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Arte

¿Vuelven a Grecia los mármoles de Elgin?

El British Museum está considerando un «acuerdo híbrido» con Grecia sobre las esculturas que conserva del Partenón

Varios visitantes pasan junto a los frisos del Partenón en el Museo Británico de Londres (Reino Unido).
Varios visitantes pasan junto a los frisos del Partenón en el Museo Británico de Londres (Reino Unido).Facundo ArrizabalagaAgencia EFE

Se trata, sin duda alguna, de uno de los grandes asuntos que centra la atención de la comunidad museística internacional: el Gobierno de Grecia solicita al British Museum la devolución del los mármoles del Partenón, bajo el argumento de que fueron robados –es decir: sacados ilegalmente de su país de origen– por Lord Elgin. Para los griegos, esta negociación se ha convertido en una cuestión de Estado y, por qué no decirlo, en un blanco ideal para el populismo que tanto campea a sus anchas en nuestros tiempos. Y –seamos sinceros– no es que las reivindicaciones del Gobierno griego no sean legítimas, pero sus repercusiones en el mapa museístico internacional pueden ser de un alcance mayúsculo capaz de reconfigurar las colecciones de los museos de una manera profunda.

El acuerdo sería para que los mármoles pudieran ser contemplados tanto en el British como en Grecia

¿Se imaginan que todos los objetos artísticos expoliados por las potencias occidentales durante los procesos bélicos y el periodo colonial tuvieran que volver a sus países de origen? ¿Qué pasaría con catedrales del arte como el Louvre o el British Museum: resistirían el desprenderse de algunos de sus principales atractivos? Las negociaciones entre el British Museum y las autoridades griegas para la devolución de los mármoles del Partenón han conocido, durante la pasada semana, un giro cuya importancia todavía no sabemos medir. El presidente de la institución británica, George Osborne, desveló, en el transcurso de una entrevista concedida a la BBC, que estaban tratando con el Gobierno griego la posibilidad de un «acuerdo híbrido» para que los mármoles pudieran ser contemplados tanto en el British como en Grecia. De cerrarse este acuerdo, ninguna de la dos partes verían dañados sus intereses: Grecia conseguiría que uno de sus tesoros artísticos se exhibiera en su suelo, y el museo londinense no perdería el que, junto con la Piedra Rosetta, es su gran reclamo.

El problema que entraña este acuerdo es que la referida «solución híbrida» permanecería como asimétrica y abiertamente insatisfactoria para las autoridades griegas, ya que la parte del legado del Partenón que iría para Grecia sería en forma de préstamo, mientras que la propiedad de los mármoles continuaría siendo del British. Y, claro está, el Gobierno de Gracia se niega a aceptar tales condiciones. La opción del préstamo viene impuesta, además, por el marco legal al que está sometido el museo británico: la British Museum Act de 1963 prohíbe expresamente la devolución completa de objetos artísticos a sus lugares de origen. Evidentemente, cualquier ley puede ser modificada, pero es evidente que lo que menos conviene ahora mismo a Inglaterra es alterar un contexto legal que blinda el patrimonio del principal icono de la cultura de aquel país. No es de extrañar, en este sentido, que el Gobierno griego haya dejado claro que no va aceptar otra cosa que no sea la devolución íntegra de los mármoles de Partenón. Un préstamo no dejaría de ser una solución en falso que, además, poco distaría de las fórmulas habitualmente seguidas por las diferentes instituciones museísticas internacionales para dejar salir obra de su colección con motivo de alguna gran muestra. El conflicto está servido. Y no tiene fácil resolución.