Estrenos en el sofá: “Conquista a medias”, “El ornitólogo” y “Espada de confianza”
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Crítica de “Conquista a medias” : Cyrano de Bergerac en el instituto ★★★✩✩
Dirección y guión: Alice Wu. Intérpretes: Leah Lewis, Alexxis Lemire, Daniel Diemer, Collin Chou. Estados Unidos, 2020. Duración: 104 minutos. Comedia dramática. Netflix
Añorábamos ese cine adolescente que encuentra en los clásicos de la literatura terreno abonado para que entendamos el despertar al amor, la angustia ante el mundo y el paso del tiempo, las ganas de pertenecer o de ser república independiente entre taquillas y chicles rancios. A los textos inmortales de Jane Austen (“Fuera de onda"), Choderlos de Laclos (“Crueles intenciones”) o Shakespeare (”10 razones para odiarte") se añade el “Cyrano de Bergerac” en esta “Conquista a medias”, flamante ganadora del Festival de Tribeca, que reformula el triángulo amoroso imaginado por Edmund de Rostand en clave LGTB. Un simple cambio de género en el escritor de románticas epístolas desencadena un renovado discurso sobre la identidad y la necesidad de aceptarse tan caro a las ficciones “teen”. Así las cosas, la nariz prominente de Cyrano se sustituye por la homosexualidad reprimida de Ellie, que encuentra en la petición de ayuda de Paul para seducir a Aster la excusa perfecta para experimentar su deseo por ella de forma vicaria. En la actualización que Alice Wu hace del “Cyrano de Bergerac” hay espacio para “El banquete” de Platón, el “Cielo sobre Berlín” de Wenders, “Lo que queda del día” de Kazuo Ishiguro y un flirteo por mensajes de móvil que deja el listón muy alto para los adictos a Tinder. A veces “Conquista a medias” va de lista, con sus citas y su estructura capitular tan de película “indie”, pero el irresistible encanto del filme de Wu pasa por encima de sus concesiones a la galería cuando examina las relaciones entre sus personajes, y la acogedora intimidad que los hermana: el modo en que Ellie y su padre viudo comparten cena ante el televisor, siempre con un clásico sintonizado; la calidez con que está retratado el torpe Paul, que puede ser más simple que un monosílabo pero tiene un corazón de oro; la comunión acuática de Ellie y Aster en un estanque dorado. Wu se muestra especialmente sagaz cuando describe la progresiva amistad entre Ellie y Paul, plagada de matices que humanizan la relación de una manera no habitual en el cine adolescente. Cierto es que afloran algunos tópicos y que la escena del clímax en la que se produce el “coming out” del enredo, subraya con demasiada obviedad la cuestión de la fe en uno mismo, pero, en conjunto, el resultado final es tan entrañable como la carta de un primer amor leída cuarenta años después.
Lo mejor: Es cuidadosa y empática en la construcción de los personajes, y adapta con creatividad la obra de Rostand
Lo peor: A veces opta por catarsis que resultan tópicas y muy del gusto del cine americano al uso
Crítica de “El ornitólogo” : Una surrealista película de aventuras ★★★★✩
Dirección y guión: Joao Pedro Rodrigues. Intérpretes: Paul Hamy, Xelo Cagiao, Han Wen, Chan Suan. Portugal-Francia-Brasil, 2016. Duración: 117 minutos. Drama. Filmin
Antes de estudiar dirección y ser abanderado del cine “queer” portugués, Joao Pedro Rodrigues quiso ser ornitólogo. De ahí que lo que el denomina “su película de aventuras”, en la que un estudioso de los pájaros se pierde en un bosque donde lo sagrado y lo profano parecen cavar un singular camino hacia la santidad contemporánea, es, en cierto sentido, una película autobiográfica. A la vez espiritual y desacralizadora, esta enigmática fábula errante, que también es la historia de San Antonio de Padua, es poco menos que impredecible. Frente a una Naturaleza más bien ominosa, Fernando (Paul Hamy) irá perdiendo todo aquello que lo une a la tierra, a lo material, después de ser víctima del asalto de dos turistas chinas que someten a su cuerpo al martirio del “bondage”, –en un homenaje al icónico San Sebastián– de un encuentro sexual con un pastor sordomudo y de adentrarse en un territorio y sin salida donde las ceremonias paganas son el pan nuestro de cada día.
Lo mejor: Lo bien que aprovecha el misterio de la Naturaleza, aunado con la erótica de lo pagano
Lo peor: La mutación del ornitólogo en santo en el último tramo de la película es demasiado caprichosa
Crítica de “Espada de confianza” : Pues, en efecto, la tierra es plana ★★★✩✩
Dirección y guión: Lynn Shelton. Intérpretes: Marc Maron, Jon Bass, Michaela Watkins, Jillian Bell. EE. UU., 2019. Duración: 88 minutos. Comedia. Movistar +
Premio al mejor guion en el último festival de Gijón, el filme parte de una localización y una premisa que bien podrían ser un “sketch” del “Coffee and Cigarrettes” de Jarmusch. En una casa de empeños de Birmingham (Alabama), una espada que cumplió una función decisiva en una batalla cuyo nombre nadie recuerda con exactitud, y que, dicen, convirtió a las tropas confederadas en las auténticas triunfadoras de la Guerra de Secesión, se transforma en el “macguffin” por el cual sus cuatro protagonistas aprenden que hay que confiar en la gente que importa. A Lynn Shelton, que se curtió en la poética del “mumblecore” le interesa más el estudio de personajes que el comentario ácido sobre la América de Trump, a la que parodia desde el cariño de quien cree que los supremacistas blancos se ponen en ridículo en cuanto abren la boca. En todo caso, concluye, los americanos están locos: no hay que ser republicano para creer que la Tierra es plana.
Lo mejor: La escena de la venta de la espada al líder supremacista resulta entre hilarante y perturbadora
Lo peor: Su desenlace es un poco precipitado, y sus ambiciones devienen un tanto modestas