
Formatos de audio explicados fácil
Guía definitiva de formatos de audio: MP3, FLAC, DSD y más, explicados fácil y para todos
Te explicamos de forma clara y sencilla qué son y cómo funcionan los principales formatos de audio digital: MP3, FLAC, DSD, ALAC y más

Ya hace tiempo que la música digital nos acompaña. Lo que parecía que durante mucho tiempo iba a ser dominio exclusivo de los archivos MP3 —que, ante la falta de alternativas, fue una revolución en su momento— ha acabado diversificándose hasta comprender bastantes más formatos de los que parece.
Todos estos formatos de audio responden a distintas necesidades desde la portabilidad y el tamaño reducido, hasta la máxima fidelidad posible. Algunos puede que los conozcas —aunque sólo sea de nombre—, otros seguramente no.
No obstante, aquí estamos para darte una guía de cada uno de ellos, divididos en tres grandes grupos para que sea más fácilmente comprensible. No te preocupes: aquí no vas a encontrarte jerga técnica innecesaria.
Tabla comparativa: estos son nuestros sospechosos habituales
Formato | Tipo | Compresión | Calidad máxima | Compatibilidad | Ideal para... |
---|---|---|---|---|---|
MP3 | Pérdida | Sí | Hasta 320 kbps | Universal | Música portátil, streaming |
AAC | Pérdida | Sí | Mejor que MP3 a igual bitrate | Muy alta | Streaming, dispositivos Apple, multimedia |
MusePack (MPC) | Pérdida | Sí | Transparente (>160 kbps) | Limitada | Audiófilos prácticos |
OGG Vorbis | Pérdida | Sí | Similar a MP3/AAC | Alta | Streaming, videojuegos |
OGG Opus | Pérdida | Sí | Excelente a bajo bitrate | Media | Llamadas, streaming en tiempo real |
FLAC | Sin pérdida | Sí | Hasta 32 bits/655 kHz | Muy alta | Archivar, escuchar en alta fidelidad |
ALAC | Sin pérdida | Sí | Igual que FLAC | Apple | Usuarios Apple |
Monkey’s Audio | Sin pérdida | Sí | Igual que FLAC/ALAC | Limitada | Archivistas, máxima compresión |
PCM | Sin pérdida | No | Hasta 32 bits/384 kHz | Universal (WAV, AIFF) | Grabación, edición profesional |
WAV | Sin pérdida | No (normalmente) | Igual que PCM | Muy alta | Grabación, edición profesional, almacenamiento sin pérdidas |
DSD | Sin pérdida | No | 1 bit, hasta 22.4 MHz | Limitada | Audiófilos, SACD |
DXD | Sin pérdida | No | 24 bits/352.8 kHz | Limitada | Estudio, edición de alta gama |
MQA | Híbrido | Sí (especial) | 24 bits/96-192 kHz | Media | Streaming hi-res, autenticación |
Formatos con compresión: para el día a día

Estos formatos eliminan partes del sonido que el oído humano difícilmente distingue. Aunque siempre se pierde algo de calidad, la idea es que la mayoría de la gente no lo note en el día a día. Se recortan partes del espectro más grave y más agudo que tenemos más problemas para escuchar, así que la pérdida de calidad, si no tienes un oído entrenado, no es apreciable —con matices—.
El primer formato del grupo es el MP3, la leyenda viviente. Es el más longevo, usado desde los años 90 del siglo pasado. Se le ha intentado matar muchas veces, y nunca se ha conseguido. Comprime la música eliminando frecuencias menos audibles, lo que reduce mucho el tamaño del archivo.
Aunque a tasas altas —256-320 kbps— suena bastante bien, siempre hay una pérdida de calidad respecto al original. Su gran ventaja es la compatibilidad: funciona en prácticamente cualquier dispositivo.
El siguiente en la lista es MusePack (MPC). Es un formato menos conocido, también comprimido con pérdida y con paralelismos con el MP3, pero mucho más optimizado para que las pérdidas de calidad apenas se noten. Está basado en el estándar MP2, pero con mejoras y libre de patentes.
Este formato destaca especialmente con tasas de bits altas —a partir de 160 kbps—, ofreciendo resultados excelentes. Es de código abierto y muy eficiente a nivel energético, aunque no es tan compatible como el MP3.
Después tenemos el formato AAC —Advanced Audio Coding—; la alternativa moderna y eficiente al MP3, con mejoras técnicas que permiten una mejor calidad de sonido a igual o menor tamaño de archivo. Utiliza algoritmos avanzados y técnicas de modelado psicoacústico para eliminar datos redundantes o inaudibles, logrando una compresión más eficiente.
Los dos siguientes en la lista forman parte de la misma familia. El primero es OGG Vorbis, un formato abierto y libre de patentes, ideado para sustituir al MP3. Este tipo de archivos ofrece mejor calidad a igual tamaño de archivo y lo escuchas en videojuegos y plataformas de streaming. Spotify usa OGG Vorbis, por si no lo sabías. Funciona bien en tasas de bits altas y medias y es ampliamente compatible.
El siguiente de la familia es OGG Opus, rey del streaming y las llamadas. Está diseñado para ofrecer la mejor calidad posible tanto en la música como en llamadas de voz sobre IP, siendo el estándar en aplicaciones muy conocidas como WhatsApp o Discord y en plataformas de streaming en tiempo real. Es menos conocido para la música, pero técnicamente es de los más avanzados.
Estos formatos priorizan el tamaño y la compatibilidad frente a la calidad absoluta, aunque los avances recientes han reducido mucho la diferencia para el usuario medio.
Formatos comprimidos sin pérdida: calidad original y archivos más grandes

Estos formatos se diferencian de los anteriores en que no eliminan nada de información; cuando un reproductor los lee se recupera el archivo original del que salen. Son ideales para quienes buscan preservar su música digitalmente, o para quienes quieran disfrutar de ella en la calle con un reproductor dedicado, o usando una de las plataformas de streaming de alta fidelidad.
El primero de ellos es FLAC —Free Lossless Audio Codec—. Es el formato sin pérdidas más popular, dejando los originales a la mitad o un tercio de su tamaño, pero sin eliminar ningún dato. Es compatible con la mayoría de reproductores y sistemas modernos, permitiendo almacenar música en calidad de CD e incluso superior. Es el preferido por los audiófilos.
El segundo del que vamos a hablar es ALAC —Apple Lossless Audio Codec—. Es la opción para quienes viven en el ecosistema de la manzana mordida, y ofrece la misma calidad sin pérdida que FLAC. ¿Por qué Apple le ha cambiado el nombre? Porque han introducido algunas diferencias en la compresión que son propietarias y, por tanto, no funciona con los mismos componentes que FLAC.
El tercer formato sin pérdidas no es muy conocido, pero a principios de este siglo tuvo cierto recorrido entre los entusiastas de la música. De hecho, en plena fiebre del P2P, conocí a un grupo de audiófilos que preservaban discos completos en este formato.
El tipo de archivo al que me refiero es APE —Monkey's Audio—. Este formato sin pérdida va todavía más lejos que FLAC o ALAC a la hora de comprimir los archivos originales —es decir, ocupan aún menos espacio—, pero sigue respetando toda su calidad sonora. Por eso, APE se mantiene como una elección de nicho, reservada para quienes buscan el máximo ahorro de espacio sin renunciar a la calidad original.
APE es gratuito y de código abierto, soporta audio multicanal y alta resolución, pero su compatibilidad es mucho más limitada que FLAC o ALAC. Requiere algo más de potencia para reproducir o convertir archivos, por lo que es más habitual entre usuarios avanzados y archivistas.
Estos tres formatos sin pérdida son ideales para quienes buscan calidad original y cierta flexibilidad en el archivo. Pero si lo tuyo es la grabación profesional, el audio de estudio o la máxima resolución, existen otros estándares que merece la pena conocer.
Formatos de alta resolución: para los más exigentes

Este tipo de formatos pretenden ir más allá de la calidad de CD, capturando el máximo detalle posible, aunque a costa de archivos mucho más grandes y necesidades técnicas mayores. FLAC o ALAC también pueden ser de alta resolución, pero estos formatos de los que vamos a hablar no comprimen en absoluto a diferencia de los formatos que acabamos de mencionar.
Comenzamos el repaso por PCM —Pulse-Code Modulation—. Es la forma más básica de audio digital: simplemente convierte la señal analógica a una serie de números —muestras— a una frecuencia y resolución determinadas.
Es el formato que usan los CDs y la mayoría de grabaciones profesionales. No hay compresión, pero es la referencia de calidad y la base desde la que se construyen el resto de formatos.
El siguiente formato está directamente relacionado con PCM. WAV —Waveform Audio File Format— es un formato contenedor desarrollado por Microsoft e IBM en 1991, que suele almacenar audio en formato PCM sin compresión.
En la práctica, la mayoría de los archivos WAV contienen audio PCM sin pérdidas, lo que significa que conservan toda la calidad original de la grabación. Debido a su estructura simple y compatibilidad con sistemas Windows, es uno de los formatos más usados para grabación, edición y almacenamiento profesional.
El siguiente es DSD —Direct Stream Digital—. Es un formato desarrollado para los discos SACD; discos en apariencia iguales que los CDs, pero capaces de reproducir archivos a mucha mayor calidad —el formato no tuvo mucha longevidad—.
DSD usa un sólo bit a frecuencias altísimas, a diferencia de usar muestras de varios bits como PCM. En teoría esto permite una reproducción más cercana al sonido analógico.
Estos archivos son muy grandes y requieren conversores y reproductoes específicos. Son muy apreciados por los audiófilos más sensibles, sobre todo aquellos que se especializan en música clásica y jazz.
Cerramos el repaso a estos formatos con DXD —Digital eXtreme Definition—. Es un formato de audio pensado para editar grabaciones en DSD. En realidad se trata de PCM a frecuencias y resoluciones muy altas, ocho veces la de un CD.
Se usa en estudios de grabación para editar y mezclar música antes de convertirla de nuevo a DSD o distribuirla en alta resolución. Su nivel de detalle es excepcional, pero también revela todos los defectos de la grabación.
MQA, un formato híbrido entre dos mundos

MQA —Master Quality Authenticated— es un formato propietario por Meridian Audio que busca ofrecer calidad de estudio en archivos digitales de tamaño reducido. Esto se consigue a través de un proceso conocido como "audio origami" o "plegado".
¿Cómo funciona? Se comprime de forma jerárquica la información de alta resolución, especialmente las frecuencias más agudas, y se "ocultan" dentro de las más graves" usando ruido aleatorio que enmascara la información.
El archivo resultante es compatible con cualquier reproductor estándar y tiene un tamaño similar o ligeramente superior al de un archivo de CD. Es capaz de codificar archivos de alta resolución, pero lo hace con cierta pérdida. No es exactamente un formato lossless, pero tampoco de compresión tradicional.
MQA mantiene sin pérdida la parte esencial del audio audible, pero utiliza compresión con pérdida para las frecuencias ultrasónicas y detalles en alta resolución. Aunque pueda "desplegarse" para simular audio Hi-Res, siempre habrá una parte de la señal que se perderá o modificará en el proceso.
Este formato cuenta con un sistema de autenticación: los archivos incluyen metadatos que certifican que la grabación es fiel al máster original y no ha sido alterada, con dos niveles de certificación —"MQA" y "MQA Studio"—, aunque ya ves que por el sistema de compresión con pérdidas sí hay una modificación efectiva de la señal.
Lo único que la autenticación garantiza es que el archivo final es fiel al máster aprobado y que no ha sido manipulado o alterado de forma fraudulenta después de su creación con tecnología MQA. Esto, como acabamos de establecer, no significa que la señal resultante sea 100% idéntica al máster original sin compresión.
Como dato, Tidal estuvo usando MQA hasta julio de 2024. Desde entonces, la plataforma de streaming de alta fidelidad reemplazó todo el catálogo MQA por FLAC. Incluso los archivos guardados en las colecciones de los usuarios fueron sustituidos por FLAC.
Como oyente, ¿hay que elegir un formato y quedarse con él para siempre?

Evidentemente no. Cada uno responde a necesidades diferentes. Si la compresión con pérdidas no te importa, utiliza Spotify y formatos como MP3 y sé feliz con ello. Si tienes los oídos tan delicados como los míos, salta a por FLAC o APE.
Lo que no tiene mucho sentido es usar formatos de alta resolución fuera del entorno profesional. DSD, DXD y PCM tienen su sentido dentro de entornos muy concretos, igual que los magnetófonos de carrete. Haciendo una analogía, es cierto que se lanzaron reproductores domésticos, pero el salón de una casa no es su sitio natural.
Sea como fuere, no existe un “mejor” formato absoluto: la clave está en elegir el que mejor se adapte a cómo, dónde y con qué escuchas tu música. Con esta guía, sabrás distinguir entre las opciones y tomar la mejor decisión para tu biblioteca musical, ya sea para llevarla en el móvil, disfrutarla en tu salón o conservarla con la máxima fidelidad posible.
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