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Estreno

«Yo, Frankenstein»: Yo, cadáver

Título: Yo, Frankenstein (I, Frankenstein). Dirección: Stuart Beattie, según la novela gráfica de Kevin Grevioux. Intérpretes: Aaron Eckhart, Bill Nighy, Miranda Otto, Yvonne Strahovski. USA-Australia, 2014, 93 min. Género: Fantástico.

«Yo, Frankenstein»: Yo, cadáver
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"¿Cómo expresar mi sensación ante esta catástrofe, o describir el engendro que con tanto esfuerzo e infinito trabajo había creado?". El que esto firma, por suerte, no tiene nada que ver con la creación de "Yo, Frankenstein", aunque suscribe el resto de la pregunta retórica que se hace el doctor Victor F., escrita de puño y letra por Mary W. Shelley en una noche de tormenta. "Catástrofe"o "engendro"son sustantivos que honran a este 'patchwork' ("híbrido"si hilamos fino) que resume el memorable clásico de la novela gótica en un prólogo de tres minutos que parece diseñado para adictos al rincón del vago. Lo que sigue es una fotocopia de ese "blockbuster"adscrito al fantástico que mezcla mitos y leyendas sin ton ni son con la fanfarria de una hortera ópera rock. Hablamos de películas como "Legion", "Dylan Dog", "Van Helsing"o la saga "Underworld", modelos de serie B –o lo que ahora se entiende por serie B, sellada con efectos digitales de baratillo- que se han convertido en norma para un cine de terror que ya no lo es, contagiado de la imaginería del género de superhéroes. El filme, que podría titularse "Gárgolas y demonios", cambia de opinión caprichosamente manteniendo, eso sí, a un despistado Aaron Eckhart, el antaño actor fetiche de Neil LaBute, como objeto del deseo de buenos y malos. Sólo cabe preguntarse por qué los buenos parecen tan diabólicos como los malos, por qué los malos son tan fáciles de eliminar y cómo han convencido a Bill Nighy, dandy de pose irónica que parece el único del reparto capaz de darse cuenta de lo ridículo de la empresa, para apuntarse al carro como Príncipe de las Tinieblas.

Lo mejor: La profesionalidad de Bill Nighy, mucho más en su salsa que un desnortado Aaron Eckhart.

Lo peor: La falta de imaginación y la pobreza de medios de una película prescindible.