Zaz: “Antes era más combativa, ahora tengo una energía más matizada”
La cantante francesa regresa mucho más atemperada tras un pequeño parón en su carrera y con un quinto disco, “Isa”, en cuyas letras insta a la construcción colectiva de un mundo mejor
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Cambió la naturalidad arbitraria del anonimato y la precaria frescura de las calles y los bares por el encorsetamiento comercial de la industria: es decir, profesionalizó su pasión. Sin embargo, los ojos de Zaz (cuyo nombre real se corresponde con el de Isabelle Geffroy) no han perdido un ápice de ese brillo contestatario que iluminó sus comienzos en la música. Con apenas veinte años, esta estudiante de solfeo se vio inmersa en una popularidad que trajo consigo una década frenética de expansión internacional, viajes, giras y colaboraciones con artistas de la talla de Kelly Clarkson, Quincy Jones o Pablo Alborán si hablamos en clave nacional.
Somos la última entrevista de la mañana y nos reunimos con ella en la planta baja de un conocido hotel de la Plaza de Santa Ana. Han pasado tres años desde que sacara su último disco y unos cuantos más desde que diera una patada metafórica al complaciente patriarcado de hombres acostumbrados a comprar el amor en vez de practicarlo y reivindicara la libertad de comer con las manos en vez de con los cubiertos en la famosa “Je veux”, su particular canción catapulta. Ahora vuelve con la templanza que aporta la cuarentena y con “Isa”, un nuevo trabajo cuyo nombre autorreferencial ya constituye en sí mismo una declaración de intenciones regado de ecología, intimidad, autodescubrimiento y horizontalidad.
Después de su última gira mundial, hablaba de que había entendido por fin su parte adulta. ¿Cuándo deja uno de observar la vida con la mirada de un niño?
Nunca hay que dejar de ver la vida con la mirada de un niño, no hay que hacerlo. Podemos ganar, eso sí, en madurez. Yo por ejemplo he tomado distancia con las cosas, he descansado, di un parón, pero siempre están todas las versiones dentro de nosotros: el adulto, el adolescente, el niño… depende del momento, de nuestra forma de sentir las cosas y de lo que nos ponga la vida por delante. Uno no siempre es adulto, tampoco feliz: las cosas cambian permanentemente. Cuando los padres se hacen mayores, por ejemplo, te das cuenta de esto. Mi padre acaba de entrar en una residencia y hemos tenido que limpiar la casa para venderla; ese tipo de episodios cambian tu mirada, los padres cambian y también tu mirada sobre ellos y sobre ti misma, claro. La vida son periodos, temporadas. Y yo ahora he descubierto una nueva en el que me siento cómoda.
Lleva más de diez años en la industria y en cierto modo podría decirse que ha habido una domesticación de aquella Zaz que convirtió en suyas las calles de París al grito de “Je veux” en 2011. ¿Siente nostalgia de sus comienzos?
La verdad es que no todo lo hice en las calles, también trabajaba en verbenas, en orquestas, en cabarets, en bares musicales, tenía grupos de blues, de jazz, de música latina…Cuando me di a conocer efectivamente cantaba en la calle, pero he hecho un montón de cosas diferentes a raíz de eso. No me siento nostálgica cuando pienso en aquello, pertenecía a otra época y no me arrepiento de nada. Ahora la gente me conoce y siento que he perdido cierta parte de libertad, pero también me ha otorgado otra muy interesante. Soy diferente, aprendo cosas diferentes todos los días, pero sigo desarrollándome enfocada siempre en el futuro.
¿En algún momento pensó que se perdía por el camino?
Siempre me ha gustado hacer muchas cosas a la vez, experimentar con músicas diferentes. Quizás cuando decidí hacer este parón, tenía que haber tomado antes la decisión, pero no fui capaz. Tenía que parar para alimentarme un poco por dentro. No me respetaba lo suficiente, no supe parar, ni decir que no. Pero si las cosas no se hubieran desarrollado así tal vez no hubiera nacido este disco. Nada es un error, todo son experiencias.
¿Cuál diría que es el elemento más diferenciador, más particular, más único de este nuevo trabajo?
Antes era más directa, más combativa, me enfrentaba con más vehemencia a las cosas. Esto es algo que sigue formando parte de mi identidad, pero voy encontrando más matices, menos polaridad, menos blanco o negro. Sigo comprometida con muchas causas a la hora de intentar hacer de este un mundo mejor, pero con cierta resiliencia y encontrando otros caminos. Es una vía nueva la que estoy emprendiendo. Llevo 40 años haciendo las cosas de la misma forma y ahora estoy aprendiendo, tengo que aprender mejor dicho a hacerlas de forma diferente. Por eso en este disco lo que se transmite es que yo me siento más dulce, tranquila, benevolente. Mi corazón y mis ganas son las mismas, solo que ahora se proyectan con una energía más matizada.
En la canción de “Imagine” relata una serie de deseos personales acerca del mundo que quiere dejar y en el que le gustaría vivir actualmente…
Como artista siento que tengo una voz, que tengo cierta responsabilidad y en mi mano está no valorar o no proyectar ciertos comportamientos que son malos para el desarrollo del ser humano como el odio. Quiero unir a la gente, federar, compartir. Hay que tener una especie de ecología personal. Pero no me gustar imponer mi visión del mundo, cada cuál debe descubrir cuál es la suya. Es importante que estemos juntos, unidos y centrados. Lo que quería contar en esta canción es que somos muchos los que queremos un mundo más suave y respetuoso. No estamos solos y hay que mantener la esperanza y la fe: un mundo mejor se está construyendo.
¿Tiene más protección institucional el artista en un país como Francia?
La verdad es que no conozco lo suficiente las instituciones españolas como para responderte bien pero es verdad que en Francia los artistas tenemos muchísima protección, los derechos de autor, el estatuto de los intervinientes en el espectáculo que no sé si existe aquí. Tenemos mucha suerte en Francia porque hay muchas ayudas, el artista es un agente privilegiado dentro del tejido social.
¿Qué le ha dado la música?
Me ha salvado la vida, me ha canalizado, me ha permitido sobrevivir. Y ahora no quiero sobrevivir, quiero vivir. Con el arte te reconoces en las emociones del artista muchas veces, sentimientos que no eres capaz de descifrar solo y esto te despierta, te atraviesa, te conmueve. El arte es una energía vital que brota y la creación es vida. No hay vida sin creación.