Política
Nueva etapa para Luis Barcala en Alicante: 14 concejales y sintonía con Valencia
El alcalde podrá gobernar con holgura, con mayor margen de maniobra, y sin estar pendiente de la aritmética
Gobernar en solitario y para todos los alicantinos, y sin depender de la aritmética. Así llega el alcalde de Alicante, Luis Barcala, al pleno de investidura del próximo 17 de junio en el que será reelegido después de haber obtenido 14 de los 29 concejales que conforman la corporación local; o, dicho de otra forma, haber rozado la mayoría absoluta, fijada en 15. El resto de escaños se reparten de la siguiente forma: PSOE, 8; Vox, 4; Acord per Guanyar, la nueva marca de Compromís, y Unidas per Alacant, 1.
Al contar con un respaldo ciudadano mayoritario, Barcala tiene una posición muy cómoda como primer regidor de la ciudad, dado que en la legislatura que ahora acaba gobernó en coalición con los concejales del PP, nueve, y los de Ciudadanos, cinco; la suma de esos escaños son los 14 que ahora tienen los populares.
El resto de escaños sumaban 15, de ahí que para sacar adelante algunos proyectos como la Zona de Baja Emisiones (ZBE) -para restringir la circulación a determinados vehículos en el centro tradicional- se encontrará atado de pies y de manos, al encontrarse con la oposición frontal de Vox. De hecho, ese es uno de los proyectos que tiene ahora Luis Barcala en su hoja de ruta y que le permitieron traer fondos de Europa, al igual que la implantación de un anillo verde para que la ciudad sea más habitable.
El viento sopla a favor de Barcala también en Valencia, dado que la doble convocatoria electoral del 28-M, municipales y autonómicas, ha abierto la puerta a que el Ayuntamiento y la Generalitat estén alineados; algo que ocurrirá si Carlos Mazón, que además es aún presidente de la Diputación de Alicante, logra para ser investido presidente del Consell con el apoyo de Vox o la abstención del PSPV).
Por tanto, podría recuperarse la sintonía entre las dos Administraciones y traducirse en mayores inversiones autonómicas para la ciudad así como en una comunicación más fluida y efectiva a la hora de trasladar reivindicaciones para la ciudad, por ejemplo, en dos áreas tan relevantes como la educación y la sanidad.
Ese es el reverso; el anverso sería que, a la larga y en función de lo que consiga Barcala del nuevo Gobierno valenciano, sus argumentos, más que repetitivos cargando contra la gestión del Consell del Botànic respecto a Alicante, pueden ser utilizados en su contra, si sus demandas no son atendidas.
Desbloqueo
Al gobernar en minoría en el Ayuntamiento, Luis Barcala necesitará el apoyo de algún partido de la oposición, ya sea Vox o alguno de la izquierda, para desatascar precisamente el proyecto de la Zona de Baja Emisiones y otras iniciativas y ordenanzas de calado que tengan que pasar por el pleno. Hay que recordar además que los Presupuestos de este año no están aprobados; están prorrogados los del año anterior.
En la nueva etapa que ahora se abre, que va de 2023-27, Luis Barcala tiene ante sí mismo el reto de tomar decisiones arriesgadas para la ciudad, que acarreen una verdadera transformación de la misma, y resolver asignaturas pendientes en las que, colores políticos al margen, las fuerzas políticas están de acuerdo que hay encarar.
Así en la campaña electoral salió a relucir la necesidad de construir más escuelas infantiles, más centros sociales así como la necesidad de contar con mayores viviendas públicas. Otro de los asuntos en los que hay consenso entre los partidos políticos con representación municipal es en lograr que Alicante sea una ciudad más limpia, mucho más limpia.
Pero también está sobre la mesa mejorar las instalaciones deportivas existentes y ampliarlas y dotar de mayores espacios culturales a la ciudad. La confianza que han depositado los alicantinos en el PP de Luis Barcala, obviamente, está por encima de las matemáticas, de los 14 concejales con los que gobernó con Ciudadanos que son los mismos que tiene ahora en solitario. Está en sus manos decidir cómo gestiona este mandado ahora que emprende viaje en solitario; es decir, con sus compañeros de partido como únicos compañeros de viaje.
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