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Cine

"Recién nacidas": los Dardenne vuelven a parir una gran película

La dupla de cineastas belga aborda de nuevo en su última cinta la problemática de los desequilibrios sociales pero esta vez a través de cinco maternidades adolescentes

Un fotograma de "Recién nacidas"
Un fotograma de "Recién nacidas"Imdb

El latido apresurado del corazón de la criatura que se mueve curiosa y titubeante como un explorador ciego en la tripa de Jessica retumba en sus oídos a través de los cabezales del estetoscopio que tiene colocado durante la íntima escena iniciática que acompaña este texto. "Se ha movido", clama la adolescente visiblemente feliz reincorporándose de la cama. "Ha visto que tenía que tranquilizarte", añade la médico del refugio para madres jóvenes en donde reside que acaba de atenderla después de haberla llamado con cierta preocupación porque llevaba una hora en su habitación sin percibir ningún tipo de movimiento por parte del bebé, sugestionada en realidad por el miedo a repetir el abandono que considera que su madre cometió con ella.

El que sí que los emite, pero en el exterior, en la calle, porque ya ha nacido, es el hijo de Perla, otra joven del centro de cuya madre se sobrentiende, tenía problemas con el alcohol. "Si no está conmigo no me voy a quedar al niño. Me siento como si fuera de arena. Como mi madre. Arena que bebe whisky", le cuenta triste a una trabajadora del centro después de discutir con su chico y presagiar un posible abandono de ella y del vástago que comparten, mientras le sostiene las manos.

Resulta curioso observar cómo las mismas manos que el musulmán integrista de trece años, protagonista de "El joven Ahmed", se frotaba contrariado con rabia confiando en arrancárselas en el momento en el que un perro lamía la manga de su jersey son ahora, en "Recién nacidas", el último y delicado trabajo de los hermanos Dardenne que aterriza hoy en salas tras su paso por la última edición de Cannes (donde consiguieron alzarse con el premio a mejor guion) y más recientemente por la Sección Oficial de la Seminci, las mismas que acunan, que acompañan, que calman, que cocinan, que conviven, que masajean, que te levantan del suelo, que expresan, que dirigen, que se estrechan en los brazos de las otras porque sólo en el contacto con lo colectivo son capaces de encontrar su verdadero significado.

Una vibración de esperanza

"Son cinco historias que acaban de forma luminosa. Todas se liberan. Lo cierto es que cuando empezamos con este proyecto teníamos un guión con la historia de una sola madre adolescente, pero en el proceso de documentación acudimos a un verdadero centro de acogida y fue ahí donde nos dimos cuenta de que nos interesaba más poder contar varias historias a la vez porque fuimos conscientes de que estas maternidades pueden ser muy diferentes entre sí. De esta forma hemos apostado por una historia más “coral’’", reconocía en la rueda de prensa concedida hace un par de días en el mencionado festival vallisoletano Jean-Pierre antes de que Luc Dardenne añadiera: "aunque las vidas de cada una de las protagonistas están ficcionadas, nos basamos en algunas de las que nos pudo contar la psicóloga de este centro y también en la interpretación que nosotros mismos hicimos de la observación de la relación de las jóvenes madres con sus hijos para aportar posibilidades a la realidad".

Una realidad, que como acostumbra a percibirse en el lenguaje cinematográfico de la consagrada dupla de realizadores belgas, se destila progresivamente ante el espectador para no convertirla en una traslación en bruto de las miserias humanas que sustentan el mundo, pero sin tamizar en exceso los grumos de crudeza que pueda contener. Con todo, la intención se corresponde de manera absolutamente eficaz con el resultado obtenido y esa vibración de esperanza y de confianza en la vida pese a la dureza de la naturaleza que alberga lo narrado que sobrevuela la historia de estas cinco adolescentes con sus cinco maternidades y sus cinco miradas en constante desarrollo y sus cinco escenarios vitales compartidos y sus cinco abismos personales arrastrados, se percibe casi desde el comienzo del metraje.

El tratamiento de la maternidad propuesto aquí por los directores se desquita de cualquier tentación moralmente sectaria a la hora de culpabilizar a las adolescentes de las tempranas consecuencias de sus decisiones y plantea la posibilidad de que esa maternidad como elemento identitario que las une, las convierta en compañeras ya no sólo de circunstancias sino también de espacios y en este caso, el más seguro, aquel que sólo es posible a través del respeto, el entendimiento y la voluntad de acompañarse y sentirse acompañada, es el centro de acogida donde viven.

De la misma manera que Carla Simón dejaba claro en ese hermoso corto dedicado a su madre que ella hacía cine para poder inventarla –ya no que murió cuando ella era todavía una niña–, las jóvenes de "Recién nacidas", siguen viviendo para poder inventarse el mejor futuro para sus hijos, a pesar de que no fuera el más deseado inicialmente para ellas. "A un niño hay que darle ganas de vivir", reflexionaba Jean-Pierre. Bien sea tocando instrumentos, cantando un poema o con la "Marcha turca" de Mozart a piano, nos demuestran nuestras chicas.