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“Spider-Man: No Way Home”: un gran poder conlleva un gran taquillazo

Se acabó la espera: Tom Holland, junto a Zendaya y Benedict Cumberbatch, se vuelve a meter en la piel del trepamuros más famoso del cine para poner orden en el multiverso de Marvel

Tom Holland regresa como Spider-Man en su tercera película en solitario, compartiendo cartel con Zendaya, Benedict Cumberbatch, Tobey Maguire y Andrew Garfield
Tom Holland regresa como Spider-Man en su tercera película en solitario, compartiendo cartel con Zendaya, Benedict Cumberbatch, Tobey Maguire y Andrew GarfieldCOLUMBIA PICTURES

Todo es relativo. Sí, la obviedad axiomática de nuestra existencia está muy vista, pero sirva aquí para que entendamos una cifra concreta: 130.000. Como euros, no nos vendrían mal, como segundos de vida por delante, quizá se nos queden cortos, pero aquí son las entradas que «Spider-Man: No Way Home», la nueva entrega del Hombre Araña en el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), ya tenía vendidas en nuestro país a dos semanas de su estreno en cines. Por ponerlo en perspectiva: es el mejor registro de la historia de la taquilla en España, al darse en apenas 24 horas.

¿Qué ha ocurrido para que ese público que se le ha resistido a tantas superproducciones se lance ahora en masa a los cines? La respuesta, en golosa ironía, tiene tres partes como tres actores se han vestido de trepa-muros en la gran pantalla. Por un lado, y de manera obvia, el poder estelar de sus protagonistas, Tom Holland («Lo imposible») y Zendaya («Euphoria»); por otro, la continuación de la saga de películas de Marvel, que aquí encuentra una piedra infinita de apoyo para dejar atrás a los Vengadores originales y dar paso a nuevas historias; y, por último, cabe destacar el componente del cine como evento, con un filme que propone revisar toda la historia de Spider-Man en el cine y adentrarse en el multiverso: Willem Dafoe, Alfred Molina, Jamie Foxx y Rhys Ifans, villanos en las anteriores adaptaciones de Spider-Man, vuelven retomando sus respectivos papeles de monstruos trágicos con los que dieron entidad a las entregas anteriores del superhéroe.

"Spider-Man: No Way Home", protagonizada por Tom Holland, promete ser la película más taquillera del año (Sony Pictures via AP)
"Spider-Man: No Way Home", protagonizada por Tom Holland, promete ser la película más taquillera del año (Sony Pictures via AP)Matt KennedyAP

El niño y los villanos

«Esta es la película en la que me convierto, de verdad, en Spider-Man», explicó Tom Holland a los medios internacionales, haciendo hincapié en ese «man» («hombre») como contrario al «niño». Y sigue: «El poder más importante de mi personaje es el de la humildad. Cuando se pone eso en riesgo, pone a sus amigos en riesgo, y a su tía también. Les ha arruinado la vida y sabe que tiene que hacer algo al respecto. Lo que me gusta, y es algo que nos recuerda lo joven que es Peter, es su ingenuidad pidiéndole a Doctor Extraño que haga que todo el mundo se olvide de quién es. Es algo que solo pediría un crío», añade.

Así, en «Spider-Man: No Way Home» y tras la revelación de la identidad secreta de Peter Parker en la última película, el plácido verano pre-universitario del superhéroe se verá truncado por una ciudad y unos medios sensacionalistas que ya saben quién es. Doctor Extraño (Benedict Cumberbatch) intentará ayudarle con un hechizo de amnesia, pero un error de calculo permitirá que todos los seres del multiverso que conocen su identidad, vengan a nuestra dimensión a por él. La excusa argumental, y también lujo del estudio, nos permite encontrarnos de nuevo con el Dr. Octopus o El Duende Verde: «Para mí ha sido muy emocionante, como actor y como fan de Spider-Man, verles con el vestuario otra vez metidos en el personaje», explicó emocionado Holland, antes de seguir: «Ha sido muy emocionante ver a Alfred Molina alucinar con los avances de tecnología y la evolución en la forma de hacer estas películas. Cuando hizo ‘’Spider-Man 2′' sus brazos eran marionetas, tenía a cuatro o cinco tipos moviéndolos a su alrededor. Esta vez iba subido a una plataforma sobre un mástil con un gran contrapeso. Se podía poner de pie en un extremo y le movían. Era como vez a un niño en una tienda de chucherías».

*Alerta de spoilers. No continúe leyendo si no quiere conocer detalles de la trama de “Spider-Man: No Way Home”.

**En serio, si sigue leyendo, habrá detalles de la trama que sería mejor descubrir, por ejemplo, en el cine.

***Allá usted, le hemos avisado.

La experiencia Spider-Man

Jon Watts, el director de la criatura, maestro técnico en la sombra y hombre-para-todo dentro del universo «marvelita» de la gran pantalla, es consciente de la talla del juguete que tiene entre manos y, en «Spider-Man: No Way Home», aprovecha todos y cada uno de los resortes que han hecho grande a la Casa de las Ideas, pero dándoles un giro: saltándose sin aspavientos la fórmula que siempre parte del drama, gira en la empatía y termina en la catarsis de la gran batalla final, Watts indaga en el drama común (¿Habría sido igual la película sin pandemia? Imposible saber) y consigue trazar una genealogía de lo que significa ser el Hombre Araña. No es tanto volver al manoseado tótem de que «un gran poder conlleva una gran responsabilidad» como entender, en primera persona y por culpa del duelo, cómo de grande es ese poder y cómo de complicado es, a veces, cumplir con esa responsabilidad.

Desvelando muy poco del argumento, que desde sus primeros compases ya hace las delicias de los aficionados más acérrimos presentándonos a un famoso abogado invidente o referenciando frases de anteriores películas, se puede afirmar que «Spider-Man: No Way Home» es, como hemos escrito, la película definitiva sobre la experiencia misma de ser el Hombre Araña, pero desde la empatía del proceso común, de la angustia comunitaria. La mirada de Holland, inocente y aniñada en todas sus apariciones hasta la fecha, se transforma de verdad ante los ojos de los espectadores en la de un hombre afectado por la tragedia, tras la muerte de la tía May (Marisa Tomei) a manos de El Duende Verde. El tramo trágico del filme, inusualmente largo en una producción de estas características, solo ahonda en la medida construcción de personajes de Watts, mucho más que una mera firma en todo el show. Y que ahora, ante el final de la película, será vergel de la maquina de hacer clín-clín.

Quienes se bajaron del carro de los superhéroes en «Vengadores: Endgame» no encontrarán la pasión de los más de 130.000 que inundarán hoy ilusionadoslos cines, pero sería un error arrogante y hasta estúpido despreciar un fenómeno que va a levantar aplausos y gritos en las salas, como esos que hace tiempo no se oyen. No se trata de darle una entidad artística de más o trascendental a la enésima creación de uno de los imperios del entretenimiento más grande que se recuerdan, si no de entender su calado y su poder transformador de la cultura. Al final, quien se acerque al Spider-Man de “No Way Home”, se acercará también al de los cómics, al de las biografías de sus creadores, al de los documentales sobre los actores que le dieron vida o, incluso, a las vidas mismas de personajes como el productor Avi Arad, al que Watts y Kevin Feige homenajean al final de la película.

Más que un ejercicio de nostalgia, al revelarse que los tres Spider-Man de nuestra era comparten protagonismo en la película (Holland, Tobey Maguire y Andrew Garfield), la película que se estrena hoy es una evaluación de la conciencia en términos de inmediatez: las películas de Sam Raimi inauguraron un nuevo género antes de que el franquiciado se pensara en términos genealógicos, y las de Marc Webb recién habían encontrado su tono cuando el UCM les pasó por encima. Nunca tuvieron una segunda oportunidad. Sobre esa segunda oportunidad, y desechando el patriotismo en favor de la misión moral del personaje (ya sabemos quiénes dirán qué cuando la empatía de Peter se pueda leer, por ejemplo, como un análisis positivo de la inmigración), gira toda la película, elevándola por encima de los maniqueísmos propios del sub-género. Sin rasgar las vestiduras de nadie, la película de Watts es abierta y explícitamente política.

“Spider-Man: No Way Home” hace evolucionar al personaje de Holland en dos direcciones: le hace adulto por el ritual de la culpa (trascendental en todas las versiones del Hombre Araña) y le erige como la versión definitiva del mito. Para cuando suena el tema principal de “Spider-Man” (2002), compuesto por el soberbio Danny Elfman, el júbilo se vuelve lágrima por experiencia compartida. Quizá sea algo generacional que se escape a las demás camadas de espectadores, o quizá simplemente estemos ya completamente rendidos ante los mecanismos catárticos de Mickey Mouse, pero, ¿no lo estuvimos casi siempre? Hay un cine que intenta hacernos sentir y, en esos términos, “No Way Home” es brillante, lúdica e inteligente. Solo un idiota negaría la apelación a lo epatante, que la hay, mediante trucos exclusivamente argumentales, pero es solo el envoltorio de una concepción del cine como negocio, sí, pero también como experiencia gregaria y festiva, casi tribal o ritual. Casualidad o no, y justo a tiempo para las fiestas, los tres hombres a los que espera medio mundo ya están de camino.

La importancia de llamarse Peter Parker

Si nos ponemos frívolos, la historia de Spider-Man en el cine se explica así: hemos matado a su tío Ben tres veces en menos de tres lustros. Desde el popular Peter Parker con la cara de Tobey Maguire, al que dio forma y atributos (muy cerca del cómic) el maestro Sam Raimi, hasta el actual chico de instituto de Tom Holland, han pasado tres proyectos y un ligero golpe en la taquilla, con la saga protagonizada por Andrew Garfield, paradójicamente, el mejor actor de los tres. Preguntado acerca del multiverso, y sobre la posibilidad de ver a los tres Spider-Man en la gran pantalla a la vez y que los fans de la saga estallen de júbilo, Holland ha dado en todas las entrevistas la callada por respuesta. No en vano, el actor británico es famoso por haber revelado «spoilers» en el pasado. Kevin Feige, su jefe y productor, dio a entender hace años que, si la traba era económica, no sería tal.