Política

Objetivo: derribar a Oltra para tumbar a Ximo Puig

La oposición endurece su ataque contra la vicepresidenta por la gestión de los centros de menores

La vicepresidenta de la Generalitat Valenciana, Mónica Oltra (i), y la líder de los comuns en el Parlament, Jéssica Albiach (d), en la III Assemblea Nacional de los comuns, a 21 de noviembre de 2021, en BarcelonaPau Venteo / Europa Press21/11/2021
La vicepresidenta de la Generalitat Valenciana, Mónica Oltra (i), y la líder de los comuns en el Parlament, Jéssica Albiach (d), en la III Assemblea Nacional de los comuns, a 21 de noviembre de 2021, en BarcelonaPau Venteo / Europa Press21/11/2021Pau VenteoEuropa Press

Es el centro de las críticas de la oposición. El PP, Ciudadanos y Vox han encontrado en la vicepresidenta y consellera de Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, el lugar por al que apuntar para desgastar el Gobierno valenciano.

El último ejemplo se ha visto esta semana en la sesión de control al presidente de la Generalitat, Ximo Puig. Tanto los populares como la formación de Inés Arrimadas usaron la gestión de Oltra para desacreditar uno de los buques insignia de la izquierda: el feminismo.

Señalan a la vicepresidenta, pero hacen responsable al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, porque no actúa contra ella. Eso sí, el silencio del jefe del Consell dejó en evidencia que tampoco es una prioridad su defensa.

Ciudadanos optó por una «perfomance». Los 13 diputados lucieron una camiseta con la cara de la vicepresidenta que decía: «Oltra, vete ya». Usaban así una estrategia que dio grandes éxitos a Compromís ahondando en la cuestión que más ha desgastado política y personalmente a Oltra: la sentencia contra su ex marido, Luis Eduardo Ramírez. Está condenado a cinco años de prisión por haber abusado de una menor a la que tutelaba en un centro de menores responsabilidad de la Conselleria que dirige Oltra.

La puesta en escena aseguraba una repercusión mediática que merecía una respuesta del presidente Puig, que no se produjo.

Guardó silencio y fue el conseller de Educación, Vicent Marzà, curiosamente al que sale en las quinielas como delfín de Oltra, el que le dijese lo que necesitaba oír. «Violencia es lo que se está ejerciendo sobre la vicepresidenta», vino a decir, y añadió su gran trabajo en políticas sociales.

La vicepresidenta aceptó con estoicismo lo que se le venía encima. Cuando el presidente de Les Corts, Enric Morera, supo que los diputados de Ciudadanos llevaban camisetas con su cara, le preguntó. Existe una resolución en el reglamento de Les Corts que regula esta cuestión y su aplicación habría evitado la foto, pero no el debate. Es más, probablemente habría que haber expulsado a los diputados del hemiciclo, con lo que el lío ya estaba montado. «Hay que respetar su libertad de expresión», dijo Oltra. Y aguantó.

Quizás esperaba que Puig diese la cara por ella, como lo ha hecho ella cuando el PP saca el caso de las subvenciones públicas de la que se han beneficiado las empresas de sus hermanos. Si fue así, se equivocó.

Desde Compromís asumen ya la situación y se preparan para que la presión no disminuya. Al contrario, consideran que la visibilidad que logró Oltra con el acto «Otras políticas» aumentará las críticas.

Sin tregua

La síndica de Ciudadanos, Ruth Merino, ha sido muy dura con esta cuestión. Cuando se conoció que la sentencia de Luis Eduardo Ramírez presentó la reprobación de Oltra que, aunque fue rechazada con la mayoría «botánica», puso una vez más a la vicepresidenta en el centro.

Por su parte, el PP ha logrado que el Comité de Peticiones abra una investigación sobre la gestión de los centros de menores de la Comunitat Valenciana, tarea en la que ya está también el Síndic de Greuges. Además, ha pedido que se abra una comisión de investigación en el Congreso sobre explotación sexual y abusos a menores de edad en Baleares y en la Comunitat Valenciana.

«Si quiere recuperar la dignidad de su gobierno, suba aquí, destituya a Oltra y pida perdón por todo lo ocurrido», reitera la portavoz del PP, María José Catalá.

Sin embargo, por muy tensas que sean las relaciones entre ambos es impensable que Puig haga lo que le pide la oposición. Aunque el socialista aspire a ampliar su mayoría, ninguna encuesta se la da.