Elecciones

Casado se lanza a descapitalizar Ciudadanos

Génova absorberá cargos del partido naranja en sus listas, como el caso de Lorena Roldán, para liquidar a los naranjas en las próximas autonómicas y municipales

Pablo casado, presidente del Partido Popular (PP), ofrece una rueda de prensapara hacer balance del año 2020 en la sede de la Calle Genova.
Pablo casado, presidente del Partido Popular (PP), ofrece una rueda de prensapara hacer balance del año 2020 en la sede de la Calle Genova.Angel NavarretePool

Cataluña es sólo el principio del asalto que Génova cree que está en condiciones de poder ejecutar sobre Ciudadanos (Cs) en los próximos procesos electorales previos a las generales. Las listas serán el enganche para «vaciar de capital», o al menos eso planean en la dirección popular, a la formación naranja con «un doble coste» para los de Inés Arrimadas: el debilitamiento de sus estructuras territoriales, mucho más frágiles que las del PP, y el desgaste nacional que se deriva de ver «que la gente empieza a abandonar el barco porque asumen que se hunde».

La última encuesta de NC Report, que ayer publicó este periódico, avala, sin embargo, la tesis de que, por ahora, Arrimadas está consiguiendo sostener sus siglas en medio del vendaval. Este sondeo concede incluso a Cs la posibilidad de mejorar en un escaño su representación parlamentaria. Es la foto de un momento en el que Arrimadas se ha significado por su estrategia de mantener tendida la mano al PSOE frente a las críticas de la derecha y de algunos sectores de su partido, y ésta es, además, la excusa del PP para precipitar el futuro abordaje y saqueo de las arcas naranjas.

En Génova dicen que la fuga de cargos de Cs a sus siglas es la «puntilla final» para un proyecto que nació en otro contexto y que ha perdido su razón de ser en cuanto no puede hacer oposición al PP de Rajoy, sino «a un PP renovado y ajeno a la corrupción del pasado». «La corrupción es lo que les hizo fuertes frente a nosotros. Ahora ya no tienen razón de ser y el proyecto está acabado», sentencia un miembro del Comité de Dirección popular. Una precisión: que al PP de Casado le queda todavía por delante el «caso Kitchen» y el juicio de «Gürtel» para romper por completo las cadenas con ese «pasado» que siempre que vuelve les penaliza de alguna manera.

Casado cuida las formas con Cs y en su versión oficial no se aparta del discurso de que su relación con Arrimadas es buena y que confía, plenamente, en la colaboración de los dos partidos a nivel autonómico. Pero por detrás, al mismo tiempo, cierra el fichaje de la diputada naranja del Parlamento catalán Lorena Roldán o de Eva Parera, concejala del grupo en Barcelona de Manuel Valls, ex primer ministro francés. Atrás quedan los intentos de Casado de buscar a Valls para concurrir juntos a unas elecciones catalanas o su decisión de enarbolar la bandera de España Suma, la unión del voto constitucionalista sin renuncias en siglas.

El PP se siente ahora tan fuerte como para rectificar esta estrategia anterior y colaborar en la división del centro derecha, desde el convencimiento de que «la convergencia democrática y constitucionalista» se decantará por la fuerza de los hechos a favor de ellos sin necesidad de tener que hacer cesiones como las que se derivaron de la coalición con Cs en el País Vasco, y que sólo revirtió en beneficio de los naranjas porque los resultados de la suma fueron peores que los que tenía el PP en solitario, y Cs consiguió entrar, sobre la espalda del PP, por primera vez en el Parlamento autonómico.

A partir de que se celebren las catalanas, el PP pondrá el ojo en los siguientes comicios, que salvo sorpresa serían las autonómicas y locales del 23, para seguir propiciando en ellos episodios de «transfuguismo» de las siglas naranjas a las suyas. Las elecciones locales son el marco más favorable para implementar esta ofensiva y el «gancho» empiezan a tirarlo con tiempo por la vía de fomentar las buenas relaciones sobre el terreno con los representantes naranjas. El proceso de convencer al contrario tampoco es difícil, detallan en Génova, cuando se trata de «ofrecerles mantenerse en política a través de un puesto en una lista, y sabiendo que en el proyecto no hay diferencias significativas». «El centro y los pactos a derecha e izquierda pasan a un segundo lugar cuando se trata de la supervivencia o no en política», sentencian los populares, en una visión descarnada de lo que se esconde tras los rituales que sostienen la escenografía del juego político.

Las encuestas también confirman que la fuga de voto naranja al PP sigue al alza, y en Génova dan por hecho que no tiene marcha atrás porque en un contexto de tan fuerte polarización el votante de Cs «no puede perdonarle a Arrimadas que le haga guiños a Sánchez». Realmente, Arrimadas se lo juega al todo o nada a esta estrategia, y es cuestión de tiempo que se confirme si hay espacio para el partido que nació con este propósito de bisagra y que llegó a tener en sus manos la llave de la gobernabilidad, con el lastre de que hoy parezca inviable que vuelva a recuperar esa fortaleza. Justo Cs tiene un problema de utilidad, que sus escaños no son suficientes para mediar entre bloques en tanto Podemos mantenga el veto, y esto hace que el discurso de mano tendida de Arrimadas acabe chocando con una realidad frustrante y que «sólo puede llevar a la melancolía al votante», apostillan en el PP.

Génova se siente tan dueña del poder frente a Cs que ni siquiera teme por los gobiernos autonómicos ya que sus tesis es que, si Ciudadanos desestabiliza las coaliciones de Madrid, Andalucía, Castilla y León o Murcia, «el coste lo pagarán ellos». «Es un partido que entra en saldo». A partir de este análisis, el futuro, según el PP, pasa por «la desamortización» de Ciudadanos en las elecciones locales, y también autonómicas, para «rematar» en las elecciones generales, en las que los populares asumen que cada sigla concurrirá por separado. «Lo lógico es la absorción previa, pero éste un paso que cuesta mucho dar a un partido, aunque esté ya en fase de clínicamente muerto».