Largo viaje hacia la niebla
«Arima», el debut de la realizadora Jaione Camborda, nos traslada a la Galicia rural para filmar una historia poética sobre el alma femenina
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La densidad de la niebla se cuela con sigilo por los rincones de un pequeño pueblo de Lugo mientras una mujer observa con precisión la hermosura clásica del cuerpo desnudo de una modelo que posa para ella. En «Arima» todo parece la parte melancólica de un sueño olvidado. La cara desdibujada de unos fantasmas que no tienen cuerpo pero se mueven. Hay un bar con aroma de cabaret donde van a cantar al amor aquellos que dejaron de creer en él, un bosque que se deja vestir por la noche, alguien que pinta y alguien que se deja pintar y el recuerdo todavía vivo de una pérdida familiar. Al contrario de lo que pudiera esperarse, el debut de la cineasta donostiarra, afincada en Santiago, Jaione Camborda no tiene el ritmo del trabajo de una principiante.
El Festival de Cine Europeo de Sevilla acogió el estreno de esta cinta en la sección «Las nuevas Olas» y ahora su presentación se hace extensible al resto de pantallas como demostración de que las mujeres dentro de la industria independiente no solo hacen cine. También lo levantan. «En esta película hablo de lo que sé. Es decir, de mujeres. Con el plus añadido de que yo también lo soy. El resultado es algo muy personal, muy femenino perse y muy íntimo», comenta Camborda. De entre las cinco mujeres que vertebran esta historia, destaca especialmente la figura de Olivia, una niña que está aprendiendo a desenvolverse en la maraña de la vida adulta cuya dualidad psicológica oscila entre la inocencia más blanca y la ligereza de lo despiadado. Tal es la importancia de este personaje que la directora asegura que se inspiró en una escena de ella para armar la cinta: «Todos de alguna manera añoramos esa convivencia de lo imaginado en la sociedad. Esa naturalidad que hay en la mirada de un niño. Incluso desde la perspectiva artística siempre deseamos observar de esa manera. La escena primigenia que provoca todo lo demás está protagonizada por Olivia. Cuando juega a ser mujer, se pone calcetines en el pecho y se maquilla. Esto contenía varios elementos importantes».
Camborda sitúa la importancia de estos elementos en la convivencia natural de la niña con el juego, la separación entre lo imaginado y lo real y el aprendizaje por imitación que lleva a cabo del adulto. Para ser mujer tengo que pintarme como mi madre, andar como ella, tener su mismo cuerpo. Pero en realidad, ¿qué significa ser mujer? Eso parece preguntarse esta cineasta cuya mirada cinematográfica entronca de manera directa con la conocida como generación del Novo Cinema Galego –de la que también forma parte el recientemente galardonado Oliver Laxe, autor de «O que arde»–. «Arima» transita entre imágenes de parajes fantasmales y arquetipos femeninos que guardan secretos. La única figura masculina que aparece en la trama en forma de cazador misterioso sirve para perturbar los corazones y las cabezas de las protagonistas. Mientras, la cadencia de los silencios y la precisión del plano detalle se va instalando poco a poco en el alma, en nuestra particular «arima».