Opinión

Aniversario de la dana: "No estáis solos". ¿O sí?

Quiso el monarca abrazar con sus palabras a todas esas vidas rotas en mil pedazos el 29 de octubre de 2024

Los Reyes Felipe VI y Letizia en el funeral de Estado del miércoles pasado en Valencia
Los Reyes Felipe VI y Letizia en el funeral de Estado del miércoles pasado en ValenciaAgencia EFE

Alicante enmudeció y lloró en silencio, y los 190 kilómetros que la separan de Valencia se convirtieron en cero. Y la ciudad perdió su pulso el 29 de octubre, cuando se cumplía un año de la dana que partió por la mitad a la Comunidad Valenciana.

«No estáis solos», dijo el Rey Felipe VI a los familiares de las 237 víctimas mortales de la tragedia, a quienes se honró, recitando sus nombre y apellidos uno a uno, en el funeral de Estado laico del miércoles en Valencia. ¿O sí?, me pregunto. Imposible contener las lágrimas en un acto laico cargado de solemnidad y dolor.

Quiso el monarca abrazar con sus palabras a las personas que perdieron a su madre, a su marido, a su primo… a todas esas vidas rotas en mil pedazos el 29-O.

Era necesario honrar a los fallecidos; pero la herida de la dana no ha cicatrizado y se revivió el fatídico día en que el agua, con la fuerza de un tsunami de tierra a mar, arrasó Valencia. Y cambió para siempre y para nuestra desgracia la historia de la Comunidad.

De todas las lecciones que hemos aprendido en un año, me quedó con la solidaridad sin fronteras hacia Valencia; me quedó con la necesaria revisión de los protocolos de actuación por emergencia y con la también necesaria toma de conciencia por parte de la sociedad sobre el riesgo que tiene la Comunidad de sufrir danas.

Y en Alicante, nada más comenzar la actividad lectiva, cerraron los colegios por la lluvia. Y el 9 de Octubre -no había otro día- llegó el primer Es Alert a Alicante, con un pitido que nos encogió el alma porque, inevitablemente, nos trasladó a la dana de Valencia.

- Mamá, por favor, no salgas de casa; me ha llegado una alerta al móvil por inundaciones

Pues eso, que por suerte hasta los niños de diez años, como mi hijo Joan, saben leer entre líneas un mensaje por una emergencia climática. Soy optimista.