Sección patrocinada por sección patrocinada

"Talkin' To The Trees"

Neil Young publica nuevo disco: el ruido y la furia

A sus 79 años, el canadiense publica «Talkin’ to the Trees», un álbum de contenido abiertamente político y lleno de consignas anti-Trump

Neil Young, en su estudio, en una imagen promocional
Neil Young, en su estudio, en una imagen promocionalWarner

A sus 79 años, y lleno de contradicciones, extravagancias y genialidad, Neil Young permanece como uno de los últimos indómitos e incorruptibles del rock and roll. Lejos de anestesiar sus estados de ánimo y lamentar con nostalgia lo que fue y lo que no es, el canadiense permanece inquieto en su trinchera desafiando una y otra vez las leyes del mercado y del individuo. Su nueva propuesta, toda una declaración de principios, se llama «Talkin’ to the Trees», un álbum tan salvaje como es él. Y no falta de nada: su legendaria Old Black, su narrativa feroz y un mensaje inequívocamente político. La prueba de que se puede seguir siendo rebelde y músico después de 60 años de carrera.

Lo más inmediato, lo que acaba de decirle a sus fans: «Cuando vaya de gira por Estados Unidos este verano, si para entonces no hay ley marcial que lo haga imposible, unámonos todos y defendamos los valores estadounidenses». Y ahora, lo que le ha dicho a Donald Trump: «No haremos un espectáculo político. Tocaremos la música que nos gusta para que todos disfrutemos juntos. Presidente Trump, está usted invitado. Venga a escuchar nuestra música como lo hizo durante décadas».

Lo que presenta es el primer disco con los Chrome Dreams, su enésima banda de apoyo, compuesta por Spooner Oldham (órgano), Micah Nelson (guitarra y voz), Corey McCormick (bajo y voz) y Anthony LoGerfo (batería). Como adelanto ya lleva unos días sonando la impresionante «Let’s Roll Again», donde se cuelga su mítica guitarra negra para ofrecer sonidos demoledores y un mensaje como los que suele, absolutamente desprovisto de metáforas. Una voz que carga sin disimulo contra las perturbaciones disruptivas de Elon Musk y el estrambótico neofascismo de estos tiempos. Por ejemplo: «Si eres fascista, entonces cómprate un Tesla / Si es eléctrico / No importa / Si eres demócrata, entonces saborea tu libertad / Consigue lo que quieras y saborea tu libertad».

Qué lejos y qué cerca quedan aquellos años 60 en los que Neil Young, ya sombrío y asocial entonces, no perdía ocasión de expresar su incómoda forma de entender la música para dibujar los tempranos bocetos de una carrera finalmente tan pintoresca como esencial. Él ya estaba en «For what’s worth», aquel himno revolucionario del contracultural grupo Buffalo Springfield, para pasar después a su legendaria «Ohio», su relato eléctrico y descarnado en respuesta a los tiroteos de la Universidad Estatal de Kent que tuvieron lugar el 4 de mayo de 1970. La Guardia Nacional fue llamada para detener una protesta no violenta que tenía lugar en la Universidad Estatal de Kent y todo acabó en sangre y horror, incluida la muerte de cuatro estudiantes desarmados. «Soldados de plomo y Nixon llegando, cuatro muertos en Ohio». Lo cierto es que a Neil Young nadie le ha calificado nunca como cantautor protesta, aunque probablemente nadie haya abundado tanto en este género como él, casi siempre a contracorriente. Y eso ha sido porque siempre ha hecho lo que le ha dado la gana y ningún cantante protesta ha osado tocar (y él sí) tecno, country & western, garaje, punk, soul, rockabilly o underground. Pero también es verdad que nunca ha renunciado a su capacidad para canalizar su enfado a través de la música. Prácticamente ningún músico ha sido –ni es– tan político como él. Incluso con sus desvaríos y contradicciones.

Crítica social

Sus canciones y su carrera vienen a ser una especie de crónica social de cada tiempo que le tocó vivir. «After the gold rush» (1970) ya mostraba su conciencia sobre los problemas ambientales, que todavía dura, incluso más radicalizada ahora que antes. «Mira a la Madre Naturaleza en fuga, en la década de 1970», cantaba entonces. «Souther Man» es otro clásico de ese mismo año, una crítica mordaz a las ideologías racistas asociadas con el sur de Estados Unidos: «Vi algodón y vi negro, altas mansiones blancas y pequeñas chozas / Hombre del sur, ¿cuándo les pagarás?». Obviamente, también ha habido desastres y disparates, como ese otro clásico que es «Cortez the Killer» (1976), con la justa demonización de Hernán Cortés y la injusta mitificación del imperio azteca.

«Powderfinger» (1979) es otro de sus clásicos inmortales, esta vez una advertencia sobre la violencia armada y los conflictos con la impactante historia de un joven cuya vida fue aniquilada demasiado pronto. Nunca ha habido nada fuera de su radar, cualquier asunto que le disgustara era motivo de estribillo. Como «Hippie Dream» (1986), donde hablaba de la desilusión que le suponía comprobar que aquel idealismo de los años 60 hubiera fracasado. Aun así, suplicaba: «Por favor, no maten la máquina». La máquina era la música, capaz entonces, y ahora, de infundir esperanza. «Es una victoria para el corazón / Cada vez que suena la música». O qué decir de «This note’s for you» (1987), su demoledor ataque (vídeo incluido) contra el patrocinio de giras y discos por parte de las empresas. Su carcajada final fue llevarse el Premio MTV al Mejor Vídeo Musical, aunque inicialmente la cadena prohibió su difusión.

Todas estas canciones le fueron granjeando una bien ganada fama de artista independiente. Y de alguna forma se las arregló para no ser desplazado, como suele ocurrir tantas veces con este tipo de artistas que van por libre y emiten mensajes incómodos. Así, en 1989 escribió la canción «Rockin’ in the free world», con una agresiva melodía y guitarras despiadadas que iluminaban una crítica al Gobierno de George Bush padre. De la misma época era «Crime in the city», esta vez una carga contra el sensacionalismo mediático, la codicia capitalista y la violencia sin sentido.

En 2006 llegaría lo que se podría considerar su primer álbum completamente político, «Living with war», donde criticaba duramente al gobierno de Bush Jr. e incluía la nada velada canción titulada «Let’s Impeach the President». Y en «Restless Consumer» vinculaba la codicia capitalista con el sufrimiento humano insensato y la guerra de Irak como telón de fondo. «The Monsanto Years», de 2015, es otro álbum conceptual, esta vez crítico con la multinacional de productos agrícolas Monsanto por su uso de OMGs en la agricultura.

Y así hasta llegar a lo de ahora, con «Talkin’ to the Trees» y la utilización de la música para canalizar su ira y transformarla en algo creativo. «¡Vamos por la libertad, vamos por el amor! / Vamos tras Satanás en alas de paloma / ¡Vamos por la justicia, vamos por la verdad! / No dejemos que nuestros hijos crezcan con miedo en su juventud», insiste en «Let’s Roll Again». O como canta en «Big Change»: «Podría ser un político / Intentando decir algo nuevo / Podría ser tu decisión / Ahora tienes que llevarlo a cabo / Parece una colisión / No es lo peor que podrías hacer / Podría ser malo, podría ser bueno / Un gran cambio se avecina».Neil Young está inmerso en esa clase de desafío desbocado de quien ya nada tiene que perder. Hace tiempo que su casa de discos, Reprise, lo dio por imposible y le permite sacar un disco diferente cada dos o tres meses, ya sea con nuevas canciones o recuperando antiguas grabaciones o conciertos en directo. Ha derrotado al sistema. Probablemente también sea consciente de que la música no puede cambiar el mundo. Nunca lo ha hecho y Woodstock fue la derrota final. Simplemente aspira a dormir cada día tranquilo bajo las sábanas de la honestidad. Y siempre con sus armas: el ruido y la furia.

Las dos portadas de su nuevo disco

►Neil Young cambió la portada de su próximo álbum, «Talkin’ To The Trees», un mes antes de su lanzamiento. No le gustó el artwork original, que ha sido cambiado y simplificado, seguramente a mejor, al deshacerse de una imagen de montaje de una guitarra flotando sobre lo que parecía una plataforma de perforación petrolera por otra en la que aparece en primer plano lo que es una de las grandes señas de identidad de su sonido: su vibrante y legendaria guitarra Old Black. Su arma de combate.