
Salud
Confirmado por los expertos: es necesario hacer algo con los alimentos ultraprocesados o afectarán a nuestra salud
Los ultraprocesados son una amenaza invisible que, poco a poco, han venido impactando nuestra salud, muchas veces sin que lo sepamos, alertan científicos

Aunque esta preocupación por los alimentos ultraprocesados no es nada nueva, los últimos años han traído consigo toda una oleada de evidencias, cada vez más contundentes, que refuerzan lo que muchos expertos ya advertían, y es que estos productos industriales constituyen una amenaza sistemática para la salud pública. Entre las revisiones más amplias hasta la fecha. se encuentra un publicación con un análisis de 104 estudios entre 2016 y 2024 que vincula el consumo de ultraprocesados y enfermedades como obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión, disfunción hepática, depresión y una mayor mortalidad.
Por otro lado, otro gran metaanálisis demostró que una mayor exposición a estos alimentos se relaciona con riesgo de cáncer y enfermedades cardiometabólicas, evidenciando que no se trata solamente de "comer menos azúcar o grasa", el problema es más profundo y, claramente, estructural. Esto se debe a que cada vez que acudimos a un supermercado, nos estrellamos con los alimentos ultraprocesados por todas partes: estanterías llenas de refrescos, scacks, cereales de desayuno y comidas preparadas, entre muchos otros.
Y no es solo una impresión: la evidencia científica confirma que estos productos están desplazando a los alimentos tradicionales en todo el mundo y degradando la calidad de nuestra dieta, pero este cambio no es inocuo, pues está directamente relacionado con el aumento de enfermedades crónicas, desde obesidad y diabetes tipo 2 hasta problemas cardiovasculares y renales. Además, los investigadores advierten que no se trata de un problema de falta de voluntad individual, sino del poder de una industria global que, con sus estrategias de marketing, ha logrado que gran parte de nuestra alimentación diaria provenga de la industria de ultraprocesados.
En países como EE UU, Austrlia, Canadá y Reino Unido la evidencia es abrumadora, toda vez que más de la mitad de la energía diaria proviene de estos alimentos. De hecho, estudios a largo plazo muestran que 92 a 104 investigaciones revisadas encontraron un vínculo claro entre el consumo de ultraprocesados y riesgos de enfermedades crónicas, depresión e incluso muerte prematura. Además, estos productos promueven hábitos de consumo poco saludables debido a su sabor, textura y densidad energética.
El desafío es global, pero eso no lo hace imposible
Los expertos coinciden en que no basta con reformular productos, sustituyendo azúcar por edulcorantes o grasa por aditivos, sino que la clave está en acciones coordinadas de salud pública. Algunas medidas incluyen etiquetado frontal claro, impuestos sobre bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, protección de los menores frente a la publicidad digital y limitación de estos productos en escuelas y hospitales. Además, es necesario frenar el poder corporativo y redirigir subsidios agrícolas hacia alimentos frescos y nutritivos.
De acuerdo con lo publicado por ScienceAlert, Camila Corvalán, catedrática de nutrición pública de la Universidad de Chile, afirma que "el éxito vendrá de paquetes personalizados y coordinados; no hay soluciones mágicas" y destaca que la combinación de políticas puede reducir el impacto de la industria en la salud de las personas. Los expertos coinciden en que es posible contrarestar el poder nocivo de estos productos si los gobiernos, científicos y comunidades trabajan juntos, pues los beneficios no lo se verían reflejados en la salud, también serían económicos, culturales y ambientales.
El problema radica principalmente en que el dominio de los ultraprocesados esconde un modelo de negocio extremadamente rentable que se vale de estrategias de marketing que recuerdan a las industrias del tabaco y los combustibles fósiles. Según afirman, las estructuras industriales, las fórmulas aditivas y el modelo de negocio de las grandes empresas están dentrás de un problema de salud global que exige regulaciones urgentes que, a su vez, apuesten por dietas más naturales y accesibles para todos.
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