Historias de agosto

Dos emprendedores

Calor en Córdoba
Calor en CórdobaSalasAgencia EFE

El señor Cayo, que todos los años al llegar la primavera salía a vender el tiempo que le había sobrado del invierno –que era mucho, porque no lo perdía, ni lo malgastaba, ni lo mataba– por los pueblos del contorno, y allá donde iba acudían todos los vecinos a escuchar el pregón de la mercancía, y se apiñaban después alrededor de él, ansiosos por comprarle un par de horas, o una tarde entera, antes de que se le acabaran las existencias.

–Deme cuatro horas, que esta noche va a venir mi novio a verme.

–Y a mí ocho, que voy algo atrasado con la siembra.

–A mí póngame medio día, que tengo mucho que pensar.

Y Blas Cuende, que explicaba así su proyecto a todos los que quisieran oírle:

–Una casa en la montaña. O cerca de la playa. Los clientes la alquilan para pasar en ella unos días. O unas horas. La casa, aislada y solitaria, con su jardincito. Se encierran en ella, pasan allí dentro el tiempo que quieran. Luego, cuando salen y vuelven a la vida rutinaria de cada día, se les restituye. Que han estado dos días, pues se les devuelven los dos días, con una tarjeta que diga: canjeable por dos días. Que han estado doce horas, se les restituyen las doce horas. Con una particularidad: ese tiempo lo pueden añadir a su vida cuando ellos quieran. Quiero decir que podrán prever de antemano lo que van a hacer con él, en qué lo van a gastar, cómo lo van a vivir: con la familia, o trabajando, o tumbados en el sofá. Un tiempo de más a su entera disposición; como una paga extra, pero en horas, o en días, quién sabe si hasta en semanas o meses. Eso al principio, en una primera etapa. Hasta que el negocio se consolide. Luego se ofrecerá la posibilidad de que esas mismas horas o días o semanas en la casa se puedan volver a vivir en el pasado. Es decir, que el cliente elegiría la época de su vida en la que podría disfrutar de ese tiempo regalado, en la infancia por ejemplo, y de este modo lo de recuperar el paraíso perdido dejaría de ser un sueño de poetas, o en la adolescencia, o en aquel año o aquella temporada en que fue feliz…