Cataluña

Aragonès se pliega a Puigdemont por miedo a la ruptura del Govern

El president anula toda su actividad para volcarse en la atención a la detención del expresidente de la Generalitat y se desplaza a Cerdeña

El presidente de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès.
El presidente de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès.Marc BrugatEuropa Press

Carles Puigdemont sigue generando mucho miedo en las filas de Esquerra. Pere Aragonès dio sobradas muestras ayer en este sentido al plegarse al expresidente de la Generalitat: anuló toda su agenda, convocó al Govern para reunirse de urgencia y se desplazó a última hora de la noche hacia Cerdeña para arropar a Puigdemont. El objetivo del president pasaba por esquivar cualquier muestra de malestar en JxCat para evitar una ruptura en el Govern, opción que en las últimas semanas ha cogido un ligero vuelo después del choque por la mesa de diálogo.

En JxCat acabaron ayer satisfechos con la actitud mostrada por el president y alejaron toda opción de ruptura. En las filas posconvergentes descartan salir del Govern porque son conscientes de que, fuera de la Generalitat, el despliegue del partido –que está todavía en fase de desarrollo– podría quedar comprometido. En Esquerra tampoco se plantea la ruptura a iniciativa propia, aunque hay dirigentes que, en privado, también señalan que no harían ningún esfuerzo por retener a JxCat si saliera voluntariamente porque entienden que los de Puigdemont van a intentar desestabilizar para evitar que Aragonès se consolide.

En todo caso, la figura de Puigdemont despierta temor en Aragonès por múltiples motivos. Por un lado, porque continúa manteniendo una capacidad de arrastre sin parangón en el independentismo y le conviene corregir la mala relación que tienen para tratar de ir ganando popularidad. El expresident ha reprochado siempre que Aragonès le haya dedicado poca atención (apenas le ha visitado en el «exilio») y, como respuesta, el actual líder del Govern ha decidido desplazarse hasta Cerdeña acompañado por el vicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró, en una buscada imagen de unidad en el Govern.

Por otro lado, porque dinamita el plan de Govern de volcarse a cuestiones de ámbito social y económico y dejar atrás el «procés», y la mesa de diálogo. En este sentido, Aragonès ya ayer elevó el tono frente al Gobierno y avisó que la detención de Puigdemont «no ayuda» a la resolución de la crisis política, mientras Oriol Junqueras avisó directamente que la mesa de diálogo queda «en peligro». Lo cierto es que, en función del desenlace del proceso judicial contra Puigdemont en Italia (la cita clave está fijada para el 4 de octubre), puede dar al traste la legislatura española porque Esquerra tendrá pocos incentivos para seguir dando apoyo al Gobierno en todas y cada una de las medidas que deben ir aprobando en el Congreso de los Diputados.

También es cierto que va cogiendo fuerza en el independentismo la tesis de que el Poder Judicial (jueces) está desligado del Poder Ejecutivo (Gobierno) y eso permite liberar de presiones a Esquerra. De momento, los republicanos apuestan por mantener la vía del diálogo con el Gobierno, aunque son conscientes de que la situación de Puigdemont puede desatar un huracán de un momento a otro. En este punto, también estarán pendientes de cómo respira la calle: por ahora, en las últimas horas, se han registrado concentraciones de poca entidad en apoyo al expresident.