Buscar Iniciar sesión

Ninfas, las mujeres de las fuentes que perseguían los sátiros

Desde temprano, los artistas han retratado a estas figuras míticas. Unas mujeres de carácter sobrenatural que vivían en los alrededores de los ríos y que en España se vinculan con las tierras de Galicia
Rubens retrató así a estas mujeres en su óleo «Ninfas y sátiros» (1615)
Rubens retrató así a estas mujeres en su óleo «Ninfas y sátiros» (1615)Museo del Prado

Madrid Creada:

Última actualización:

Diversos artistas, desde el ilustrador del libro “Hypnerotomachia Poliphili” (1499), misterioso vínculo entre antigüedad y medievo, a Cranach, Renoir o Corot, han pintado el viejo motivo de la ninfa durmiente junto al manantial. Este aparece como modelo del arte romano que muestra a la ninfa junto a la fuente, soñando o en el trance transformador del despertar. En el arte y los cuentos de todos los tiempos abundan las criaturas, románticas, lánguidas, misteriosas, seductoras o inquietantes, que reposan o se sientan junto a las aguas corrientes y cristalinas, a veces peinándose o mirándose en ellas, otras despertando con la promesa de un enigma en ciernes Esas son las ninfas de las aguas, que en la antigüedad griega y romana raptaban a los incautos o inspiraban a los poetas y eran perseguidas ritualmente por los sátiros. Su sueño atractivo y sus encantos, cuando eran descubiertos por el paseante por el bosque, podían acabar en una epifanía artística o mistérica, a veces también terrible.
En la Hispania Romana, la tradición de las ninfas de los manantiales se confundió muy pronto, sobre todo en el tercio norte peninsular, con las divinidades femeninas célticas de las aguas o hadas de los ríos, siempre inquietantes señoras de los claros de los bosques y guardianas de un mundo más allá de la experiencia. La epigrafía y los relieves han conservado algunas muestras de la veneración que había por estas fantásticas mujeres sobrenaturales. Un lugar cargado de aguas subterráneas, termales, sanadoras y comunicantes con el más allá, es Galicia. Sobre la fuente termal de Ourense, As Burgas, se halló una inscripción dedicada por una mujer llamada Calpurnia Abana Aeboso, en la huerta conocida como "Casa da Tenencia". El epígrafe en un ara del s. II reza: NYMPHIS / CALPVRN/IA ABANA / AEBOSO / EX VISV / V. S. L. Al parecer, Calpurnia tuvo la inspiración de una visión onírica, que agradeció a las ninfas de las aguas con una ofrenda. Tal era la tradición grecorromana de la incubación o “enkoimesis”, el sueño sagrado que nos revelaba, bajo la inspiración de una divinidad mediadora, consejos sobre la salud o el futuro en general. Curiosamente, este tipo de sueños, junto a las fuentes termales o curativas forman parte de la medicina tradicional en el mundo antiguo desde el oriente griego al occidente romano. Seguramente, las Ninfas de las Burgas revelaron a la mujer algún tipo de remedio para un mal que le aquejaba: las aguas termales de la zona son conocidas por sus facultades curativas. Lo que llama la atención es la fusión en nuestros lares con tradiciones prerromanas.
Muy diferentes son, desde luego, las damas de las aguas corrientes a las de las aguas estancadas, de las que hablaremos en otra ocasión. Además de estas maravillosas fuentes de la provincia de Orense, en lugares como A Chavasqueira, Outariz, Tinteiro o Laias, también en Pontevedra, rica en termalismo (Mondariz), abundan leyendas de este tipo. No solo tenemos el testimonio de esta mujer galaicorromana, de nombre mestizo, que agradece la inspiración, sino numerosos relatos posteriores que entroncan con la tradición celta y hablan de hombres jóvenes que van a las fuentes y encuentran a una misteriosa moura, que a veces se convierte en serpiente.
Si hacemos un recorrido desde Galicia por la cornisa cantábrica se ve la supervivencia de estas hadas de las aguas en las llamadas xanas, seres del folklore y las leyendas populares asturianas, que moran junto a las aguas corrientes de arroyos o cascadas y sobre las que se cuentan otros tantos cuentos en lugares como el Desfiladero de las Xanas, entre los concejos de Santo Adriano, Quirós y Proaza. Lo mismo pasa con las anjanas, hadas cántabras, como las Ijanas del Valle de Aras, por no hablar de las inquietantes lamias vascas. Podemos recorrer esa geografía mítica desde las termas gallegas hasta las fuentes vascas siguiendo una ruta onírica, curativa o misteriosa. La literatura europea ha hablado de estos seres desde la materia bretona de Chrétien de Troyes hasta la Melusina de Arras y Coudrette y en nuestros lares, hasta Cataluña y Baleares, se habla de fadas, gojas y en dames d'aigua. Las cambiantes y seductoras damas de las fuentes, a veces mitad pez o mitad serpiente, ofrecen un sinnúmero de leyendas fascinantes y novelescas, entre lo arcaico, lo popular y lo romántico, sobre sus amores, encuentros y desencuentros con diversos mortales.