Urbanismo

Esta Barcelona está desapareciendo: edificios históricos tapiados, cerrados y sin plan de futuro

Desde teatros abandonados hasta masías medievales: el patrimonio arquitectónico de Barcelona se degrada

Esta Barcelona está desapareciendo: edificios históricos tapiados, cerrados y sin plan de futuro
Esta Barcelona está desapareciendo: edificios históricos tapiados, cerrados y sin plan de futuroCC BY-SA 4.0 / Wikimedia Commons / PaulamatbarCC BY-SA 4.0 / Wikimedia Commons / Paulamatbar

Barcelona, referente mundial del urbanismo y el diseño, también esconde una cara mucho menos glamurosa: la de sus edificios históricos de Barcelona cerrados, tapiados y sin uso, convertidos en ruinas urbanas en pleno centro de la ciudad. Mientras se levantan nuevos bloques de lujo y se multiplican los hoteles, la historia tangible de la ciudad se apaga tras muros desconchados y carteles de “prohibido el paso”.

La falta de políticas efectivas de conservación, la lentitud burocrática y el desinterés institucional han condenado a decenas de inmuebles de valor patrimonial. Algunos están en manos privadas. Otros, en manos públicas. Pero todos comparten el mismo destino: el olvido.

1. El Teatre Principal: el teatro más antiguo de la ciudad, cerrado sin fecha de reapertura

Ubicado en plena Rambla de Barcelona, el Teatre Principal es el teatro más antiguo de la ciudad. Fundado en 1579, fue durante siglos un símbolo de la cultura popular barcelonesa. Hoy, en cambio, es un edificio tapiado, sin actividad y sin proyecto claro para su rehabilitación.

Después de cerrar en 2006, reabrió brevemente con funciones intermitentes y conciertos. Pero en 2017 cerró definitivamente, y desde entonces, permanece inutilizado en una de las arterias más transitadas de Europa. La última tentativa fue convertirlo en discoteca, una idea que fracasó estrepitosamente.

Su abandono no solo supone una pérdida cultural: es una postal vergonzosa del deterioro institucional. Mientras se promociona la cultura a golpe de titulares, un teatro con más de 400 años de historia muere en silencio en el corazón de la ciudad.

2. La casa natal de Santiago Rusiñol: tapiada desde hace más de una década

En el número 37 de la calle Princesa, en el barrio de la Ribera, se alza una finca tan discreta como relevante: la casa donde nació el pintor Santiago Rusiñol en 1861. El edificio, propiedad privada, está tapiado desde 2011, tras varios intentos de ocupación.

Hubo un plan para convertirlo en un hotel boutique, pero la moratoria hotelera impulsada por Ada Colau lo frustró. Desde entonces, ni hotel, ni museo, ni centro cultural: el edificio sigue cerrado, deteriorándose a pasos agigantados, sin que nadie asuma responsabilidades.

No hay placa conmemorativa, ni proyecto de conservación, ni voluntad de poner en valor la figura de uno de los referentes del modernismo catalán. Una ciudad que no protege sus raíces no puede presumir de cultura.

3. La Torre del Fang: una masía medieval atrapada en el caos urbanístico

La Torre del Fang, ubicada en el barrio de La Sagrera, es una antigua masía del siglo XIII. Su nombre proviene del barro (“fang”) de las tierras donde se construyó. Aunque fue catalogada como bien cultural de interés local en 1984, hoy está cerrada, sucia y olvidada.

Su desgracia vino con las obras interminables del AVE y la estación de La Sagrera. Desde entonces, ha sido vallada, tapiada y excluida de cualquier proyecto real de recuperación. Los vecinos llevan años reclamando su rehabilitación como equipamiento cultural o centro cívico, pero el consistorio no ha movido ficha.

Una ciudad moderna que desprecia su historia

Barcelona presume de ser una ciudad abierta, cosmopolita y avanzada. Pero cada edificio histórico cerrado, cada teatro olvidado o masía arrinconada cuenta una historia de negligencia política, abandono institucional y desprecio por el legado común.

El patrimonio no se construye solo con slogans turísticos o exposiciones puntuales. Se defiende con hechos. Y hoy, en Barcelona, esos hechos brillan por su ausencia.