El marco (de los cuadros) como una de las bellas artes:
Una nueva forma de admirar el arte: «Otra colección: los marcos del Museo Nacional del Prado» pone el foco sobre las piezas artísticas que protegen y acompañan los lienzos
Madrid Creada:
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En época de Alfonso XIII, existía en España una carencia de marcos. Las obras de arte que llegaban a los museos lo hacían enrolladas, desnudas, y la necesidad de protegerlas y complementarlas dieron lugar a una serie de inquietudes que forman parte de la historiografía museística. Se produjeron una serie de campañas de mecenazgo artístico, y el Museo del Prado se sumó a la iniciativa: el Duque de Alba apadrinó una campaña de patrocinio para comprar marcos, y ese fue el inicio de una oleada de piezas historicistas que hoy se pueden ver en las salas de la Pinacoteca. Resume Miguel Falomir, director, que «casi todos los marcos de las obras de Tiziano son donados, enmarcados en esta campaña», y el cultivo de estos elementos ha sido tal que cuentan con sus propias historias, estilos y técnicas artísticas. El modelo más común en el espacio madrileño–cuentan con alrededor de 8.000 piezas, desde el siglo XIII al XX–, es el Mengs, caracterizado por su dorado y su sencillez, así como entre las empresas de enmarcación destaca la Casa Cano, encargada de realizar la pieza que envuelve a Las Meninas de Velázquez. Todo un universo que normalmente pasa desapercibido a ojos del espectador, y que ahora se pone en valor con el itinerario «Otra colección: los marcos del Museo Nacional del Prado».
«El marco no solo protege y sustenta, sino que aporta luz e iconografía», apunta Gemma García Torres, restauradora y responsable de la colección de marcos de la Pinacoteca. «Es un elemento que da información a la pintura, una pieza artística en sí misma». Por tanto, es una pieza que evoluciona, que se adapta a contextos estilísticos e históricos, tal y como vemos en el itinerario: las 29 piezas seleccionadas –acompañadas de una cartela dorada– proponen un recorrido cronológico desde la época medieval, donde los marcos eran fijos e inseparables de las obras, hasta la diversidad de materiales y modelos de los siglos XIX y XX. Asimismo, se descubre cómo en el siglo XVI los marcos fueron desligándose físicamente de las pinturas y convirtiéndose en piezas con entidad propia, tal y como ocurre con el que acompaña a «David vencedor de Goliat», de Caravaggio. Esta pintura está en restauración, por lo que su marco se exhibe en la sala 6 del museo vacío, como si de una obra de arte robada se tratara. Es representativo de la «cassetta», término italiano que significa «caja» o «ventana», y está inspirado en los entablamientos clásico. Un tipo de marco renacentista cuyo estilo, al desarrollarse, derivó en uno que gozó de título propio en nuestro país: el marco barroco español. Es el caso de «Una fábula», de El Greco: pasa a ser tridimensional, decorado normalmente con hojas en centros y esquinas.