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Festival de San Sebastián

Paula Ortiz presenta en Donosti "La virgen roja": ¿por qué una madre mató a una hija que era el "prodigio" de la República?

La cineasta zaragozana, fiel a la sensibilidad narrativa que tanto caracteriza su trabajo, recupera en su última película presentada durante la tercera jornada del festival donostiarra, la apasionante figura de Hildegart Rodríguez, la mujer del futuro asesinada por su madre en el contexto de la Segunda República

Como todas las cosas oscuras, arrebatadas, dolorosamente hermosas que nos despiertan pasión, nos atraviesan involuntariamente y nos encienden ese pequeñísimo fuego alterado de la curiosidad incluso antes de poder llegar a entenderlas y aunque muchas veces, de hecho, no lleguemos a conseguirlo nunca, la historia de Hildegart y Aurora es uno de esos relatos completamente asombrosos e incomprensibles, fascinantes y turbadores de la historia de nuestro país, del transcurso cronológico de todo el siglo XX y en su narración y desgranamiento psicológico, político y humano, están congregados todos nuestros monstruos, incluidos los de la razón, pero también gran parte de nuestras derivas como sociedad violenta y fóbica.

Paula Ortiz, que algo sabe del ímpetu creador, los impulsos artísticos y la sensibilidad narrativa, se obsesionó con la dupla maternofilial hace muchos años y el resultado de esa bendita fijación ha sido “La Virgen Roja”, película absolutamente extraordinaria que la realizadora zaragozana presenta fuera de concurso en el transcurso de esta tercera jornada del certamen donostiarra dentro de la Sección Oficial. “Esta es una obsesión común que suele pasar cuando la sensibilidad de los tiempos se sincroniza y en este caso eso fue exactamente lo que ocurrió entre María Zamora, que había leído un artículo sobre el tema y habló con Clara Roquet y Eduard Solá para para plantearles la posibilidad de un guión y por otro lado me habló a mí, que en ese mismo momento yo le contesté hace muchos años ya inmediatamente porque es cierto que es una historia que a mí me ha obsesionado desde la universidad. La conocí gracias a una profesora de Historia Contemporánea y enseguida me acerqué con preguntas sobre procesos como la eugenesia en la ciencia y en la política de esos principios del siglo XX tan convulsos en Europa", apunta.

"Cuando me contó entonces la historia de Hildegart me pareció brutalmente contradictoria, y como tú has dicho, paradigmática y simbólica. Especialmente de nuestros sueños de la razón y de cómo estos generan monstruos y siento realmente que me ha acompañado toda la vida esta historia, ya te digo, porque me parece un enigma irresoluble. Seguí leyendo artículos, libros, informándome, escuchando podcast de forma más reciente y recuerdo además ver la película de Fernán Gómez y quedarme afectadísima. Creo que en el momento en el que conoces la historia de Hildegart, como narrador y como humanista, te peta la cabeza", explica la directora de “La Novia” en entrevista dilatada con LA RAZÓN sobre el nacimiento de una explosión de interrogantes inevitable cuando se produce el primer acercamiento a este filicidio sucedido en los márgenes de la Segunda República.

Presentación de "La virgen roja" en el 72 Festival de Cine de San Sebastián
Presentación de "La virgen roja" en el 72 Festival de Cine de San SebastiánJavier EtxezarretaAgencia EFE

¿Cómo es posible que esto ocurriera? ¿Que te arrebate la vida la misma persona que te le ha dado asestándote tres tiros en la cabeza y uno en el pecho? ¿Cómo se concibe que una mujer como Aurora (lo que hace Najwa Nimri encarnándola en la cinta es completamente deslumbrante), con una integración tan rotunda de los principios feministas en su propia idea de concebir el mundo, tan superlativa en términos intelectuales, tan progresista ideológicamente, siendo militante de un Partido Socialista -que cuidado, en la cinta se muestra con una organización interna eminentemente masculinizada y reacia al poder de voces femeninas como las de Hildegart, que militó dentro de la organización de forma muy precoz- fuera capaz de secuestrar de una forma tan escalofriante la libertad de su propia hija? ¿De concebirla como un experimento y no como una extensión de su propio corazón o sangre?.

"La Virgen Roja", planteada con ese preciosismo visual hermoso y manierista tan característico de Ortiz sin llegar en ningún momento y de manera muy agradecida a opacar el relato, cuenta en el fondo, una historia nietzscheana de amor enfermizo que también serviría para describir la historia de España, una historia que "apela desde una herida terrible y atávica de una madre que mata a su criatura, a su hija, algo tan íntimo y tan primitivo y tan terrible y tan antinatura y tan incomprensible y luego también es importante tener en cuenta la manera que tiene de implicarse ese caso tan concreto y tan individual en un tejido filosófico, sociológico, ideológico, en un momento muy fuerte y muy eléctrico de la historia de España. Porque no es banal el hecho de que Aurora no fue una psicópata, sino una fanática. Y eso es algo que tiene una profunda simbología política y sociológica. ¿Cómo es posible que existieran esas dos mujeres tan brillantes, tan fascinantes, tan pioneras? Es que es alucinante. Dos mujeres que eran literalmente símbolo de la civilización y que una de ellas cometiera la mayor barbarie concebida por el ser humano".

Un fotograma de "La virgen roja"
Un fotograma de "La virgen roja"Imdb

La precocidad de asimilación del conocimiento de Hildegart Rodríguez Carballeira, a quien da vida una más que destacable Alba Planas, la empujó desde pequeña a entrar dentro de la categoría reduccionista de "niña prodigio". Concebida en el sentido más literal de la palabra por su madre como un proyecto de perfeccionamiento del género, Hildegart aspiraba a convertirse en una idea futura de mujer perfecta o de lo que al menos su madre entendía como tal. Su desmesurado talento y brillantez facilitaron inicialmente mucho las cosas y dotaron de sentido a la asignación su nombre de origen alemán, que significaba "jardín de sabiduría".

La cámara se acerca en este sentido de manera horizontal a los ojos de la hija desde un lugar alejado del juicio evidente de los actos de la madre. Ortiz subraya la idea de que es una directora movida por búsquedas e impulsos "que muchas veces forman parte de lo irracional, de la necesidad de respuestas y de asomarte a abismos y a todo lo incomprensible de lo humano" y que "es cierto que las mujeres que se acercan al centro del conocimiento me fascinan poderosamente, las que están fuera de su tiempo, las que actúan como si lanzaran rayos al futuro. Porque creo que Santa Teresa de Jesús es así, que los personajes de Lorca son así y que Hildegart y Aurora desde luego también lo son".

"Hay algo que que me obsesiona -prosigue la directora- y son los personajes femeninos o masculinos, aunque inevitablemente tienda a los femeninos por por mi propia ontología y mi sensibilidad, que cargan con contradicciones y cuanto más fuertes y más irresolubles y más incomprensibles sean, más apasionantes me resultan. Y aunque la historia de Aurora Rodríguez Carballeira es terrible, es la escenificación de un monstruo y resulta dolorosísima como mujer, como madre, como feminista, al mismo tiempo la realidad es que fue una mujer brillante, una mujer que como en todo proceso revolucionario, te diría, tenía un sueño inicial luminoso", indica sobre la estructuración de un plan, el de Aurora, que en el momento en el que se volvió rígido y la estructura y el dogmatismo sobre el que terminaron planteándose comenzaron a superar la realidad inasumible para ella de lo humano, "se convirtió en un gesto violento". "Freud en el sexo, Nietzche en el pecho y Marx en la cabeza", le espeta Aurora en un momento de la película a Hildegart cuando está terminando de bañarse, como si todos los propósitos y anhelos vitales pudieran condensarse en los nombres de pensadores admirados.

"Había una voluntad de mirar a Aurora en toda su dimensionalidad y es muy bonito y te agradezco mucho lo de la horizontalidad porque creo firmemente que la ficción está para bucear ante las preguntas, las luces y las sombras del comportamiento humano. Creo que en lo femenino hemos tenido una necesidad muy fuerte de buscar nuestras fortalezas y nuestras luminosidades, pero es que también existe la sombra y la miseria y la miseria y lo terrible. Y es importante también en esos personajes femeninos poder ver dónde está el abismo de lo terrible y en Aurora es tan abismal que asusta, pero eso es lo que la hace tan fascinante como personaje".

El amor como empuje terrenal

A los diez años, Hildegart hablaba inglés, francés y alemán. A los trece terminó el Bachillerato. A los catorce ingresó en las Juventudes del Partido Socialista. A los diecisiete se licenció en Derecho y empezó Medicina. A los dieciocho murió asesinada. Todo en su vida ocurrió antes de tiempo, excepto el amor. Ese descubrimiento trajo consigo un aprovechamiento placentero y necesariamente liberador de los goces mundanos, de la ausencia de directrices, del sabor del alcohol y el tacto encendido de un beso, del despojamiento del agarrotamiento intelectual procurado por el simple movimiento de los cuerpos, del baile, del calor del pensamiento destinado a la persona deseada y el excitante balanceo de los impulsos generados por la figura de un joven escritor socialista llamado Abel Vilella (interpretado por Patrick Criado).

Photocall de ‘La virgen roja’ en el Festival de Cine de San Sebastián
Photocall de ‘La virgen roja’ en el Festival de Cine de San SebastiánUnanueEuropa Press

Qué interesante observar cómo una de las jóvenes más activas de su tiempo -los discursos y textos sobre la liberación femenina y la lucha de clases pronunciados por Alba Planas conmueven y movilizan de una manera extremadamente emocionante- en los mentideros del movimiento por la reforma sexual en España y tan conectada con la vanguardia europea a través de la correspondencia con figuras como Havelock Ellis, Norman Haire, Jonathan Leunbach o el propio H. G. Wells, a quien acompañó extensamente cuando visitó Madrid y el cual tenía la pretensión de llevarla a Londres como secretaria (algo imposible de digerir para Aurora), parecía tener tanto miedo a enamorarse, tanto temor a sucumbir a esa contrapartida más prosaica, terrenal y primitiva de los afectos. El amor es utilizado en "La virgen roja" como un cable hedónico de aterrizaje a la vida.

"Mira, esto sí que realmente fue una búsqueda difícil, porque no tenemos datos íntimos de de la relación entre Hildegart y Abel o de la relación real con Macarena (la mujer de servicio que tienen madre e hija en casa y con la que la joven establece una relación profundamente afectuosa y más mullida casi que con su propia madre, a quien da vida Aixa Villagrán). Desde el planteamiento nietzscheano de la película generamos dos planos estéticos y narrativos desde donde poder enfocar este elemento. Una división entre lo apolíneo y lo dionisiaco. Siendo lo apolineo ellas: lo pulcro, el plan establecido, el ámbito teórico, el ámbito armónico, luminoso, perfecto y clínico y lo dionisiaco, el mundo: que es sucio es imperfecto, es humano, es carnal, es el que realmente te arrastra y te apasiona dentro de su suciedad sin imperfección y sus injusticias, también de sus desequilibrios. Abel Velilla y Macarena, son los que la llevan a ella de ese mundo apolíneo, de ese plan, de ese universo de ideas a la tierra, a la realidad, a través del amor. Abel fue alguien que le arrastró al mundo y le hizo descubrirse a sí misma y a sus impulsos reales, de su mano descubrió que la vida no era como la estudiaba en los libros", explica sobre una división estructural cuya importancia no reside tanto en el componente romántico como en la universalidad del sentimiento apelado.

"Cuando ella dice ''no hay revolución posible sin amor'' es porque no hay impulso posible sin amor, sin el impulso erótico, sin el impulso de la vida, que es el que va en contra del impulso de la muerte y el que lleva a su madre encima. Sin duda es el amor lo que le hace entrar en el mundo y creo que eso es algo hermoso", se despide expansiva y luminosa Paula Ortiz con esta reivindicación del amor como activación necesaria de los impulsos vitales y por un momento, vuelve a nuestra cabeza una imagen evocada de "La Novia" y eso verso lorquiano rematado en el que la Novia no se puede resistir a la llamada del cuerpo: "porque me arrastras y voy, y me dices que me vuelva y te sigo por el aire como una brizna de hierba". Hildegart también se dejó arrastrar, pero por desgracia no tuvo tiempo de seguir yendo.