Sociedad

Cuando la cantina es el único centro social de un pueblo sin tienda ni banco ni cura

“Es importantísimo sacar a la gente de casa”, asegura Ramiro Ibáñez, vicepresidente de la Diputación de Burgos

Típico pueblo de la España Vaciada
Típico pueblo de la España VaciadaIcalIcal

Los alcaldes de los pueblos pequeños de Castilla y León luchan a brazo partido por tener un bar, ya sea privado o una cantina municipal, pues cuando se cierran las tiendas de alimentación, el banco hace tiempo que dejó de pasar por allí y ni siquiera el cura va todas las semanas, el único lugar que les queda a los parroquianos para socializar es el bar, sobre todo en invierno.

“Es importantísimo sacar a la gente de casa”, ha asegurado en declaraciones a EFE Ramiro Ibáñez, vicepresidente de la Diputación de Burgos, administración que vuelve a reservar partida en el presupuesto de 2024 para ayudar a que los bares de pueblo no se cierren porque “donde hay vida hay pueblo”.

La institución provincial contará con 600.000 euros para ayudas directas a titulares de bares de pueblos de más de 100 habitantes, con las que se centrarán en “ayudar directamente a los que los están explotando, porque es una manera de crear puestos de trabajo y mantenerlos”.

El objetivo es que esas personas que se compromenten a tener abierto un bar de pueblo puedan recibir el apoyo de la Diputación, que “algo ayudará para pagar la cuota de autónomos o lo que sea”, y que se suma al que suelen ofrecer los propios ayuntamientos en la medida de sus posibilidades.

El Boletín Oficial de la Provincia publica, de manera recurrente, anuncios municipales para el arrendamiento de las cantinas, tabernas y bares de localidades de todos los tamaños, sobre todo pequeñas, con condiciones ventajosas: bajas rentas, gastos cubiertos o incluso vivienda garantizada.

Fuentenebro es una de las localidades que ha lanzado uno de esos anuncios, y oferta su bar por 10 euros al mes, mientras que Quintanavides lo ha hecho por 50 y Doroño, que junto al bar ofrece una pequeña tienda de alimentación, lo ha sacado por 250, y en Riocavado de la Sierra lo han ofrecido gratis, y con vivienda, según los anuncios del BOP.

“Es una de las aspiraciones de los alcaldes”, ha asegurado Ibáñez, que están invirtiendo fondos de las convocatorias de planes provinciales para adecentar cantinas o casas del maestro como vivienda, y acudiendo también a programas como el Rehabitare de la Junta de Castilla y León, para mantener o atraer población, mejor si es joven y con hijos.

El vicepresidente de la Diputación ha insistido en la importancia de pequeños detalles como que haya misa diaria, pues eso hace que los vecinos salgan de sus casas, y una vez que han ido a misa, se van a tomar un cafecito al bar o a comparar algo a la tienda, y “qué bonito es ver ese movimiento en los pueblos”, que se ha ido perdiendo porque en muchos ni hay misa, ni tienda ni bar.

Por ese motivo, la Diputación abrió una línea de ayudas en pandemia para que los bares se pudieran mantener abiertos, y la propia Junta de Castilla y León anunció el pasado septiembre que darían ayudas de 3.000 euros para mantener los “centros de ocio y convivencia social” en municipios de menos de 100 habitantes, como apoyo para el pago de gastos corrientes.

Ramiro Ibáñez ha asegurado que eso es lo que son los bares en los pueblos de la España Vaciada, un centro de ocio y socialización, que en muchos casos se completan con una pequeña tienda que da servicio básico a los vecinos, o la venta de la quiniela.

“Nuestros pueblos no pueden dejar de tener vida porque sino son un pueblo fantasma”, ha insistido el diputado provincial, quien considera que es labor de todas las instituciones “conseguir que donde no ha desaparecido se mantenga la convivencia del bar” y reactivarlo en aquellos lugares en los que se pueda, con ayudas y todas las facilidades posibles.