Geografía mítica: La colina mágica
Estos montículos con halos legendarios son creados, a veces, de manera fortuita; y en el caso de España, suelen formar parte de mitos y de paisajes que aluden a figuras marianas y tesoros escondidos
Madrid Creada:
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Hay puertas en colinas que llevan a otras dimensiones, como sucede en la tradición de los cuentos celtas. En Irlanda, país de no muy altas montañas sino de suaves, valles y colinas, hay un mundo misterioso que se esconde, según esta antigua tradición céltica, debajo de sus redondeadas colinas: estos lugares, llamados de muy diversas maneras, a veces abren el paso al mundo misterioso de las hadas. Son los «sídhe», montículos o lugares de poder, ruinas o lagos, que sirven de guarida a las hadas. Y también los «knocks», colinas huecas que albergan otro mundo, hecho de palacios y arquitecturas feéricas, donde vive un pueblo extraño, el gobernado por el rey o reina de las hadas. Éstas puede que fueran antiguos dioses o razas pretéritas que poblaron la tierra, como quiere alguna tradición legendaria.
En nuestra Celtiberia hay restos de estas leyendas en los castros de Galicia, en los «mouros» bajo tierra, o en Asturias y el Bierzo. Las colinas de formas caprichosas a veces esconden ciudades o pueblos arcaicos, como bien sabe la tradición popular (en la vida real, en ocasiones, los arqueólogos desvelan que una colina realmente era artificial, lo que se llama «tell» en arqueología: abundan los descubrimientos históricos así, como la propia Troya, bajo la colina de Hissarlik, como bien intuyeron Calvert y Schliemann).
Pero las formas de las colinas con halo legendario a veces son producto de los caprichos de la geología. Así sucede por ejemplo con un caso muy célebre en España, el del Cerro Masatrigo, en la provincia de Badajoz. Es este cerro un lugar fantástico por su apariencia casi perfectamente cónica, situado en la comarca conocida como la Siberia, en una provincia de las más fascinantes desde el punto de vista de la geografía mítica. Y también de la historia antigua, como prueban los numerosos descubrimientos que se han relacionado con la antigua Tartessos, en el Turuñuelo y otros lugares.
Esta colina de casi un kilómetro y medio de ancho suma a su forma peculiar el hecho de que se ha convertido en una península por obra de la construcción de la Presa de la Serena, que ha tornado el paisaje en torno a la colina en algo realmente fabuloso, con una carretera que la rodea, hasta el punto de que ha sido honrada con la calificación de monumento natural de Extremadura.
Y donde hay belleza y fascinación hay también leyendas de todo tipo. La tradición popular quiere que el nombre de Masatrigo tenga que ver con un gigantesco montón de trigo o harina acumulada, lo que parece desde lejos. Otros afirman que el nombre tiene que ver con la época de la Reconquista y con la llegada de gentes del norte, precisamente de la céltica Galicia, cuya lengua, o acaso la portuguesa, habría bautizado el cerro así.
Realmente no tenemos atestiguada ninguna historia antigua sobre este cerro, aunque la presencia de yacimientos espectaculares de los pueblos antiguos de la península ibérica, los supuestos tartesios, como Cancho Roano, no lejos de ahí, en Zalamea de la Serena, y la presencia posterior de los templarios en el lugar, ha dado pábulo a todo tipo de leyendas muy curiosas y especulaciones que tienen más que ver con la literatura que con la historia. Pero eso es precisamente lo interesante de trazar una geografía mítica de España: la mezcla entre cuento, mito, historia y geografía.
Algo que sí tenemos atestiguado es la presencia de los romanos con sus minas, sus calzadas y sus villas precisamente en esta zona. La geología tan rica de Badajoz fue de enorme interés para el establecimiento de la vía de la Plata, que como es sabido, recorría la península del sur al norte y conectaba estas tierras con el Bierzo y Galicia, una ruta fantástica que los romanos frecuentaron. En torno a Masatrigo hay restos de presencia romana en esa ruta de los metales, camino que es tan antiguo como los pueblos de allende el mar, que como los fenicios vinieron por las riquezas metalíferas. El cerro se ve perfectamente, además, desde otra ruina legendaria de la Siberia extremeña, hecha por mano humana, la de la fortaleza templaria de Lares, que queda realmente alineada con el cerro, del que tiene unas vistas envidiables. Al relato del destierro templario por toda Europa y su vagar hacia el poniente se suman las apariciones de figuras marianas en aquellos parajes, de los que da fe la ermita de la Virgen de la Cueva. Solo quedan pocas ruinas, pero el espectacular paisaje ha alimentado muchas leyendas, de mundos ocultos, tesoros escondidos, cabezas sobrenaturales y rutas mitológicas en torno a esa colina mágica.