Toni Bolaño
Victorias pírricas
No será lo mismo ganar con 150 diputados que con 137
Mucho tendría que cambiar el panorama el 23J. A tenor de las últimas encuestas, el PP necesitaría de los ultras de Vox para tener la mayoría absoluta. Por este motivo, las palabras de Alberto Núñez Feijóo tienen mayor relevancia. «Lo más importante es no mentirle a la gente y tener un criterio. Mi criterio es: donde necesitamos el sí de Vox, lo lógico es que Vox esté en el Gobierno».
«Lo más importante es no mentirle a la gente», dice el líder del PP, lo que deja a los pies de los caballos a María Guardiola, la futura presidenta de Extremadura que en apenas unos días abandonó con armas y bagajes la línea roja que ella misma se había trazado. «Tener un criterio», continua Núñez Feijóo para rematar: «Donde necesitamos el sí de Vox, lo lógico es que Vox esté en el Gobierno». El presidente de Murcia, López Miras, debe oír estupefacto estas declaraciones. Algo parecido sintió cuando el criterio de su líder era otro, cuando fijaba porcentajes. En Valencia entraba la ultraderecha con el 12%; en Extremadura, no, porque solo cosechó un 8%. En Murcia, casi el 18%. Si López Miras sigue el criterio de Feijóo, debería dejar entrar a Vox en su Gobierno. De momento, no parece que tenga intención.
En Baleares, la alquimia política de Marga Prohens ha evitado la entrada de la ultraderecha en el Ejecutivo autonómico, pero los de Abascal se llevan un buen botín. Presidencia del Parlamento y entrada en los Consells de Mallorca y Menorca. Necesitaba el sí de Vox y el PP lo ha obtenido sin necesidad de dejarlos entrar en el Ejecutivo. No es, sin duda, el criterio de Feijóo. Jorge Azcón, en Aragón, trabaja en la misma dirección de Prohens, buscando la abstención de la ultraderecha. Les ha dado la presidencia del Parlamento autonómico sin desvelar cual será el trámite final. Según el criterio de Feijóo, debería entrar Vox en el Gobierno siguiendo la senda de Valencia, Extremadura, Castilla y León y más de cien ayuntamientos.
En conclusión, el criterio de Feijóo deja las carpetas abiertas para el 23J. La filtración de que el líder popular trabaja en un Ejecutivo con 14 ministros y una vicepresidenta queda en evidencia ante la necesidad de contar con Abascal. Estos vaivenes han tocado la senda de crecimiento de los populares en los sondeos. Nadie pone en cuestión su victoria, pero el fantasma de Pirro se cierne sobre las huestes populares. Las victorias pírricas dejan demasiadas heridas. No será lo mismo ganar con 150 diputados que con 137.
Sus antagonistas, el PSOE, acarician la idea de una dulce derrota que les permita ser relevantes. La derrota es derrota por muy dulce que sea. Pedro Sánchez ha recuperado posiciones, pero, según todos los indicadores, dejando en las raspas a Sumar. La sangría de votos perdida en su electorado más centrado se ha taponado, pero solo en parte. El saldo sigue siendo negativo para las entradas de voto frente a las salidas. A pesar de tener el viento de frente, Sánchez ha insuflado fuerza y sitúa las expectativas por encima de los 100 diputados. Exiguo botín para poder formar gobierno. Por si acaso, el jarrón chino por excelencia le ha enviado un recado. Felipe González se ha puesto al frente del eslogan «que gobierne la lista más votada», el mismo que hizo perder a Susana Díaz las primarias de 2017. Sánchez ganó con la militancia detrás. ¿Lo sabe Felipe?
Los socios del PSOE no pasan por un buen momento. Los vascos, midiendo sus fuerzas de cara a las autonómicas del próximo año, y los catalanes, enzarzados en una guerra fratricida para dilucidar quién es el primero de la clase. Si es Junts el ganador, ERC se tirará al monte. Si es ERC, el precio del apoyo subirá enteros, y más con la victoria que se avecina del PSC, que recupera el liderazgo perdido en 2011. Y Sumar, nada contracorriente. Feijóo lo tiene fácil si no se empecina en el error. Recuerden a Pirro.
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