Aviación

Japón se une a Reino Unido e Italia para desarrollar un caza de sexta generación que competirá con el FCAS “español”

El anuncio del acuerdo, previsto para el próximo mes de diciembre, coincide con el desbloqueo del “otro” programa europeo sellado por Francia, Alemania y España

Representación artística del caza Tempest
Representación artística del caza TempestLa RazónLa Razón

El gobierno de Japón ha decidido desarrollar conjuntamente un nuevo caza de sexta generación para la Fuerza Aérea de Autodefensa junto con Gran Bretaña e Italia. Según el medio japonés Asahi Shimbun, el acuerdo entre los tres países podría firmarse el próximo mes y será, en el caso del país nipón, en el sucesor del caza F2 de la Fuerza Aérea de Autodefensa. De hecho, el nuevo avión empezará a desplegarse en torno al año 2035, momento en el que el F2 comenzará a ser retirado. Será desarrollado por la empresa japonesa Mitsubishi Heavy Industries y el gigante de defensa británico BAE Systems. Por parte italiana, será Leonardo, la empresa aeroespacial y de defensa líder en el país, la participante en el desarrollo.

La corporación japonesa IHI y el fabricante británico de motores para aviones Rolls-Royce también desempeñarán un papel importante en el desarrollo de la propulsión del caza, a los que se podría unir también la italiana Avio.

Según la publicación japonesa, Tokio también planea revisar los tres principios de la transferencia de equipos y tecnología de defensa para permitir que los nuevos aviones de combate puedan ser vendidos a otros países.

No queda claro en esta información si Japón se une al proyecto Tempest, ya existente, en el que trabajan tanto Italia como Reino Unido desde hace varios años. De hecho, en el Salón Aeronáutico Internacional de Farnborough que se celebró el pasado mes de julio, ya se habló de la posibilidad de que Japón se uniese a través de Mitsubishi Electrics. Suecia también se plantea participar en el programa.

Reino Unido quiere tener listo el Tempest para 2035, con el objetivo de reemplazar al envejecido Eurofighter Typhoon. Así, desde el año pasado, Italia está apostando fuerte por el avión de combate. El año pasado, ya anunció que invertiría más de 2.000 millones de euros en el programa que tiene a este caza como protagonista durante quince años. Este año, los planificadores han revisado esta estimación a 3.800 millones de euros para 2036.

El poderoso caza, con tecnología láser, lanzará misiles hipersónicos que podrían alcanzar velocidades cercanas a los 6.500 km/h, así como podría destruir misiles hipersónicos desarrollados por otros países como Corea del Norte, China o Rusia.

Se prevé que este avión incorpore la inteligencia artificial para ayudar al piloto y a la capacidad de administrar drones de apoyo, que ampliarán el alcance del sensor del Tempest o atacar objetivos. También incluirán otros elementos propios de las aeronaves de quinta generación, como el sigilo y la fusión de datos.

Según la empresa británica Leonardo, el Tempest podrá recopilar y procesar el “equivalente al tráfico de Internet de una gran ciudad cada segundo”. Por su parte, BAE, otro de los fabricantes implicados en el proyecto, explica que el futuro caza irá equipado con una cabina virtual que los pilotos usarán junto con una interfaz de realidad aumentada similar a la del F-35.

Ya el pasado mes de julio se informaba de que el gobierno nipón tiene alrededor de 40.000 millones de dólares reservados para el desarrollo y la adquisición de su caza de próxima generación.

Los nuevos cazas complementarán la flota japonesa de aviones de combate F-35 fabricados por la estadounidense Lockheed Martin.

Japón lleva tiempo trabajando en un concepto propio de avión de combate de próxima generación dentro del llamado programa F-X, que dará lugar al avión de combate F-3 y que se propuso diseñar sin ayuda exterior, informa Infodefensa.com. De este modo la posibilidad de que Lockheed Martin prestara soporte técnico, que se estuvo planteando durante un tiempo, quedó descartada en buena parte porque la implicación de la compañía estadounidense dificultaría los planes japoneses de exportación del nuevo avión. Y esta es otra de las grandes novedades del programa, ya que las actuales leyes niponas impiden vender fuera este tipo de tecnología de combate (únicamente lo puede hacer en caso de que se trate de equipos para rescate, transporte, vigilancia, control y limpieza de minas). De ahí que esté previsto una reforma legislativa, en sintonía con la aspiración del actual Gobierno de impulsar con el desarrollo de nuevos aviones la industria de defensa del país.

Anteriormente, se esperaba comenzar la producción del primer prototipo Mitsubishi FX en 2024 y las pruebas de vuelo en 2028. En ese momento, se asumió que la placa sería desarrollada exclusivamente por la industria japonesa. Pero actualmente se sabe que el avión probablemente se presentará a mediados de la década de 2030.

El año pasado se supo que Japón decidió desarrollar un motor para el prometedor caza FX con la ayuda de Gran Bretaña.

En diciembre de 2021, el gobierno del Reino Unido confirmó oficialmente un acuerdo con Japón para participar en el desarrollo de un motor de demostración para un avión de combate de próxima generación. Gran Bretaña invertirá 30 millones de libras esterlinas en la primera fase de planificación y diseño digital, y luego otros 200 millones de libras esterlinas en la creación de un prototipo a gran escala de la central eléctrica.

El anuncio de la alianza de Japón, Reino Unido e Italia en torno a un avión de combate de próxima generación coincide con el desbloqueo que España, Francia y Alemania acaban de sellar a su propio proyecto de futuro sistema de combate aéreo (NGWS/FCAS), tras meses de tensas negociaciones entre Airbus y Dassault, principales socios industriales de Alemania e Italia.

En 2017, Alemania y Francia decidieron que era hora de que Europa tuviera un caza propio, el más moderno posible para, entre otras cosas, aunar esfuerzos y que cada país no fuera por separado en pro de dar un paso más hacia lo que siempre se ha intentado: unir el continente para poder pintar algo en política internacional. No iba a ser un avión más, sino un Sistema de Sistemas, un caza de sexta generación con gadgets en forma de enjambres de drones y todo tipo sistemas asociados. Tanto era así que nadie se atrevía a hablar de avión o de caza y hubo que buscar algo más acorde al ambicioso proyecto. Al final, el programa recibió el pomposo nombre de Sistema de Armas de Siguiente Generación/Futuro Sistema Aéreo de Combate, es decir: NGWS/FCAS, por sus siglas en inglés.

Al mismo tiempo que la política empezaba a firmar sus acuerdos, la parte industrial hacía lo propio. Dassault, por Francia, y Airbus, por Alemania, se daban la mano. Los franceses harían el llamado Caza de Nueva Generación (NGF) y los alemanes los Transportadores por Control Remoto (RC) con MBDA como socio principal y el Sistema de Sistemas/Nube de Combate Aéreo (SoS/ACC) con Thales. El reparto estaba hecho.

En 2019, España se unió al proyecto oficialmente con la famosa firma de las tres ministras: Margarita Robles, por España; Ursula von der Leyen, por Alemania, y Florence Parly, por Francia. Al año siguiente, en 2020, salió adelante el primer contrato, 155 millones de euros y un plazo de 18 meses para desarrollar un primer demostrador. Y entonces llegaron los líos.

El Gobierno central acaba de duplicar, de cara a los presupuestos de 2023, el montante destinado al FCAS hasta los 525,7 millones de euros. En 2022 esa cantidad fue de 274 millones de euros.

En el caso de España, se han adjudicado ya partidas para la fase de I+D+i del programa, que es el paso previo necesario para crear los planes tecnológicos industriales que permitan el desarrollo de los demostradores a principios de 2027. En paralelo también se desarrollaron los llamados Transportadores por Control Remoto (RC), que básicamente son los drones que acompañarán al caza. En este sentido, han quedado pendientes (en fase de evaluación) otros dos contratos correspondientes a los pilares del motor por 9,6 millones de euros y los mencionados drones por 4,6 millones de euros. El primero de esos contratos será para ITP Aero, al frente de la propulsión en España, y el segundo, para la Satnus, la sociedad formada por Sener Aeroespacial, GMV y Tecnobit-Grupo Oesía, responsable de la actividad nacional asociada a los operadores remotos.

Distintas fuentes autorizadas llevan abogando desde hace tiempo conla necesidad de acabar fusionando los programas del Tempest y el FCAS en uno solo para contar realmente con posibilidades de éxito en el sector internacional,tanto de un lado como de otro.