Cultura

Crítica de teatro

“Vuelta de paseo con Poeta en Nueva York”: Lorca y la deshumanización ★★★☆☆

Imagen de "Vuelta de paseo con Poeta en Nueva York"
Imagen de "Vuelta de paseo con Poeta en Nueva York"Tribueñe

Autor: Federico García Lorca. Director: Eduardo Fuentes. Intérpretes: Eduardo Fuentes y Juan Matute. Teatro Tribueñe, Madrid. Hasta el 13 de noviembre.

Seguimos a vueltas con Lorca en la cartelera. Son incontables las aproximaciones al poeta granadino y a su obra, como ya he señalado en alguna ocasión dentro de esta sección, que se suceden desde que sus derechos de autor pasaron a dominio público. Y no abundan, precisamente, los buenos resultados. Por eso llama la atención esta modesta y cuidada función que se está exhibiendo en Tribueñe, y que está interpretada por Juan Matute y Eduardo Fuentes bajo la dirección de este último.

Para empezar, da gusto ver una propuesta sin el menor rastro de la presuntuosidad que malbarata tantos otros proyectos que toman al autor de “Bodas de sangre” como pretexto. Y eso que dramatizar un poemario tan surrealista como “Poeta en Nueva York” –al que se han añadido algunos fragmentos de otros escritos– se antoja casi como una locura. Más si tenemos en cuenta que Fuentes, responsable también de la dramaturgia, ha decidido no sacrificar un ápice del surrealismo lorquiano; muy al contrario, lo que ha hecho es aprovecharse de él con inteligencia para crear, ante todo, una determinada atmósfera de naturaleza poética. Es verdad que muchos significados de todo el complejo entramado simbólico del autor escaparán a la comprensión del público. De hecho, no hay una trama con un desarrollo aristotélico, ni hay siquiera una acción clara.

Sin embargo, sí hay un marco teatral de irrealidad, muy bien construido con pocos elementos, que permite, como en una ensoñación, acercarse y dejarse golpear emocionalmente –eso proponía precisamente el movimiento surrealista– por las metáforas que Lorca manejó para explorar asuntos tales como el capitalismo, la opresión, la deshumanización que provoca el progreso o su propia sexualidad.

Como dos espectros reconvertidos en juglares, Fuentes y Matute –éste último haciendo un acertado uso de la música en directo– se manejan con soltura en el escenario para conseguir que el espectador los acompañe en su onírico y perturbador viaje a un mundo irracional donde la angustia del ser humano está expresada con desconcertante belleza.

Lo mejor

La obra no es nada fácil, no nos engañemos, pero hay verdad en ella de principio a fin.

Lo peor

Que cada vez haya menos propuestas en el off que se aparten, como esta, de las manidas fórmulas comerciales.