Buscar Iniciar sesión

Carla Morrison: “Cuando yo empecé en la música era raro ver a alguien con mi cuerpo, con mi talla”

La célebre artista mexicana se prepara para lanzar su nuevo disco “El Renacimiento”, una suerte de catarsis musical y colocación ordenada de las emociones en cuyas canciones habla por primera vez de forma explícita y clara de temas como la ansiedad
Cortesía UMO agencyCortesía UMO agency
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

Creada:

Última actualización:

Jugó con las mareas que habitaban en nosotros haciéndonos creer que las letras de las canciones que escribía podían trazar con una exactitud milimétrica la arquitectura sentimental de emociones universales que desembocaban en gritos de desamor, tristeza, pérdida o dulzura. Hasta que lo consiguió. Lo hizo tan bien Carla Morrison, canalizó tan valientemente sus aptitudes poéticas y musicales que terminó convirtiendo sus soledades, que eran las de tantos, en composiciones, regalando sus analgésicos dolores en forma de palabras, compartiendo sus estremecimientos más íntimos, dibujando mapas de distancias con la voz.
Esta cantante mexicana nacida en el pequeño pueblo de Tecate, depositario de las tradiciones seculares y ancestrales más representativas del territorio charro que su etiqueta de “pueblo mágico” impone, llevaba cuatro años sin sacar disco, dejándose llorar. Durante este tiempo de pausa, inspiración, creación y reconstrucción han sido muchas las reflexiones, las colaboraciones (con figuras tan alejadas de su estilo como J. Balvin o Ricky Martin) y los cambios que la tres veces ganadora del Grammy Latino ha querido abrazar para dibujar con precisión los contornos de su actual personalidad como artista.
El resultado de esta necesaria toma de aire es “El Renacimiento”, una suerte de catarsis artística en donde Morrison ordena y coloca las emociones en los cajones correctos de su memoria, entre ellos el traumático episodio de abuso sexual que sufrió cuando tenía tan solo 5 años, tal y como explicó en una entrevista televisiva en 2018 y propone una invitación a la reconciliación con uno mismo al tiempo que reivindica el amor propio como principal herramienta de supervivencia. Uno de los aperitivos de este nuevo trabajo lo constituye el single “Contigo”.
“Quiero acercarme, escucharte y tenerte”, clama la cantante en una de las estrofas. Excepto lo tercero, desde LA RAZÓN invertimos los dos primeros deseos y nos sentamos al otro lado de la pantalla para conectar con Los Ángeles, su actual lugar de residencia, y ponerlos en práctica. Hablamos con una de las artistas alternativas mexicanas más relevantes y poderosas del momento sobre las consecuencias de apostarlo todo por el trabajo que realmente deseas, lo necesaria que resulta la terapia y la exposición pública de padecimientos como la ansiedad o la depresión, los prejuicios machistas de la industria musical y la riqueza que implica sentirse de todas partes y al mismo tiempo de ninguna.
¿A qué lugares vuelves con la canción “Contigo”? ¿Con qué partes de ti misma te reconcilias?
Creo que con la parte en la que siento que por fin llegas a una relación y estás tranquilo, bien contigo, donde no necesitas estar todo el rato tratando de quedar bien, regresas a esa parte tuya relajada con la que disfrutas de estar contigo misma. Aunque yo tengo una relación en estos momentos desde hace bastante tiempo llegar a ella me costó un proceso largo y complicado como de renacimiento, necesitaba aprender a amarme a mí misma. En mis otros discos siempre escribía sobre el desamor y de amores inalcanzables, pero me di cuenta de que ya no eran solo los participantes sino también yo la que no estaba haciendo del todo bien ese trabajo que requiere el amor. Tenía muchas cosas que arreglar dentro de mí, aprender a quererme. Después de toda esa odisea acepté quién era y por fin estoy lista si la persona también lo está.
Te habías olvidado un poco de ti.
Totalmente. Creo que ese tropiezo cuando empezamos ya no solo una relación nueva, sino un proyecto por ejemplo que nos importa mucho en donde queremos darlo todo para que salga bien. Esto es algo que yo noté que pasó con mi música: estuve muchos años grabando canciones/girando, grabando canciones/volviendo a girar. No tenía prácticamente una vida personal. Lo aposté todo por el trabajo, pero emocionalmente estaba cansadísima. De modo que creo que sí, que a veces tendemos como a olvidarnos de nosotros mismos y cuando uno vuelve a recordarse como prioridad siente realmente que se equilibra.
¿Por qué decidiste instalarte en Los Ángeles? ¿No está un poco edulcorada esa visión de paraíso en términos de oportunidades laborales?
(Risas). Ahorita es como que me cuesta conocer ese paraíso todavía porque estamos con restricciones y limitaciones aún, pero en realidad el paraíso para mí ha sido París. Antes de venirme aquí yo estaba viviendo allí y siento que es el único lugar en el mundo en el que yo me sentía artista y no sentía culpa. Cuando decía a lo que me dedicaba en otros lugares me solían preguntar “ah, ¿tú escribes? ¿pero cuál es tu verdadero trabajo?”, una pregunta que nunca me hicieron en París. Nos mudamos aquí a Los Ángeles en medio de la indecisión y la inestabilidad de la pandemia. No sabíamos lo que iba a pasar, cómo iban a evolucionar las cosas, cuándo se iba a acabar esto. La familia además está más cerca de aquí y además todo mi equipo de trabajo está acá. Esto es bonito en el sentido de que aquí te encuentras con todo el mundo, puedes colaborar con infinidad de artistas distintos y conocer diferentes ángulos musicales, en este sentido es muy rico, está muy padre. Pero creo que no he podido disfrutarlo lo suficiente por la situación que hay con el Covid.
Arrancas este nuevo trabajo con un primer acto titulado “Ansiedad”. “Quiero hablar y no puedo, respirar, caminar, enfrentarlo y no puedo”. ¿Avanzamos rápido hacia una normalización de la salud mental y de este tipo de problemas o se sigue perpetuando el estigma?
Siento que hay un poco de las dos cosas. Todavía es raro para ciertas personas hablar de que no están pasándolo bien, gran parte de la generación de nuestros padres piensan esto de “por qué te haces bolas, ocúpate en algo”. Pero en nuestra generación creo que es más normal decir que sufrimos ansiedad, aunque mis padres puedan llegar a pensar que estamos locos. Esta canción la quise hacer porque curiosamente, aunque, como te decía antes, siempre he escrito de desamor lo importante era aceptar que yo tenía algo que debía arreglar conmigo misma y todo el mundo pensaba: “Oh Carla es muy abierta en sus canciones de amor”, pero lo cierto es que nunca había sido tan honesta como lo he sido escribiendo una canción sobre la ansiedad. Una canción que habla literalmente de lo que yo siento cada día. Sentía la necesidad de hablarlo y de traer esta conversación a la mesa. Siento que mis fans cuando escuchan mis canciones las platican con gente cercana y al sacar este sencillo, decidimos juntarnos con una organización que se llama “Salven México”, que básicamente es un número de teléfono gratuito al que puedes recurrir para lidiar con ataques de pánico o pensamientos suicidas. Las pequeñas iniciativas surgen desgraciadamente más de las caras públicas y conocidas que de los diputados o los presidentes. No sé por qué, pero cuando una estrella de pop dice algo, se tiene más en cuenta que cuando lo dice un político. Es momento de normalizar la ansiedad, de ser empáticos con la salud mental y conscientes de que es tan importante como la física. Todo está conectado. No podemos estar listos para ganar dinero y no saber cómo gestionar nuestra propia cabeza. No puede ser que vayamos a la escuela para convertirnos en maestros o abogados y nunca supimos cuidarnos.
¿Abrazas el cambio, la mezcla, la experimentación? ¿O te da miedo el hecho de que haber llevado a cabo colaboraciones con estilos tan diferentes al tuyo como los de J.Balvin o Ricky Martin desvirtúe un poco tu esencia y tu personalidad como cantante?
Estoy abierta al cambio, fíjate. Antes solía ser un poco más temerosa pero ahora siento que si no me atrevo a probar otras cosas al final me estoy limitando sin darme cuenta. La música es algo que se comparte, que nos estimula y nos inspira. Nunca me imaginé que podría colaborar con un artista como J. Balvin o como Ricky Martin y para mí fue más como: lo voy a hacer. Sé que las reglas dicen que si hago esto puede pasar esto, pero me da igual. Como mujer ya me siento lo suficientemente condicionada como para además quitarme el privilegio de colaborar con artistas que no suenan como yo.
¿Esos condicionamientos los has percibido como machistas?
Claro. Cuando yo irrumpí en el panorama musical mis canciones eran consideradas súper dramáticas. Hoy en día ya me gané mi lugar y hay quien me considera una especie de poeta, hacen hasta blogs analizando las letras de mis canciones y eso es muy bonito, pero al principio era todo lo contrario. Me decían que era demasiado dramática, demasiado corta venas, no entendían por qué me estaba muriendo por un tipo. Además tenía muchos tatuajes y me consideraban fea por ello, aunque tengo pocos pero se supone que más de los que debería. En México no era tan común entre artistas femeninas, pero ahora ya está mucho más integrado. Cuando yo empecé tampoco había nadie de mi talla, era súper raro ver a alguien con mi cuerpo, yo era la “gordísima”, la “obesísima” y no era cierto obviamente, pero para todos yo lo era. Ahora hay inclusividad y se supone que todo esto no importa, pero en ese momento me hicieron mierda. Me decían como “eres muy gorda, ¿por qué no bajas de peso?” y yo no lo entendía.
Y además norteña.
(Risas) Y además norteña exactamente y en consecuencia muy clara, digo las cosas como son y si me manifestaba públicamente sobre cuestiones sociales o políticas me consideraban grosera, una mamona. Incluso el hecho de no firmar nunca con una casa de discos se me cuestionaba “¿por qué no firmas, por qué tiene que ser todo como tú quieras? Todo el tiempo tuve que nadar contracorriente muy fuertemente. Es curioso porque desde que volví a la música he sentido mucho amor, mucho aprecio, mucha admiración, que todas las cosas por las que luché ya tienen un lugar. Pero en ese momento no faltaban las comparaciones, los insultos, las amenazas. Fueron años muy duros para mí y por eso también me quise alejar y mudar un tiempo a París. Necesitaba apartarme de una narrativa que no era mía, sino que me habían creado y que de repente empecé a creerme. Este cambio de perspectiva me hizo evolucionar y regresar al mismo tiempo al sitio en el que quería estar, me trajo claridad. Por eso el disco se llama “Renacimiento” y por eso los cuatro actos para volver a mí. Esto es un viaje para volver a mí. Todas las canciones son de amor, pero todas hablan por primera vez de mí y no del otro.
Procediendo de un territorio casi mágico como el de Tecate y teniendo tan interiorizadas tus raíces ¿piensas con frecuencia en casa?
Sí pienso en México pero creo que pienso más en mi hogar personal. Desde chiquita yo he tenido un problema con mi identidad, algo que ha estado constantemente persiguiéndome. Nací y crecí en México pero mi papá era americano, entonces como que yo vivía en México pero todas mis cosas las hacía siempre en Estados Unidos y durante la preparatoria me fui a vivir allí. Me siento partida en dos, no sé bien de dónde soy. Mi nombre ya es un ejemplo bien padre de esto ¿no? Carla Morrison. Después cuando me fui a México me sentía muy mexicana y a la vez muy gringa. El día de los muertos, cuando iba a ver a mis abuelos yo acudía al Panteón pero no hacía altares y en el México auténtico sí que se hacen. Y luego me voy a París y allí me siento súper mexicana porque obviamente no soy francesa y ahora estando en Los Ángeles como que te sientes parte de otra onda muy distinta. Así creo que pienso mucho y estoy en la búsqueda constante de encontrarme o al menos de intentarlo. Siempre que me siento perdida, que me siento indecisa pienso en qué haría la Carla acostada en la cama en la casa de mi mamá en Tecate mirando el cielo y el árbol que estaba frente a la ventana. Eso es mi casa: la parte más sencilla y simple de mí.