Risas y música
El luthier que tomó la palabra
Libros del Kutrum recoge en un libro las memorias de Carlos Núñez Cortés, uno de los integrantes de la mítica formación humorística y musical argentina
Es uno de los nombres míticos de las artes escénicas. Han recorrido el mundo entero con su particular manera de entender el humor y la música. Les Luthiers han hecho de su trabajo en cualquier teatro un arte. Coincidiendo con la despedida de la formación de los escenarios llega a las librerías la autobiografía de uno de sus integrantes que es, a su vez, la de la misma compañía. «Memorias de un luthier», publicado por Libros del Kultrum, es el relato en primera persona de Carlos Núñez Cortés, responsable, entre otras cosas, de algunos de los mejores instrumentos del grupo, como el tubófono silicónico eromático o la marimba de cocos.
El músico y cómico estuvo ayer en Barcelona para presentar su libro. Previamente habló con este diario de su libro que hace cinco años ya salió en Argentina. «El libro es un facsímil de lo que ya salió en Argentina, pero agregué una llamada al epílogo. Lo hice hace cinco años, pero la historia siguió un poco más. El grupo siguió, sigo en contacto. Yo no dejé de ser un luthier. Me bajé del escenario voluntariamente en 2017, en Mérida, el mejor lugar del mundo. Cuando llega ese momento, como el oficinista que deja de trabajar y le regalan un bolígrafo, una semana después recibí el Premio Princesa de Asturias», recordó Núñez.
Al hacer memoria y rememorar lo que han sido estos años de andadura, desde que Gerardo Masana fundara el grupo en 1967, Carlos Núñez aseguró que «el éxito para nosotros fue como un milagro. No fue nada proyectado. Todo fue una feliz conjunción de media docena de factores. Todos hacíamos una actividad en otro lado. Íbamos a la facultad de ingeniería a cantar clásico, por ejemplo, las cantatas de Bach. Éramos estudiantes universitarios. En todo grupo hay siempre quién quiere hacer algo especial. Además de la polifonía éramos unos pocos a los que nos gustaba el humor, que queríamos hacer un chiste sobre un compositor como Palestrina. Allí empezó la historia».
En esa historia, Gerardo Masana fue un factor decisivo, como rememoró el autor de «Memorias de un luthier». «Gerardo fue nuestro “big band”. Era cinco años mayor que nosotros. Estaba casado, era una persona responsable. Gerardo era un personaje inolvidable, con unas características inolvidables. Tenía un don de gentes. Un día descubrió en un baúl una partitura de una opereta de Guzmán y Cuesta titulada “Il figlio del pirata”. Era una zarzuela en castellano macarrónico. Nos dijo que quién se animaba. La cantamos. Se apuntaron diez», dijo.
Cuando se le pregunta a Carlos Núñez Cortés cómo debe ser el luthier perfecto, responde que «el luthier ideal en primer lugar es músico. También humorista. En tercer lugar es actor. Fuimos muy caraduras porque a nadie se le hubiera ocurrido subir a un escenario, además de un sentido de humor desarrollado».
¿Y hay límites para el humor? Núñez lo tiene claro: «Hay dos aspectos en este tema. Hay límites y también autocensura, pero son cosas distintas. Jamás haría un chiste sobre el Holocausto. Pero me surge hacer chistes sobre la personalidad de un argentino porque hacemos aguas por todos lados, con muchos defectos. Nos divierte hacer chistes sobre los argentinos. Le confesaré que hay chistes de judíos que son maravillosos. Pero, volviendo a la pregunta, no hablo de sexo porque con tantos movimientos se podrían hacer algunos maravillosos».
Les Luthiers siguen invitando a la risa, a reír con esos instrumentos tan complejos como surrealistas que parecen, en ocasiones, sacados de las películas de Charlie Chaplin, un cómico al que adoran. ¿Hay legado? «El legado creo que es una especie de descubrimiento de que se puede reír mucho con material noble, lindo, inteligente. Te puedes reír con los juegos de palabras».
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