Mujeres de la Historia

María Teresa de Austria, la madrileña que fue Reina de Francia

Su matrimonio con Luis XIV perpetuó la alianza entre las monarquías francesa y española durante décadas, pero la realidad estuvo repleta de infidelidades y sufrimiento

María Teresa de Austria, la esposa del Rey Sol
María Teresa de Austria, la esposa del Rey SolLa Razón

María Teresa de Austria y Borbón (Madrid, 1638 - Versalles, 1683), nació como infanta de España al ser hija del Rey Felipe IV de España y su primera mujer Isabel de Borbón, hija a su vez de Enrique IV de Francia. Esta política deliberada de interrelaciones entre las monarquías francesa y española se organizaba con el objetivo de establecer la paz entre ambas potencias después de siglos de enfrentamientos y malas relaciones. Sin embargo, será el propio matrimonio de María Teresa con el futuro Rey Luis XIV de Francia el que perpetuará la alianza entre ambas familias, unión por la que décadas después llegue a reinar en España la Casa Real de Borbón.

María Teresa tuvo una infancia solitaria, apartada de los niños de su edad, algo que no era extraño. Nació en el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, no obstante, pasó la mayor parte de su infancia dentro del antiguo Real Alcázar de Madrid, donde hoy se sitúa el Palacio Real de Madrid. Su educación estuvo profundamente marcada por el catolicismo. Resalta que, desde niña, tuvo convicción de que contraería nupcias con el Rey de Francia. A pesar del matrimonio entre Felipe IV e Isabel de Borbón, las relaciones entre ambas familias no habían mejorado. Tanto el Rey Felipe como Luis XIV decidieron poner fin a esto mediante la Paz de los Pirineos en 1659, tratado en el que también se preveía el futuro enlace. Para ello se acordó como dote de María Teresa medio millón de escudos de oro, a cambio de renunciar a sus derechos sucesorios al trono de España.

La primera ceremonia, el matrimonio por poderes, tuvo lugar en Fuenterrabía. Poco después los esposos se conocieron en la Isla de los Faisanes, frontera entre ambos reinos, casándose solemnemente tres días después en San Juan de Luz en el año 1660. El matrimonio tuvo un buen comienzo, Luis se mostraba atento y respetuoso mientras que María Teresa demostraba adoración por él. Juntos tuvieron seis hijos, aunque desgraciadamente tan solo uno de ellos superaría la infancia, su primogénito el delfín –es decir, el príncipe heredero– de Francia. No obstante, debido a la longeva vida del Rey Luis, este morirá antes que su padre, lo que acarreará serios problemas sucesorios.

A pesar de los primeros buenos sentimientos, es conocido que la Reina tuvo que sufrir a causa de las numerosas amantes del Rey, que cada vez más le hacía soportar situaciones descaradas y que atacaban a su honor, algo muy importante en la época. La Reina seguía los cambios del reino y el movimiento cultural de su país, interesándose por el teatro y compartiendo con su esposo las diferentes construcciones que llevó a cabo, principalmente el palacio de Versalles, adonde se trasladaría la Corte de manera oficial en 1682.

No matar, sino rezar

María Teresa no tuvo mucho que decir en política. Sin embargo, debido a la confianza que tenía el Rey en su esposa, este la dejaba como regente durante las guerras que procuraban su ausencia, aunque a veces también le acompañaba en sus viajes, especialmente para que visitara las nuevas ciudades conquistadas. Entre los años de 1680 a 1682, Luis XIV persiguió a los protestantes, sobre todo a los hugonotes, alegando la defensa y paz de la Iglesia. La Reina María Teresa, más compasiva, se opuso a ello alegando que no se debía matarles sino rezar por ellos. De todos modos, se prosiguió con las medidas del Rey.

Poco después, la Reina cayó enferma con un absceso debajo del brazo. Los médicos la sometieron al remedio usual, las sangrías, por las que su estado empeoró rápidamente; el Rey, que estaba a su lado, se alejó de la habitación de la Reina como la etiqueta señalaba. De este modo, terminó por morir en Versalles el 30 de julio de 1683 junto a su hijo el delfín y algunas de sus damas. Gracias a la figura de María Teresa, Luis XIV consideró que la Casa de Borbón tenía derechos sucesorios sobre el trono de España, que quedaría vacante a la muerte del moribundo Carlos II de Habsburgo, ya que la dote que se acordó por su matrimonio nunca se llegó a pagar. Así, el Rey Sol defendió que entonces su mujer sí que mantenía los derechos sucesorios del reino de su padre, algo en lo que también estuvo de acuerdo el Rey Carlos II, dejando en su testamento como sucesor al nieto de Luis XIV, Felipe de Anjou, futuro Felipe V de España.