Opinión

Dos escritoras

El primer milagro de Santa Teresa de Jesús. Cuadro de Luis de Madrazo.
El primer milagro de Santa Teresa de Jesús. Cuadro de Luis de Madrazo.Luis de Madrazo

Se celebró el lunes pasado en España el Día de las Escritoras y, aunque un poco tarde, no quiere uno dejar pasar la oportunidad de rendir un modesto homenaje a dos de las más grandes de las letras españolas. Las dos, además, con el mérito añadido de haber escrito en unos tiempos en que la dedicación literaria femenina era considerada una rareza. Hablo de santa Teresa de Jesús (1515-1582) y de la mexicana sor Juana Inés de la Cruz (¿1648?-1695).

De la santa de Ávila se puede decir que pocos han escrito como ella, con esa frescura y esa “gracia y buena compostura de las palabras”, según dijo de ella el maestro fray Luis de León, y ahí está, para el que quiera comprobarlo, su Libro de la vida. Suerte para la literatura y los lectores que esta “fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz”, como la describió el entonces nuncio papal en España, hiciera caso omiso de los consejos y advertencias de san Pablo (“Las mujeres cállense en las iglesias, pues a ellas no les toca hablar, sino mostrarse sujetas”), y, sobreponiéndose a las dificultades, escribiera “casi hurtando el tiempo, y con pena, porque me estorbo de hilar, por estar en casa pobre, y con hartas ocupaciones” (Libro de la vida).

Sor Juana, aficionada desde muy niña a los libros, no vio cumplido su deseo de estudiar en la universidad, reservada celosamente, en el México de la época, para el clero masculino, y a los dieciocho años se hizo monja, tal vez para poder dedicarse por entero a su pasión por el estudio, sin obligaciones que la apartasen del “sosegado silencio de mis libros”.

Sor Juana Inés de la Cruz es una de las escritoras más conocidas de los Siglos de Oro. Su personalidad trascendió su propia época
Sor Juana Inés de la Cruz es una de las escritoras más conocidas de los Siglos de Oro. Su personalidad trascendió su propia épocalarazon

Su poesía, muy variada, está llena de ingenio e inteligencia. Feminista avant-la-lettre y defensora convencida de la dignidad de la mujer, trata en algunos de sus poemas de lo que entonces se llamaba la “cuestión femenina”, como en el que comienza así: “Hombres necios que acusáis / a la mujer sin razón…”