Agenda catalana
El Gobierno reunirá en enero la «mesa de diálogo»
Moncloa mantiene la hoja de ruta en su relación con ERC, reforzando su entente con «avances», a pesar de las últimas polémicas
El Gobierno mantiene intacta su hoja de ruta para Cataluña, inmune a las circunstancias y polémicas externas que puedan contaminar la relación. Pedro Sánchez viajó a Barcelona el pasado 15 de septiembre para participar en la segunda convocatoria de la «mesa de diálogo» con la Generalitat y reforzar así la entente con Pere Aragonès de cara a un futuro que se extiende más allá de la presente legislatura. En aquella reunión, que sirvió para consolidar las bases de su relación simbiótica, ambas partes se emplazaron a seguir trabajando y concretar encuentros «discretos» que despejaran la presión y los focos que acaparan unas convocatorias de las que no se esperan, a corto plazo, resultados tangibles. Desde entonces, el hermetismo ha sido total. Fuentes de Moncloa aseguran que se están registrando «avances», pero evitan concretar un calendario de nuevas reuniones públicas. Sin embargo, según ha podido saber LA RAZÓN de fuentes de la negociación, Gobierno y Generalitat tienen previsto reunir de nuevo la «mesa de diálogo» tras las fiestas navideñas.
Despejado el camino de la recta final de 2021, en el que el Ejecutivo tiene como absoluta prioridad la recuperación económica, a inicios de 2022 se retomará la agenda catalana. Pedro Sánchez está volcado ahora en conseguir que la promesa de una «recuperación justa», de la que Moncloa ha hecho bandera, se materialice. En lo que resta de mes, el Consejo de Ministros –que multiplicará sus reuniones– deberá aprobar las reformas que le pide Bruselas y canalizar los fondos europeos en diversas iniciativas que sirvan para espolear una recuperación que no acaba de consolidarse.
Superado este horizonte temporal del 31 de diciembre, las citadas fuentes sitúan en enero la próxima convocatoria de la cumbre bilateral entre Gobierno y Generalitat. Desde el Govern apuntan a principios del mes (aunque también hay voces que apuestan por alejar la mesa de diálogo del ruido que generan los Presupuestos por temor a que pueda acabar todo dinamitado), mientras que desde el Ejecutivo central recuerdan que en esas fechas está prevista la Conferencia de Presidentes y que este evento tiene prioridad. Verse con Aragonés antes que con el resto de mandatarios autonómicos le daría al presidente de la Generalitat la coartada para no acudir al foro multilateral. Precisamente, uno de los síntomas de normalidad institucional que Moncloa quiere recuperar en su deshielo con la Generalitat es que Cataluña deje de ausentarse de estas citas. La reunión de los líderes territoriales, que estaba inicialmente fijada para diciembre, se retrasó a enero por cuestiones de agenda, ya que también está previsto que acuda a la isla de La Palma el Rey Felipe VI.
En Moncloa quieren explotar al máximo la, cada vez más evidente, fractura en el independentismo, que se ha recrudecido ahora a raíz de la negociación presupuestaria. Buscan aprovechar esta falla para consolidar su relación con Esquerra, alejándole de Junts, y seguir cultivando un entendimiento futuro que pueda desarrollarse en paralelo en Madrid y Barcelona. El liderazgo de los trabajos por parte de Moncloa lo lleva el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, que es quien ayer se puso también al frente de la reunión de control de daños que se celebró con ERC para intentar reconducir la situación y rebajar la tensión generada por la ley audiovisual. Desde las filas socialistas son optimistas sobre la posibilidad de acercar posturas y recuerdan que sus socios «saben que cumplimos nuestros acuerdos y esta vez también va a ser así».
Por su parte, desde Esquerra mostraron ayer su insatisfacción con la ley del audiovisual aprobada por el Gobierno, una norma que se ha convertido en icónica para los republicanos, ya que pretenden blindar el catalán en plataformas como Netflix o HBO. Tras la aprobación del proyecto de ley en Moncloa, Gabriel Rufián salió en tromba para criticar que las compañías audiovisuales extranjeras no incluyeran la obligación de producir un 6% de sus contenidos en catalán (cuota solo reservada para empresas españolas, como Movistar o Filmin) y amenazó con tumbar los Presupuestos del Estado para 2022, ahora que ya han superado la fase del Congreso y se encuentran en el Senado.
A pesar de la amenaza de Rufián del martes, desde las filas republicanas se trataba ayer por la mañana de enviar señales de calma y se daba por hecho que habría un acuerdo con el Gobierno que permitiera contentar a ambas partes. De hecho, desde la dirección en Barcelona se ha intentado guardar silencio y ha habido voces que comprendían en cierta medida los problemas que tiene el Gobierno para satisfacer sus demandas porque, según aducen, en la Moncloa están interesados en que empresas audiovisuales como Netflix se instalen en España y tienen que hacer equilibrios. Un mensaje y una actitud desde la sala de máquinas que prácticamente enmienda la plana a Rufián. Pese a este escenario originado con la ley audiovisual, la hoja de ruta del Govern con la mesa de negociación se mantiene.
Contactos muy fluidos
Desde la Generalitat se defiende que los contactos con el Gobierno para preparar la segunda reunión están siendo muy fluidos y se están dando avances. En el Govern explican que, más allá de la autodeterminación y la amnistía, se están abordando múltiples frentes institucionales. Uno de ellos es la inmersión lingüística, que ha vuelto a estar en el centro del tablero después de que el Tribunal Supremo haya avalado una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que obliga a imponer un 25% de las clases en Cataluña en castellano. En el Govern creen que esa sentencia no se acabará aplicando porque la potestad para ejecutarla es de la propia Generalitat y dan por hecho que desde el Gobierno no se instara a aplicarla. En todo caso, la cumbre entre gobiernos prevista para principios de año se producirá también tras las distintas reuniones técnicas que se han ido produciendo desde septiembre para abordar cuestiones de gran calado, como el traspaso de Rodalies, una demanda histórica del nacionalismo catalán.
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