¿Por qué Roca Rey vuelve hoy a la plaza donde volvió a nacer?
Aquella tarde fue Cayetano quien le hizo el quite a cuerpo limpio por dos veces
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Que a Roca Rey le cogen los toros no es ninguna novedad, que tiene un valor de acero tampoco. Pero la tarde de Santander de hace un año, aquel 25 de julio, día de Santiago, marcó un antes y un después en su carrera y en la de todos los asistentes. La palabra miedo transpiró todos los poros de la plaza. Nos quedamos sin oxígeno.
Fue una cogida previsible, pero quizá inevitable. Se vio cómo el toro de Antonio Bañuelos cerró terrenos al cuerpo de Roca Rey y lo estampó contra las tablas con una furia espantosa. No hay peor desenlace. No hay peor pensamiento. Eran varios los capotes que intentaban quitar el toro a Andrés en ese momento. El animal arremetía contra el torero y las tablas. Imagen inolvidable. Pero fue Cayetano Rivera, a cuerpo limpio, quien logró quitarle el toro y resultó también cogido.
De hecho, luego le llevó su tiempo recuperarse. Gesto de torero. Y de persona extraordinaria.
Hoy Roca Rey vuelve a Santander. No hay billetes. Desde hace días. Lo hace con Cayetano. Vuelve al lugar donde estuvo a punto de morir. El milagro de aquella tarde, con aquellas tremendas imágenes, es que no sabemos cómo, pero a pesar de que el toro lo acorraló contra las tablas con una furia terrible, el destino quiso que Andrés encontrara hueco entre los pitones para salir ileso.
Nos contarían después de la emoción del torero en la enfermería, consciente que esa vez, quizá más que nunca, el milagro había sido un hecho, que había estado demasiado cerca de la tragedia, que los pitones quisieron bordear, pero y si...
La dureza de esta profesión es extrema...
Roca Rey vuelve esta tarde con Cayetano Rivera, también a la plaza donde hace un año volvió a nacer. El tercero en discordia es Juan Ortega, en lugar de Pablo Aguado, como en aquella cita. Cartel precioso. Los toros de El Puerto de San Lorenzo sustituyen a los de Bañuelos.
La expectación está servida en esta feria, que está siendo una gran feria.
Así lo atestigua la Puerta Grande al natural de Ginés Marín, la vuelta a la vida de Morante, con su extrema fragilidad y su incandescente genialidad, que no es cualquier cosa, ayer vivimos el otro milagro de Tomás Rufo con una corrida de El Pilar, a la que le faltó fuerza pero le sobró una exquisita clase en las telas, y hoy, ya antes de empezar, la emoción de lo vivido hace un año en una de esas tardes que te pasan por encima y no olvidas mientras vivas.