
Historia
Las antiguas exhibiciones de seres humanos deformes en Barcelona
Entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, el Paral·lel barcelonés se convirtió en escenario de ferias y espectáculos donde se exhibían personas con malformaciones físicas y condiciones poco comunes

Entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, el Paral·lel barcelonés se convirtió en escenario de ferias y espectáculos donde se exhibían personas con malformaciones físicas y condiciones poco comunes, dentro del fenómeno internacional conocido como freak shows. Este tipo de representaciones, muy populares en Londres, París o Nueva York, llegaron a Cataluña como parte del circuito de teatro y barracas de feria. 
Según documentos de la época, los espectáculos mostraban mujeres barbadas, niños y adultos con gigantismo, personas con hipertricosis o enanismo. Uno de los casos más conocidos fue “La Mujer Barbuda de los Pirineos”, anunciada en Barcelona en 1882. También se presentaron los famosos “hermanos siameses italianos Tocci” a finales del siglo XIX, y numerosos artistas con características físicas extraordinarias durante ferias del Vallès, el Bages o el Baix Llobregat. 
Los historiadores señalan que, en aquel tiempo, estas personas eran frecuentemente estudiadas por la medicina incipiente. El Hospital Clínic de Barcelona y la Acadèmia de Ciències Mèdiques documentaban casos de acondroplasia, gigantismo y otras malformaciones, aunque las exhibiciones públicas seguían siendo legales y socialmente aceptadas. 
Con el paso del tiempo, especialmente a partir de los años 40 y 50, el interés se desplazó hacia la investigación científica y el respeto ético. Las exhibiciones desaparecieron casi por completo de los espectáculos públicos en los años 60, coincidiendo con la expansión de la sanidad pública y un cambio social que rechazó este tipo de atracciones. 
Los expertos consideran estas muestras como una parte fundamental de la historia cultural del Paral·lel y del teatro popular en Cataluña, subrayando la importancia de conservar los registros como testimonio de una época en la que la curiosidad y la ciencia caminaban de la mano con el entretenimiento. 
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