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Mad Cool: The Killers vuelven a demostrarlo

La banda de Brandon Flowers reina en una noche llena de efectos en el festival madrileño
Brandon Flowers, en Mad Cool 2024
Brandon Flowers, en Mad Cool 2024La Razón

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La cuarta jornada de Mad Cool recuperaba el pulso de la multitud con ganas de poner el broche a una edición en la que las cosas han mejorado indiscutiblemente. A las comodidades del rediseño del recinto se sumaba un nivel de producción y sonido que, aunque cada cual haya tenido su experiencia, ha sido más que notable. A eso, se añadía, en la sesión postrera, una memorable actuación de The Killers, un grupo que ya arrasó en 2022 y que volvía para consolidar un estatus entre los grandes. Y, a pesar de los patinazos del pasado, plagados de actuaciones insustanciales, así lo confirmaron.
Abril Lavigne descorchaba la tarde a golpe de estribillo y energía pop en femenino singular. Tan particular su recorrido como el de una trayectoria renacida de forma un tanto inexplicable, pero real. Tanto como una enorme masa que abre los recuerdos de "I Don't Like Your Girlfriend", el tema con el que la canadiense irrumpía bajo la explosión de cañones que lanzaban serpentinas plateadas. Cosas que pasan en los festivales: esas tiras de papel metálico terminaban enganchadas en las poco simpáticas catenarias de alta tensión que, este año también, atravesaban el cielo del recinto festivalero. Un recinto que lleva el nombre de Iberdrola Music y que ha presentado notables mejoras, aunque no el soterramiento de los cables prometido. Igual es que son cables de Endesa, vaya usted a saber, pero rezamos lo que sabíamos en todo caso. Que bastantes cosas hemos visto ya.
"Complicated" volvía a abrir el baúl del comienzo del milenio después de los pertinentes agradecimientos y declaraciones de amor eterno. Los coros multitudinarios y las manos en el aire eran masivamente femeninas y el "complicated" sonaba diáfano en la pradera artificial de Villaverde, casi Getafe, como recuerdo de un tiempo que era complicado (y cuándo no), o eso pensábamos. La respuesta masiva de público dio razones a quienes apostaron por este regreso de la canadiense como uno de los atractivos de Mad Cool. En muchos otros lugares gobernados por cierto esnobismo esta actuación no habría sido posible. Pero Lavigne blandió una botella, la descorchó y roció con una "champagne shower" a las primeras filas.
Después, "Happy Ending", y, sin quitarse la sudadera a más de 30 grados (falda plisada de cuero, medias de rejilla y calcetines de "skater" completaban el "outfit"), entonó "Don't Tell Me". Lavigne preguntó cuánta gente tenía una copia del primer disco, que grabó con 16 años, y no se creyó la respuesta. Cerró, después de una hora exacta de concierto, con "Skater Boi", clausurado el baúl de los recuerdos. Entre lo insustancial de 2 Many Dj's en su versión más ramplona y el exceso emo hardcore de Bring Me The Horizon, quedaba tiempo para recargar pilas. Fue uno de esos escasos momentos de tregua breves pero vitales.
"¿Qué pasa, Madrid? Mi nombre es Brandon Flowers, seré vuestro anfitrión esta noche. Si os puedo ayudar, sentíos libres de preguntar", dijo exquisitamente servicial Brandon, con la confianza de saberse, en el fondo, quien llevaba las riendas de lo que iba a suceder. Y si no, acompáñennos. Primero llegó "When You Were Young", una canción para la euforia, un tema liberador para poner las gotas del dramatismo necesario en un festival acostumbrado a las sacudidas y las emociones fuertes. Luego vino "Spacemen", uno de los mejores temas de la banda de Nevada, que desató las primeras ganas de ascender al espacio. Vestido con un traje de chaqueta con solapa ancha, como de coctail, blanco y negro, tupé perfecto, sonrisa profidén, Brandon Flowers estaba en vena. Pero no vayamos a juzgar prematuramente, por un atuendo o una apariencia, a una banda que se ha ganado estar donde está. Un grupo, el del guapo carismático y mormón (razones suficientes para despertar animadversión) Brandon Flowers, que ha facturado una serie de temas de efecto instantáneo, de coros hacia el cielo, de justa dulzura y taninos equilibrados. Venga Dabiz Muñoz y opine de esta receta hacia el éxito.
Los de Flowers quizá pequen de optimismo o quizá su gran defecto sea no lamentarse, protestar ni darse demasiada importancia. Culpables, podemos sentenciar, si quieren, con gusto. The Killers son otra cosa: una celebración para "elevar la temperatura", como dijo su cantante antes de "Somebody told me", que desquició hasta el último rincón el perímetro abarrotado ante sus pies, una extensión que apenas concedía un espacio vacante.
Flowers tiene una puesta en escena de "crooner" que recuerda a un Rufus Wainwright hetero, a un Julio Iglesias moderno (llevaba un micro con cable y juramos que lo movía y dejaba en suspenso como el dandi español) o a la versión más actual de Freddie Mercury disponible entre las grandes estrellas. Pero Brandon tiene su propia fórmula, una especie de hombre del medio oeste, con inexistente tendencia al escándalo, con intachable reputación y cierta aspiración al sueño americano, una de esas personas que padecen un terrible revés en su vida y sabe mantener una impecable compostura. Un Ken moderno, un hombre con atributos, pero los justos. Ni una gota de sudor empañó su rostro en Mad Cool.
Y, siendo así, con ese preciso conocimiento del ser y el estar, tenía un truco de magia para su público madrileño: sacar al escenario a un muchacho con un cartel, que, entre la multitud, anunciaba que sabía tocar la batería. Flowers aceptó el envite y felicitó el cumpleaños a Guadalupe, siguiendo otra de las demandas en din A3. El truco, evidentemente preparado, no deslució el efecto: Daniel, así era su nombre, salió con arrestos a tocar la batería ante miles de personas y lo hizo estupendamente. Se clavó un par de redobles, un selfie al terminar, y regresó, por el foso, con sus amigos. Chapeau.
Después llegó "Read My Mind" y esa parodia perfecta que es "The Man", esa letra que dice: "Tengo gasolina en el depósito, tengo dinero en el banco, tengo noticias para ti, nena, yo soy el maromo". Una sátira perfecta del hombre caduco (o no tanto) del territorio donde Flowers proviene y allende los mares. ¿Quién es el hombre, eh, quién?, se pregunta esa canción sobre el David de Miguel Angel impreso en las pantallas. Bueno, pero somos hombres o qué somos, maldita sea. Pues eso: "Are we human, or Are we dancers?", clamaba. Y de rodillas nos preguntábamos todavía qué demonios éramos cuando la avalancha siguió con "Mr. Brightside" y se cayó, durante el siguiente año, Mad Cool.