Espacio

Las nuevas islas de plástico están en el espacio

La ciencia pone sobre la mesa la urgencia de un tratado internacional para regular la basura espacial

Rotura de un satélite
Rotura de un satélite European Space AgencyWikimedia Commons

Si bien la contaminación es un tema del que cada vez más personas toman conciencia, es difícil imaginar el alcance que ésta puede llegar a tener. Y no se trata solamente de las toneladas de desperdicios que se generan a diario, sino de la distancia a la que podemos encontrarnos con éstos. Estamos hablando de miles de kilómetros sobre la superficie terrestre, más concretamente, en el espacio.

En una colaboración internacional entre varios grupos científicos se ha llegado a la conclusión de que la urgencia por elaborar un tratado común para la preservación de la órbita terrestre es cada vez mayor. El equipo sorprende por su heterogeneidad, ya que en él se pueden encontrar desde expertos en tecnología de satélites hasta biólogos especializados en contaminación plástica oceánica.

Esta misma semana, en la que casi 200 países firmaban uno de los tratados internacionales más importantes para la preservación de la vida en los océanos, han puesto en manifiesto la necesidad de no repetir los mismos errores en otro sistema no tan explorado: la órbita terrestre.

Entre otros problemas, destacan el aumento exponencial del número de objetos orbitando alrededor de la Tierra y la posibilidad de que zonas extensas de la cúpula celeste queden inhabilitadas por ellos. Afirman que, si no se actúa pronto, podría llevar a la humanidad a enfrentarse con grandes problemas en el futuro en lo que a las nuevas tecnologías se refiere.

Los satélites forman parte de nuestras vidas

Nuestro día a día depende ya, en gran medida, del trabajo que realizan los satélites. Gracias a ellos podemos mantener nuestros dispositivos móviles conectados a la red, buscar una localización exacta o predecir los fenómenos meteorológicos que ocurrirán en los próximos días. Pero, pese a que esta tecnología ha permitido a la sociedad avanzar en muchos aspectos, los expertos temen que el crecimiento exponencial del número de estos aparatos en órbita pueda resultar un problema en pocos años.

El motivo de esta preocupación es la cantidad de objetos abandonados, también denominados “basura espacial” que orbitan alrededor del planeta Tierra. Actualmente están registrados 9.000 satélites cuya posición es conocida, pero se estima que existen más de 100 billones de piezas de antiguos satélites rodeando nuestro planeta. Además, si se siguen enviando objetos al espacio sin ningún tipo de control, se prevé que para 2030 el número de satélites puestos en órbita aumente hasta 60.000.

Es por ello que los científicos solicitan un tratado jurídico vinculante para garantizar que la órbita de la Tierra no se vea perjudicada irreparablemente por esta expansión de la industria espacial. Para que el acuerdo cumpla las necesidades de preservación de este espacio, contemplan la inclusión de medidas que hagan responsables a los productores y usuarios, tanto del satélite como de los desechos, desde su lanzamiento hasta el fin de su vida útil. También se propone tener en cuenta los costos comerciales para incentivar el cumplimiento de estas propuestas.

Contaminación marina: posible escenario futuro para el espacio

Las iniciativas planteadas para la preservación de una órbita terrestre limpia no distan mucho de las que se han estado negociando estas últimas semanas con relación a los mares internacionales. Con este tratado global para la preservación de los océanos se pretende proteger la vida marina que habita en alta mar. Un acuerdo que ha tardado 20 años en tomar su forma final. En éste se recogen temas tan importantes como el amparo legal para la protección de grandes áreas marinas frente a la pérdida de la biodiversidad, la colaboración internacional en los estudios genéticos de éstas y la evaluación del impacto ambiental de las actividades industriales, como, por ejemplo, la minería en aguas profundas.

Unas medidas que, para muchas personas del ámbito científico y de la conservación medioambiental, llegan tarde. Durante decenas de años los océanos de todo el planeta han sufrido la sobrepesca, la destrucción del hábitat de millones de vidas marinas, la explotación minera y la contaminación por plásticos.

Es por ello que, vistas las similitudes con el camino que está tomando la basura espacial, se ha publicado hoy en la revista Science un artículo donde se pone sobre la mesa la urgencia de llegar a un tratado internacional que regule la situación de dichos satélites. El artículo está escrito en colaboración con la Universidad de Plymouth, Iniciativa Arribada, la Universidad de Texas en Austin, el Instituto de Tecnología de California, Spaceport Cornwall y la Sociedad Zoológica de Londres.

Entre el personal investigador a cargo de este artículo, sorprende encontrar personas dedicadas a la biología marina. Entre éstos destaca la presencia del académico que dirigió el primer estudio sobre microplásticos marinos, hace casi 20 años, y varias personalidades científicas que contribuyeron al compromiso de desarrollar un “Tratado Global del Plástico”. Un pacto firmado por 170 líderes mundiales en la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente en marzo de 2022.

Creen que, si tenemos en cuenta todo lo aprendido sobre los errores cometidos con nuestros océanos, podremos llegar a evitar la misma catástrofe en el espacio. Para ello, debemos trabajar colectivamente y evitar dañar una zona de uso común como es la órbita terrestre. De manera que, un acuerdo global como el alcanzado para los océanos, podría frenar de forma efectiva los problemas futuros que acarrearía el numeroso aumento de objetos de origen humano en la bóveda celeste.

QUE NO TE LA CUELEN

Recuerda que un satélite es cualquier objeto orbitando alrededor de otro. Éstos pueden ser de origen natural (como la Luna) o de origen artificial (como los satélites meteorológicos). En este caso, hablamos siempre de satélites de origen humano, ya sea el aparato completo o partes que se pudiesen haber desprendido.

REFERENCIAS (MLA):