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Cine

"Enemigos": el regreso (muy blandito) al cine quinqui

David Valero dirige su primera película en solitario, enmarcada en un contexto adolescente y urbano

Christian Checa (izda.) y Hugo Welzel en una escena de «Enemigos»
Christian Checa (izda.) y Hugo Welzel en una escena de «Enemigos»Imdb

El alicantino David Valero, director y coguionista de la película «Enemigos», pone en boca de la madre de Ximo –interpretada por Estefanía de los Santos–, protagonista de la cinta, una frase que resume el mensaje central de la historia: «El valiente es el que pudiendo hacerlo no lo hace, y devolver el daño sólo hace ensuciarte más, y vivir sucio no está bien». Una opinión que refrenda con sus palabras este joven cineasta: «Creo que la valentía está realmente en no hacerlo, en decir: ‘‘Bueno, quizá es momento de perdonarte, perdonarme y seguir mi vida adelante’’. Al final el dolor va a estar siempre ahí: no vas a lograr nada con la venganza».

Continuando con las madres, cabe preguntarle a Valero por el rol importantísimo que estas, ya sea por su presencia o por su ausencia –en el caso de El Rubio, quien rapea «Madre no tuve, no pude ser lo que enseña»–, tienen para los dos personajes principales: «Aquí, la mujer, aunque no tenga un papel protagonista, es fundamental: la mirada femenina, los cuidados, los valores... surgen de la figura de la madre –explica el director del filme–. Ahí está la gran diferencia entre ellos: la madre que tiene Ximo le ha cuidado y enseñado desde el amor; El Rubio, en cambio, se ha criado prácticamente sin la figura materna. En la película se resalta la importante diferencia de nacer en una familia con valores y el desastre que conlleva criarse donde la violencia y el odio están a la orden del día».

Pararnos y escuchar

Otro elemento clave en la película es la música urbana, el hip-hop y el trap. Interrogado por la elección de este elemento lírico-musical como hilo conductor de la historia, su director nos comenta que, por un lado, «ayuda a contextualizar y a introducir al espectador en un ambiente de barrio y adolescencia». Además, «a nivel narrativo –explica–, la música es el punto de unión, de partida, donde estos ‘‘enemigos’’ empiezan a caminar juntos. Es lo que los une. Lo utilizan como vía de escape escribiendo lo que hay en su interior. Y, también, cada vez que suena alguno de estos temas te está contando cómo se siente el personaje en un determinado momento: quizá hay cosas que no pueden mostrar con el diálogo y lo enseñan con la música».

«Ese ‘‘cabrón’’ ha sufrido cien veces más que tú», le dice Ximo (Christian Checa) a su hermana en la ficción, Lola (Luna Pamiés), refiriéndose a El Rubio (Hugo Welzel). Y es que esta no entiende cómo su hermano puede consentir lo que le ha hecho. Una frase que nos lleva a plantearle a David Valero si muchas veces no sabemos qué hay detrás de las cosas y juzgamos sin ver más allá: «Hay algo automático del ser humano que es el juzgar –asegura este–. Muchas veces no nos detenemos a ver realmente cómo es esa persona o que detrás de ella hay una historia devastadora. Al final somos seres humanos con nuestros miedos y a lo mejor simplemente es cuestión de pararnos y escuchar».

Con relación al título de la cinta, «Enemigos», cabe preguntarse si la enemistad acaso no es el contrario o el sinónimo de la amistad, sino otra cara de esta: ya que, en definitiva, la relación con un enemigo requiere cierto grado de profundidad, de intimidad y de dedicación. Valero, sin embargo, no está completamente de acuerdo y prefiere optar por una definición matizada del enemigo como «alguien que te hace daño, o que te produce miedo o dolor: no hace falta que sea físico; simplemente a lo mejor lo provoca con su presencia».

Y explica: «La película nace desde la enemistad: de alguien que le provoca daño físico y psicológico a Ximo. Creo que era complicado encontrar un mejor título para la película; de hecho, fue el nombre que se mantuvo desde el inicio». Y saltando desde el principio hasta el final, sin caer en el «spoiler», es casi obligado inquirir al cineasta alicantino por el desenlace de la película que, por un lado, trasciende lo convencional y el «happy end» y, por otra, invita a pensar que hubo muchas dudas y debates a la hora de optar por una conclusión de la que, de hecho, ni los propios protagonistas parecen seguros.

«El final se ha ido encontrando a lo largo de la película –confiesa Valero–. Trabajamos varias versiones de este, y creo que al final quedó un desenlace que va más allá de lo que era la película». Insistimos ahí, porque es donde está probablemente la diferenciación y el salto de calidad del largometraje: ¿por qué no se cierra la historia en el clímax? «Hay que pensar si realmente ese final alternativo del que hablamos es un final feliz –dice su director–. Creo que al final cada uno, según sus vivencias, según su crecimiento, su personalidad, verá un final u otro. Pienso que cualquiera hubiera sido aceptable, con un discurso detrás. Creo que este final, realmente para mí, como realizador, trascendía más allá de la película. Se trata de dar un poco de esa esperanza a unas personas que quizá están pasando por un momento difícil en su vida», concluye.