Paloma Díaz-Mas ingresa en la RAE con una recuperación de la memoria sefardí
La filóloga y escritora subrayó en su discurso la necesidad de visibilizar la lengua sefardita dentro de la Academia
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En sintonía con la naturaleza cíclica de las palabras y los nombres, ayer la Real Academia Española presenció otra de esas conjugaciones ritualísticas de ingreso en la institución en la que por 12ª vez la protagonista tenía nombre de mujer. La filóloga y novelista Paloma Díaz-Mas, arropada por la protocolaria propuesta de los académicos Luis Goytisolo, José María Merino y Soledad Puértolas, tomaba posesión de la silla i –vacante desde el fallecimiento de Margarita Salas el 7 de noviembre de 2019– con un discurso que, lejos de la reivindicación de la realidad como fuente de ficción que subrayó Galdós en “La sociedad presente como materia novelable” o la explícita meditación sobre el tiempo de “Una hora de España”, defendido por Azorín, se centró en la tradición cultural sefardita.
Panorámica sefardí
“El haber sido elegida académica es para mí, desde luego, un honor, pero también una responsabilidad y un compromiso. El compromiso de participar en las actividades de la Academia y contribuir a ellas, aportando lo que se me requiera y pueda yo buenamente dar. Y ese compromiso es también una ventana de esperanza hacia el futuro”, arrancaba Díaz-Mas. “Una de las sensaciones más acuciantes en esta época de incertidumbre ha sido la necesidad de vivir al día, la dificultad para hacer planes a medio e incluso a corto plazo. El compromiso con la Real Academia Española tiene para mí un efecto sanador; uno se compromete con una institución para hacer planes de cara al futuro, para contribuir a llevar adelante proyectos que a veces son de largo alcance y de larga trayectoria. Comprometerse abre un horizonte de esperanza”, avanzaba para, minutos más tarde, ahondar en el epicentro conceptual del discurso: “La filología es una disciplina histórica, así que hablar de filología es también hablar de historia. Lo que pretendo es ofrecer una panorámica de la historia de los sefardíes y de la evolución de su lengua a través de textos judeoespañoles de contenido científico”, destacó.
“Los textos sefardíes que he escogido pretenden ser como aquellos bancos de los descansillos de la casa de mi infancia, asientos que nos permitirán, acomodándonos brevemente en ellos, contemplar la trayectoria de los sefardíes y su cultura y encontrarnos con otras gentes –gentes del pasado: los sefardíes de otros tiempos– con las que dialogar. Cada descansillo de mi discurso está situado en un punto de la historia”, prosiguió la ya académica aludiendo metafóricamente a las tertulias improvisadas que los vecinos de casa de sus padres llevaban a cabo en alguno de los descansillos del edificio familiar.
“Su historia no es la nuestra, pero nos reconocemos en ellos: como nosotros, tuvieron deseo de saber, de observar, de analizar y comprender el mundo que les rodeaba; tuvieron también miedo a la enfermedad, quisieron entender sus causas y las formas de combatirla y para ello buscaron la ayuda de la ciencia; algunos de ellos padecieron el exilio y el desarraigo, fueron perseguidos por ser como eran, murieron víctimas de la intolerancia y del fanatismo, sufrieron las consecuencias de las guerras. La historia de esos sefardíes vecinos nuestros nos hace comprender nuestra propia historia, sus casos se convierten en ejemplares para entendernos mejor a nosotros mismos. Nos muestran, una vez más, que la historia es la maestra de la vida.”, concluyó Paloma Díaz-Mas entre el aplauso de los presentes y el respaldo absoluto de la memoria rescatada.