Aniversario

40 años de la Guerra de las Malvinas: un bombazo en Londres

La Junta Militar argentina, necesitada de contentar a la población, decidió invadir las islas Malvinas, un movimiento que desataría un conflicto con Gran Bretaña

Soldados argentinos en una trinchera de las Malvinas; eran reclutas muy jóvenes y mal preparados
Soldados argentinos en una trinchera de las Malvinas; eran reclutas muy jóvenes y mal preparadosLa Razón

En la madrugada del 2 de abril de 1982, los buzos tácticos argentinos desembarcaron en las islas Malvinas como avanzadilla de la Operación Rosario, el plan de reconquista de aquel disputado territorio. En las horas siguientes, aquellas tropas de élite alcanzaron sus dos objetivos fundamentales: los barracones de los Royal Marines en Moody Brook, ya desiertos, y la casa del gobernador, donde cercaron a cuarenta hombres, el grueso de los defensores británicos de Puerto Stanley. En el tiroteo que siguió los atacantes sufrieron tres bajas, todos heridos, aunque uno moriría poco después, y los británicos ninguna, pero la llegada de más tropas en las playas cercanas al aeropuerto convenció a Rex Hunt, el gobernador inglés, de que había llegado el momento de rendirse.

En Londres, la pérdida de las disputadas islas cayó como un bombazo. El Gobierno, a la sazón dirigido por Margaret Thatcher, tuvo que reaccionar con presteza, y así lo hizo. El lunes 5 de abril zarparon hacia el sur los primeros elementos de una flota que llevaría a disponer de dos portaviones, dos buques de asalto, seis submarinos –cinco de ellos nucleares–, ocho destructores y quince fragatas, más numerosos barcos auxiliares. En aquel momento, desplazar una flota como aquella, en pleno periodo de recortes y con muchos de los buques a punto de ser dados de baja, parecía un milagro, pero el auténtico éxito fue poder suministrarlos y hacerlos operar en el extremo sur del Atlántico, a miles de kilómetros de sus bases de partida en el Reino Unido y en Gibraltar.

Nada más llegar a las Malvinas, el primer paso que dio la fuerza operativa británica fue establecer una zona de exclusión de 200 millas náuticas (370 kms.) en torno a las islas. El aviso consistía en que cualquiera que se internara en ella podía ser considerado hostil y atacado, y el objetivo era aislar a las fuerzas argentinas en las islas. El hundimiento, el 2 de mayo, del buque argentino General Belgrano, un crucero de origen estadounidense veterano de la Segunda Guerra Mundial, por el submarino nuclear Conqueror, desató una agria polémica porque el ataque se había llevado a cabo fuera de la zona de exclusión, pero lo cierto es que ambos países estaban en guerra y los argentinos no iban a tardar en vengarlo hundiendo el destructor británico Sheffield dos días después, la fragata Ardent el 21, la Antelope el 23, el destructor Coventry y el buque auxiliar Atlantic Conveyor el 25, y la lancha de asalto Sir Galahad el 8 de junio. Una lista a la que hay que añadir quince buques más dañados de diversa consideración.

Mientras la Royal Navy se desangraba sobre las olas, los veintiocho reactores Sea Harrier embarcados en los portaviones Hermes e Invincible hicieron un excelente trabajo disputando el dominio del aire a la Fuerza Aérea Argentina, que, con más de un centenar de aparatos operacionales, fue capaz de atacar a la flota británica en numerosas ocasiones, aunque no sin perder casi cincuenta aparatos totalmente destruidos, veinticuatro de ellos a manos de los pilotos de los cazas británicos, que a su vez no perdieron uno solo de los suyos en estos combates aéreos.

El control del aire, aunque relativo, permitió que el 21 de mayo la 3.ª Brigada de Comandos británica desembarcara en la bahía de San Carlos, en el extremo occidental de isla Soledad, donde establecieron una cabeza de playa que sirvió de base para desarrollar la campaña terrestre. Mayoritariamente compuestos por soldados de reemplazo, los regimientos argentinos no eran rival ni para los batallones de paracaidistas y comandos de la 3.ª Brigada ni para los guardias escoceses y galeses y los gurkhas de la 5.ª, que llegó a finales del mes, pero aun así se defendieron con fiereza.

El primer choque importante tuvo lugar el 28 de mayo en Goose Green, donde la guarnición argentina del 12.º Regimiento de Infantería contuvo durante horas al 2.º Batallón Paracaidista antes de sucumbir y rendirse. Pero los combates más importantes tuvieron lugar en torno a Port Stanley, cuando las fuerzas británicas, después de haber cruzado la isla, tomaron el monte Kent y, a continuación, atacaron las demás alturas que, como un teatro, rodeaban la capital de la isla. En la noche del 11 al 12 de junio cayeron el monte Longdon, Two Sisters y el monte Harriet; dos noches más tarde, en la del 13 al 14, cayeron las últimas posiciones en las cotas Wireless Tumbledown y William. Este último día por la mañana, con sus soldados retirándose en masa hacia la ciudad y tras haber agotado la munición de artillería, el general Menéndez rindió lo que quedaba de la guarnición. La guerra de las Malvinas había terminado.

40 años de la Guerra de las Malvinas: un bombazo en Londres
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