Servicios streaming audio Hi-Fi valen la pena

Streaming de alta fidelidad: ¿vale la pena frente a lo tradicional?

En un mundo donde la música nos acompaña constantemente, el debate sobre la calidad del streaming divide a usuarios y expertos. ¿Vale realmente la pena pagar más por escuchar sin pérdidas o es puro marketing?

Streaming de alta fidelidad: ¿vale la pena frente a lo tradicional?
Streaming de alta fidelidad: ¿vale la pena frente a lo tradicional?Unsplash

Los servicios de streaming musical ya son una presencia habitual en nuestras vidas. Tanto que ya los damos por hechos. Nos acompañan en prácticamente todos los aspectos de nuestra vida: en el transporte público, mientras trabajamos, en el gimnasio o mientras nos relajamos en casa.

Servicios como Spotify, a pesar de sus prácticas cuestionables o de el trato que da a los artistas independientes, han cambiado radicalmente cómo consumimos música. Incluso han cambiado a la propia música, que ha pasado de ser algo con valor cultural intrínseco, a ser simple contenido — y, por tanto, algo devaluado—.

No obstante, han surgido opciones alternativas ligeramente más éticas que, si bien no dan a los artistas tanto como la venta de sus obras físicas, al menos intentan ofrecerlas en una calidad sonora superior. Ya las hemos comparado anteriormente, ya les hemos dedicado espacio.

Y hoy volvemos aquí para hablar de nuevo de ellas, aunque con otra pregunta en la cabeza: ¿realmente vale la pena pagar por servicios de streaming musical de alta fidelidad? Lo analizamos en este artículo.

La alta calidad sonora como estandarte

Una misma canción puede estar en distintos servicios, pero no tiene la misma calidad en todos
Una misma canción puede estar en distintos servicios, pero no tiene la misma calidad en todosYouTube

El streaming tradicional —el de Spotify, Deezer o YouTube Music— siempre ha priorizado accesibilidad y eficiencia en el consumo de datos. Para este tipo de servicios, ofrecer a los oyentes escuchas de calidad ha sido siempre algo secundario. Por tanto, la norma aquí es usar formatos comprimidos que, aunque son prácticos, sacrifican el sonido original en parte.

¿Y qué hace esta compresión? Pues elimina datos del archivo original que se consideran menos perceptibles para el oído humano. Esto afecta a frecuencias en la parte más inaudible de los graves y de los agudos, lo que después se traduce en una menor separación entre instrumentos y un "aplanamiento" del rango dinámico; como si hubieran apretado la música al máximo y todo estuviera sonando en primer plano constantemente.

En los últimos años, sin embargo, las plataformas alternativas han comenzado a ofrecer alternativas de alta fidelidad. Esta "alta fidelidad" está emparentada con la que ya definimos, aunque no es exactamente lo mismo. Estos servicios prometen una experiencia que en teoría iguala o supera la calidad del CD pero, ¿realmente se aprecia esa diferencia?

Vayamos por partes. En primer lugar, hay que definir qué es alta fidelidad en este contexto y, para eso, hay que comprender algunos conceptos técnicos básicos. Spotify y otros servicios análogos usan formatos como MP3, AAC u Ogg Vorbis con tasas de bits —la cantidad de datos que se procesan por segundo— que van de los 128 kilobits por segundo (kbps) a los 320 kbps cuando se los configura a máxima calidad. Estos formatos usan la compresión de la música original de la que hablamos antes.

Por el contrario, los servicios de streaming de alta fidelidad ofrecen música en formato sin pérdida, también conocido como lossless, que preserva toda la información de la grabación original: no hay información considerada como prescindible, lo que se traduce en un mejor sonido que es apreciable por cualquiera… hasta cierto punto.

Servicios como Tidal o Amazon Music pueden ofrecer audio en calidad de CD —resolución de 16 bits y tasas de muestreo de 44,1 kHz- o en lo que se conoce como Hi-Res audio —24 bits de resolución y tasas de muestreo de hasta 192 kHz, con tasas de bits que superan los 9000 kbps—.

A modo aclaratorio, las tasas de muestreo hacen referencia a la cantidad de veces que se toman muestras por oscilación de la señal original, simplificándolo mucho y explicándolo rápido. Por tanto, si una tasa de muestreo es de 44,1 kHz significa que se han tomado 44.100 muestras de una señal en cada movimiento sinuoso.

Si en el Hi-Res se pueden llegar hasta 192.000 muestras, imaginad lo que se puede capturar por oscilación, el nivel de detalle. Con música grabada adecuadamente para que el estándar de calidad sea el máximo —algo que no es fácil de hacer, ni todos los estudios están preparados para capturar audio a ese nivel—, el nivel de inmersión en la música no tendría parangón.

El panorama actual: servicios y precios

PlataformaPlan IndividualPlan DuoPlan FamiliarAlta Fidelidad/Hi-ResObservaciones
Spotify10,99 €/mes (actual)
11,99 €/mes (verano 2025)
14,99 €/mes (actual)
16,99 €/mes (verano 2025)
17,99 €/mes (actual)
19,99 €/mes (verano 2025)
Music Pro (HiFi): ~16,99 €/mes*El plan HiFi será un extra sobre Premium, previsto para finales de 2025. El suplemento rondará los 5-6 € sobre el Premium.
Apple Music16,95 € - 19,95 €/mes-22,95 € - 25,95 €/mesIncluido sin coste extraNo hay cambios anunciados. Lossless y Hi-Res incluidos en el plan estándar.
Tidal10,99 €/mes-16,99 €/mesIncluido sin coste extraDesde 2024, todo el catálogo en FLAC Hi-Res. Plan DJ: +9 €/mes.
Amazon Music Unlimited11,99 €/mes (nuevo precio desde marzo 2025)-19,99 €/mes (nuevo precio desde marzo 2025)Incluido sin coste extraSubida de precios en 2025. Lossless y Ultra HD incluidos en el plan estándar.
Qobuz12,49 €/mes (Studio Solo)17,50 €/mes (Studio Dúo)20,83 €/mes (Studio Familia)Incluido sin coste extraTodo el catálogo en Hi-Res FLAC. Plan Sublime: 16,66 €/mes (pago anual).

Aquí me da que vamos a dar unas cuantas sorpresas. Empezamos hablando de Spotify, que llevan años prometiendo un plan de alta fidelidad en el que ofrecerán música sin pérdida. Todavía no se ha materializado, pero se espera que llegue a finales de este 2025… con un incremento de entre 5 y 6 euros en el precio de la suscripción —que este verano subirá a 11,99 € al mes—.

Apple Music incluye audio lossles y Hi-Res sin coste adicional. Su plan estándar oscila entre los 16,95 y los 19,95 euros para el plan individual, y entre 22,95 y 25,95 euros para el familiar. Es una de las opciones más caras del mercado y tiene dos pegas importantes.

La primera de ellas es que el modelo sin pérdidas usa un estándar de compresión propietario llamado ALAC… que está basado en uno libre llamado FLAC, que adoptan otras plataformas que ofrecen servicios de alta fidelidad.

La segunda es que, si tienes un iPhone anterior a la llegada del puerto USB-C, estás limitado de fábrica a máximos de 24 bits y 48 kHz como resolución máxima. Apple Music puede dar mucho más de sí, pero el puerto Lightning limita mucho las cosas. Si quieres aprovechar la plataforma al máximo ya sabes: USB-C y un buen DAC para completar.

Tidal es, a día de hoy, la más atractiva. Después de haber soltado el MQA en 2024, de haber abrazado el formato FLAC con mucho entusiasmo, de haber rebajado el precio de su suscripción a 10,99 euros y de ofrecer todo su catálogo en calidad de CD y alta resolución por defecto, para los audiófilos menos exigentes son una plataforma casi perfecta.

Y si el precio del plan individual ya es atractivo, el plan familiar son sólo 16,99 euros mes, igual que el de Spotify. Incluso ofrecen una ampliación para DJs por 9 euros al mes adicionales. Y, por ahora, no parecen interesados en subir el precio de la suscripción.

Cerramos con Qobuz que, como ya establecimos en el artículo en el que comparábamos estos servicios, es la más enfocada a puristas. Tienen tres planes mensuales: Studio Solo —12,49 €—, Studio Duo —17,50 €— y Studio Familia —20,83 €—. Todos ellos incluyen el catálogo completo en alta resolución y FLAC por defecto.

Además de estos planes, Qobuz cuenta con un plan anual llamado Sublime que, dividido por meses, queda en 16,66 euros al mes. Además, como en Qobuz también se puede comprar música en formato digital, estar en este plan ofrece descuentos adicionales.

El equipo, el eslabón más débil

DAC S.M.S.L M500, de lo más premium de su sector
DAC S.M.S.L M500, de lo más premium de su sectorUnsplash

Supongamos que ahora ya te has decidido por uno de estos servicios, te has suscrito y estás preparado para disfrutar de tu música en otro nivel… mientras la escuchas en tu altavoz o tus auriculares Bluetooth. Esto es un error de planteamiento crucial y que, en muchos casos, se repite.

Por si no ha quedado claro aún, Bluetooth comprime todo el audio que pasa por él debido a limitaciones en su ancho de banda. Da igual que estés pagando el plan Sublime de Qobuz si vas a escuchar tu música preferida en equipo inalámbrico; no podrás apreciar todo lo que te ofrece la alta resolución.

Para apreciar debidamente las diferencias entre Spotify o YouTube Music y los servicios de alta fidelidad necesitarías, como mínimo, un DAC decente y auriculares o altavoces cableados. No hace falta dejarse un dineral en uno: el Linsoul Kiwi Ears Allegro mini cuesta menos de 30 euros, se conecta directamente por USB-C a tu teléfono y si le conectas un par de auriculares tipo in-ear monitors (IEMs) decente vas a llevarte una sorpresa muy grande. Esto último lo digo por experiencia: tengo ese DAC y unos buenos IEMs y créeme cuando te digo que se nota.

Para muchos usuarios suscribirse a uno de estos servicios implica realizar una inversión adicional, pero puede ser tan pequeña como 40 euros si sabes lo que vas buscando. Esa pequeña inversión te va a durar mucho tiempo, y tus oídos te lo van a agradecer.

Por supuesto siempre puedes escalar a partir de ahí, pero no hay prisa y siempre vas a tener tiempo. Antes de pensar en gastar una pequeña fortuna en equipo, piensa que a veces con pequeños movimientos vas a conseguir grandes avances. Empieza por lo que llevas en el bolsillo, compara lo que oyes ahora con lo que oías antes, busca información y toma decisiones a partir de ahí.

Lo único que te puedo decir con toda seguridad es que no vas a disfrutar del streaming en alta fidelidad a través del Bluetooth. La calidad tiene un precio de admisión. Por suerte no muy alto, pero lo tiene. Y, si quieres escuchar música desde esta perspectiva, hay que pagarlo.

El dilema del consumo de datos y el almacenamiento

PlataformaCalidadConsumo por horaConsumo por canción (aprox.)
SpotifyBaja (24-96 kbps)10-40 MB0,6-2,5 MB
SpotifyAlta (160-320 kbps)70-150 MB4,2-8,4 MB
SpotifyMuy alta (320 kbps)150 MB8,4 MB
Apple MusicNormal58 MB2,7 MB
Apple MusicAlta223 MB12,4 MB
TidalNormal76 MB3,6 MB
TidalAlta132 MB7,2 MB
TidalHiFi (FLAC)612 MB37 MB
Amazon MusicEstándar60-70 MB3-4 MB
Amazon MusicHD (CD Quality)230 MB10-12 MB
Amazon MusicUltra HD (Hi-Res)hasta 720 MB30-40 MB

No lo voy a edulcorar. Si quieres esuchar alta fidelidad en la calle, necesitas tener contratada una tarifa de datos ilimitados, como la Ilimitodo de DiGi, por ejemplo —si bien Tidal, sin ir más lejos, te permite escuchar música comprimida con datos móviles—. ¿Por qué? Vamos a analizar los números:

  • El streaming en calidad sin pérdidas consume 730 MB por hora aproximadamente.

  • El audio Hi-Res puede superar los 2 GB por hora.

  • Los servicios de streaming tradicionales consumen sólo 150 MB por hora.

Esto significa que, en muchos casos, vas a tener que descargar tu música a tu dispositivo para poder escucharla sin sobresaltos. Ahora bien, necesitas un teléfono con una memoria interna muy grande en función de lo que pretendas almacenar.

Y sí, memoria interna: aunque tengas un teléfono compatible con tarjetas microSD para expandir el almacenamiento, generalmente los servicios de streaming no se llevan bien con las tarjetas de memoria. Simplificándolo mucho, porque necesitan tener acceso rápido a los datos descargados para funcionar correctamente.

La alta fidelidad tiene un coste técnico y logístico que va más allá del precio de la suscripción. Si tenemos en cuenta todos estos datos, que muchos usuarios tienen planes de datos móviles limitados, que hay conexiones a internet de baja velocidad y que los dispositivos no pueden contener todo lo que querríamos descargar, es lógico que haya quienes prefieran la conveniencia por encima de la calidad.

La gran pregunta: ¿se nota realmente la diferencia?

Tidal reproduciendo una canción en calidad de CD
Tidal reproduciendo una canción en calidad de CDSergio Agudo

Diversos estudios científicos han intentado responderla. Uno publicado en el Journal of the Audio Engineering Society intentó determinar si un oyente medio puede distinguir cuándo escucha un CD entre streaming tradicional de alta calidad. El resultado habla por sí solo: la mayoría de oyentes no pudieron distinguirlo.

Sin embargo, un metaanálisis realizado por Joshua Reiss de la Queen Mary University de Londres para la Audio Engineering Society, contó con más de 400 participantes que se sometieron a 12.500 pruebas. Y aquí, contra todo pronóstico, un pequeño porcentaje sí fue capaz de detectarlo.

A este pequeño porcentaje se le dió después entrenamiento auditivo extensivo, lo que llegó a mejorar su capacidad de discriminación un 70%. ¿Y qué nos dicen estos resultados a la hora de notar la diferencia? Veamos:

  • Con equipo básico o de gama media, la mayoría de las personas no perciben diferencias significativas.

  • Con equipo de gama alta, las diferencias se hacen más evidentes —sobre todo para oyentes experimentados o con formación musical—.

  • Ciertos géneros como la música clásica, el jazz o las grabaciones acústicas revelan más claramente las ventajas del streaming sin pérdida.

Un dato importante a tener en cuenta es que muchas grabaciones modernas están masterizadas con altos niveles de compresión —consecuencia de las llamadas "guerras de volumen", de las que me gustaría hablar un día porque es importante—. Esto limita el beneficio perceptible del audio de alta resolución.

Esto nos deja una conclusión importante: optar por un servicio o por otro no debería basarse sólo en la calidad de sonido. En mi caso particular yo uso Tidal porque puedo escuchar música comprimida con auriculares inalámbricos en la calle, en alta resolución cuando voy con mi DAC y mis IEMs o estoy en casa, porque su catálogo es casi tan grande como el de Spotify y porque se integra de maravilla con otros dispositivos como streamers o reproductores de audio digital —que también han formado y forman parte de mis pruebas de producto—.

Además, hay que tener en cuenta que yo cuento con equipo y oído como para percibir la alta fidelidad. No pretendo sonar arrogante: trabajo como técnico de grabación y mezcla además de mi labor editorial; tengo los oídos sensibles a ciertas cosas porque forman parte de mi día a día. Mi entrenamiento auditivo es deformación profesional, no es el resultado de una búsqueda obsesiva. Necesito ese extra pero, insisto, ese es mi caso particular.

Spotify, para el usuario medio, es fantástico: tiene algoritmos de descubrimiento excepcionales. Para el usuario más purista, Qobuz es la opción a tener en cuenta: ofrece información editorial muy completa y están especializados en jazz y música clásica. Apple Music está hecha para los fans de Apple, y Amazon Music es para quienes utilizan dispositivos Echo. Estas características pueden ser tan importantes como la calidad de sonido a la hora de decidirse por un servicio.

Entonces, ¿vale la pena suscribirse a uno de estos servicios?

Con unos auriculares inalámbricos difícilmente vas a notar los beneficios del streaming HiFi, por ahora
Con unos auriculares inalámbricos difícilmente vas a notar los beneficios del streaming HiFi, por ahoraUnsplash

Algo a tener en cuenta es que el mercado está evolucionando hacia una democratización de la alta fidelidad. La decisión de Apple Music de ofrecer audio sin pérdidas sin coste adicional ha presionado a servicios como Spotify, mientras que Qobuz y Tidal siguen haciendo lo que nacieron para hacer.

Además, ejemplos como el que puse ante del Kiwi Ears Allegro Mini y de equipos como la Teufel Kombo 62 ponen de manifiesto que el mundo Hi-Fi ya no es algo exclusivo y está pasando a ser un estándar accesible. Y eso es bueno tanto para los oyentes, como para los artistas —y si además estas plataformas empiezan a retribuirles de forma más justa, tanto mejor—.

Ahora bien, a pesar de todo esto y de todos los datos que hemos puesto encima de la mesa, elegir un servicio de alta fidelidad sobre uno tradicional no deja de ser una cuestión personal: el servicio debe responder a tus inquietudes y tus necesidades.

Es decir: si practicas una escucha activa y consciente, tienes un equipo decente y quieres sacarle más partido, no lo dudes y contrata uno de estos servicios. Si escuchas música sobre todo en movimiento o a través de equipos inalámbricos, entonces opta por las opciones tradicionales.

Si me preguntas a mí, mi respuesta es que vale totalmente la pena suscribirse a un servicio de streaming de alta fidelidad. Pero, de nuevo, yo cumplo criterios que me hacen parte del público objetivo de estas plataformas. La última palabra la tenéis tus necesidades y tú.