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Cine

¿Y si los Oscar no hacen oídos sordos a la película “CODA”?

Tras batir récords en Sundance, el remake americano de “La familia Bèlier” dirigido por Siân Heder opta a tres nominaciones en los premios de Hollywood, entre ellos la de Mejor Película

Emilia Jones da vida a Ruby Rossi, único miembro de la familia con capacidad auditiva
Emilia Jones da vida a Ruby Rossi, único miembro de la familia con capacidad auditivaImdbImdb

En una de las escenas más sensibles del nuevo trabajo de la cineasta Siân Heder, “CODA” (siglas que en inglés se corresponden con Child of Deaf Adult, es decir, hijos de progenitores sordos), el padre de Ruby, sordo, acerca sus manos al cuello de su hija y le pide que repita la actuación que hace apenas unos minutos ha protagonizado encima del escenario del instituto y cante para él, aunque no pueda escucharla. La vibración de las cuerdas vocales parpadeando en su garganta con cada estrofa y la cercanía consciente de su boca a la hora de favorecer la lectura de labios, permite que los dedos de Frank se transformen en tímpanos y los ojos en intérpretes para que, a través del tacto y la vista, no mediante el oído, asuma el gran talento que la joven demuestra tener como cantante.

De esta manera no la oye, pero la siente, la interpreta, la lee, porque si entendemos el lenguaje como un compendio de sucesiones orales ensambladas, de locuciones transmitidas, en el caso de la familia de Ruby esa ecuación carece de palabras, pero no de sensaciones. Algo sobre lo que Troy Kotsur, el actor estadounidense que da vida a Frank, debe entender lo suficiente como para haberse convertido en el primer intérprete masculino con discapacidad auditiva nominado al Oscar de la historia, que junto a las otras dos candidaturas restantes (la de mejor película y guion adaptado) convierten este remake americano de “La familia Bélier” en un proyecto al que prestar atención de cara al 27 de marzo.

Un fotograma de "Coda"
Un fotograma de "Coda"ImdbImdb

Heder acababa de estrenar en 2016, en el marco del Festival de Sundance, su primer largometraje protagonizado por Eliot Page, “Tallulah” -estrenada con relativa discreción en Netflix-, cuando la productora encargada de los Bélier franceses, Vendôm Pictures, consciente del atractivo comercial y universal que destilaba la historia de esta familia de sordos cuya hija oyente se apunta al coro del instituto para cumplir su sueño en el mundo de la música y que se había convertido en un auténtico éxito de taquilla en Europa y recibido seis nominaciones a los César se acercó a ella para proponerle un traslado efectivo de la versión original del director Eric Lartigau a las costas estadounidenses.

Una vez aceptado el reto, la directora declaraba durante el recorrido festivalero de la cinta por Sundance –lugar donde sorprendentemente arrasó y rompió récords, constituyéndose como la película más premiada de su historia con cuatro distinciones–, que el carácter de remake de la historia no impidió que la psicología de cada miembro se la plantease desde la libertad más absoluta. “Realmente empecé desde cero en cuanto a la creación de los personajes. Era importante para mí desarrollar plenamente los sordos. No quería contar una historia que mostrara a una familia de sordos pero que solo hablara de la persona oyente. Me interesaba la complicada dinámica de esta familia, los conflictos que surgen y ese tira y afloja de estar en una codependiente con, obviamente, relaciones que cruzan los límites, pero que es esencialmente increíblemente cariñosa y que funciona bastante bien a pesar de todo este enredo”, aseguraba.

Lo cierto es que la pátina de «feel good movie» agradecida y ligera con la que la directora reviste la peripecia vital de la adolescente se digiere de una forma tan amable que dan ganas de perdonarle la sombra de película de sobremesa ideal para el domingo que pueda manifestar en determinados momentos. Lo que quizá cuesta delimitar un poco más son los 25 millones de dólares que le ha costado a Apple (plataforma en la que se exhibe además de en salas) su adquisición. Sea como fuere, el interés mostrado por la Academia tal vez acabe compensando tamaño desembolso.

Carencias materiales

Con la esperanza de mantener lo que le gustaba de la película y crear una historia que sintiera completamente suya, Heder se propuso, pues, incluir las escenas que le parecían más conmovedoras de la película francesa pero situándolas en un contexto bastante diferente: en este caso, la comunidad costera de Gloucester, Massachusetts, a unos 50 kilómetros de Boston. La propia realizadora creció en Cambridge y solía pasar los veranos en la costa norte del Estado. Es allí precisamente donde los Rossi (traslación estadounidense de Belièr) pasan muchas horas trabajando con su barco de pesca.

La familia de Ruby
La familia de RubyImdbImdb

El padre es un veterano pescador con planes de transmitir su negocio a sus hijos, Ruby y Leo. Aunque trabajan, el dinero siempre es escaso. Pero viven juntos. Y las carencias materiales las compensan con honestidad afectiva. Por muy particulares que sean las circunstancias de Ruby, el nivel de similitud de sus expectativas adolescentes con las que experimentó la directora resulta considerable: “Yo tenía padres inmigrantes y sentía que no entendían del todo lo que era ser un niño americano”, afirma. Y es que, a veces, la posibilidad de comunicarse no depende tanto de las palabras como del amor con el que las exteriorizamos.