virus y bacterias. En el caso concreto del estreptococo del grupo A, el último ejemplo de patógeno que ha querido recuperar su espacio, los profesionales recuerdan que antes de la pandemia por Covid-19 era habitual ver epidemias de escarlatina cada tres o cuatro años.

El virus respiratorio sincitial también ha dado muestras de un nuevo comportamiento. En la primavera de 2021 cogía desprevenidos a los hospitales del hemisferio norte propiciando un aumento repentido de contagios en una época atípica para su propagación. Los especialistas avisaron de que también se había detectado un aumento de la virulencia y, presintiendo el escenario que se avecinaba, pidieron que se fortaleciesen determinados recursos -reforzar la red de vigilancia epidemiológica o buscar de una profilaxis universal y económica- para poder responder eficazmente a un previsible aumento de la demanda de asistencia en todo el mundo.

Sus peores predicciones se han cumplido. El incremento del volumen asistencial ha llegado a colapsar hospitales. Según la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP), en algunas urgencias se está atendiendo hasta un 40% más de casos que en la época prepandemia. “Esto está provocando retrasos en la atención de los pacientes, por lo que pedimos el apoyo de las administraciones sanitarias para dar respuesta a esta situación que es ahora nuestra verdadera pandemia”, denuncia la SEUP.