Elecciones Galicia

Galiza Nova: el ideario no tan moderado de los jóvenes del BNG

La "quema" de la Constitución como símbolo para alcanzar la “República Gallega” y una enseñanza "totalmente en gallego" forma parte de su ideario político

Quema de la Constitución.
Quema de la Constitución. Galiza Nova

Hace apenas una década, la historia del BNG era bien distinta a la actual. Al menos, en lo que a escenario político y posibilidades de éxito se refiere. El nombramiento de una joven Ana Pontón como portavoz nacional se producía en un contexto abrupto, marcado por la huida del histórico Xosé Manuel Beiras a Anova, que dejaba huérfano de ideas y de peso político a una formación a la que las encuestas daban ya por muerta.

Independencia.
Independencia. Galiza Nova

Sin embargo, todo cambió en las elecciones del 2020, consolidando la figura de una Pontón que, desde entonces hasta hoy, ha tratado de moderar su imagen, dejando en un segundo plano el peso de algunas de sus ideas, aquellas que se corresponden con el relato de una mujer que, a los 16 años, ya militaba en Galiza Nova, organización juvenil del BNG. Y esto, sin duda, imprime carácter.

Basta un rápido vistazo a la web o a las redes de los jóvenes nacionalistas para comprenderlo. Tres temas centran la portada de la página: la problemática de los pélets, que los nacionalistas llegaron a identificar con el Prestige; el apoyo a Palestina –“lo que ocurre en la Franja de Gaza no es un hecho aislado ni coyuntural, sino que forma parte de una estrategia más amplia que tiene por objetivo aniquilar al pueblo palestino”; y la ‘quema de la Constitución’.

Autodeterminación.
Autodeterminación.Galiza Nova

Así, sobre la imagen de una Carga Magna ardiendo, la web de Galiza Nova lo tiene claro: “Nuestra libertad sólo cabe en la República Gallega”. El texto que acompaña a la información, publicada con motivo de la celebración del último Día de la Constitución, no deja dudas: “Denunciamos una constitución heredera directa del franquismo, cuyo legado continúan las fuerzas españolas, y que no es reformable para beneficio de los pueblos y de las clases populares. En definitiva, denunciamos una constitución que nos silencia, que nos oprime y que niega nuestro derecho a existir como nación”.

“Ejercer nuestro derecho a la autodeterminación”

Es el anticipo de un relato que finaliza de modo concluyente: “Debemos salir a la calle a defender nuestro derecho a vivir en democracia, a romper con la Constitución española y a ejercer nuestro derecho a la autodeterminación para romper con el sistema y con el Estado español”.

Porque esta, la independencia, es otra de las premisas que defienden, y a la que aspiran, los jóvenes de Galiza Nova, en una línea similar al nacionalismo catalán, del que confían en alcanzar los mismos objetivos por medios similares. Basta un vistazo a uno de los tuits publicados durante aquella convulsa época del procés y de la aplicación del artículo 155. Aplicación, por supuesto, rechazada por las juventudes del Bloque, cuyo choque frontal se extiende contra “las políticas uniformizadoras e imperialistas del estado español”.

A fin de cuentas, y como recoge el primer artículo de los estatutos, su función básica es la organización y movilización de la juventud de para vertebrar un movimiento “comprometido con la liberación nacional y la transformación de nuestra sociedad”.

Movimiento, eso sí, que bebe del ideario del Bloque, compartiendo sus objetivos, tal y como deja constancia el segundo punto de esos mismos estatutos: “Galiza Nova asume como propio el programa del frente patriótico Bloque Nacionalista Galego, constituyéndose en la teoría y en la práctica política en la Organización Juvenil o Juventudes del BNG, elaborando y desarrollando en este marco su programa de actuaciones específicas”.

Independencia.
Independencia. Galiza Nova

Programa que atiende, por supuesto, a la promoción de la lengua gallega, hasta el punto de que entre los deberes que aceptan como militantes está el de “emplear el idioma gallego”. Defensa que enraíza con una de las polémicas de esta campaña autonómica, en la que la propia Ana Pontón, durante el debate de la TVG, no llegó a responder a la pregunta de Alfonso Rueda sobre si su programa recogía el uso obligatorio del gallego en la enseñanza.

La respuesta es afirmativa –“elaborar un modelo de inmersión lingüística con el objetivo de conseguir la plena normalización lingüística y una enseñanza totalmente en gallego”, reza el programa-; algo lógico en el ideario nacionalista, pero que no resultaría tan democrático, rompiendo esa línea argumental del Bloque que tantos buenos frutos les está dando en los últimos años: la de suavizar con buenas formas un ideario que, a la vista, de lo que muestran sus juventudes, continúa siendo igual que antes.