Cambio de estrategia
El Gobierno reincide en su ofensiva contra Ayuso
Tras la debacle andaluza, el Ejecutivo ha pasado al «cuerpo a cuerpo» contra el PP y algunas fuentes lamentan que se le de «tanto foco» a la presidenta
La debacle de las elecciones andaluzas ha tenido un efecto catártico para el Gobierno, asimilable al que supuso el varapalo de la Comunidad de Madrid. En ambos casos, el PSOE perdió la primera fuerza que había conseguido en la anterior convocatoria electoral, con la trascendente diferencia de que Andalucía era, hasta entonces, un bastión histórico del socialismo, no asimilable a la región madrileña en la que no gobiernan desde hace más de 26 años.
Uno de los diagnósticos que derivó del 4-M –en el que el Ángel Gabilondo rompió el suelo electoral del partido y se vio sorpasado por Más Madrid– fue que había fallado la estrategia de confrontación directa con Isabel Díaz Ayuso. En Moncloa reconocían que había sido un «error» elevar a la presidenta de la Comunidad de Madrid a la condición de líder de la oposición, concediéndole un trato de igual a igual que buscaba debilitar la posición de Pablo Casado.
Aquella estrategia solo sirvió para dar alas a Ayuso, que fue capaz de canalizar en las urnas el voto de castigo al Gobierno central y a Pedro Sánchez, aunque no se presentara a las elecciones, después de lo más duro de la pandemia. Uno de los hitos de esta infausta hoja de ruta fue la celebración de la «cumbre de las banderas» que Sánchez protagonizó con la presidenta madrileña, acudiendo a la Puerta del Sol, con una escenografía más propia de una reunión bilateral entre jefes de Estado o de Gobierno.
No fue el único. Ejecutivos central y autonómico se cruzaban, prácticamente a diario, continuos reproches y críticas en los medios de comunicación. Quien marcaba la agenda comunicativa del Ejecutivo era la Comunidad de Madrid. Tras el 4-M, Moncloa asumió el error y cambió drásticamente su forma de dirigirse a Ayuso, pasando a ignorarla. Ya no se daba pábulo a ninguno de sus movimientos por controvertidos que fueran.
Sin embargo, tras la catástrofe andaluza esta estrategia ha cambiado, reincidiendo en la inicial, a pesar de que se reconociera fallida. El Gobierno entró al choque con Ayuso a cuenta de las becas para las rentas de 100.000 euros. Quien lideró la ofensiva fue la ministra de Educación, Pilar Alegría, cuya vehemencia no pasó desapercibida para los ideólogos de los cambios internos en el partido, que la han acabado aupando a portavocía del PSOE. Fuentes gubernamentales sostenían que no se iba a desaprovechar la ocasión de desgastar al PP con una cuestión que, consideran, «les ha pasado factura».
En el Ejecutivo han optado ahora por entrar «al cuerpo a cuerpo» con los populares para evitar que siga calando la idea del cambio de ciclo. «Nos vamos a defender. No puede ser que los nuestros vean que siempre recibimos y nunca golpeamos», sostienen, revolviéndose. Otras fuentes, sin embargo, sí cuestionan que se ponga «tanto foco» en la presidenta madrileña, «porque le hacemos el juego».
El último ejemplo de salida en tromba del Gobierno contra Ayuso se produjo ayer a cuenta del plan de ahorro energético que aprobó el lunes el Consejo de Ministros y que prevé limitar la iluminación de los edificios públicos. «Por parte de la Comunidad de Madrid no se aplicará. Madrid no se apaga. Esto genera inseguridad y espanta el turismo y el consumo. Provoca oscuridad, pobreza, tristeza, mientras el Gobierno tapa la pregunta: ¿qué ahorro se va a aplicar a sí mismo?», escribió Ayuso en un mensaje en su cuenta de Twitter, a modo de respuesta al anuncio.
Anticipando una posible insumisión, antes de que la propia presidenta lo explicitase públicamente, los periodistas ya preguntaron a Teresa Ribera en la rueda de prensa en la que presentó el plan, si esperaba la rebelión de alguna comunidad autónoma. «Sería una temeridad, una insolidaridad y un desubique que un responsable público pueda decir que no está dispuesto a hacer ningún esfuerzo para compartir la parte que nos corresponde, con respecto al resto de Europa, en medidas que son asumibles», dijo entonces la vicepresidenta tercera, anticipando el reproche.
En la misma línea se pronunció ayer el presidente del Gobierno y todos los ministros que concedieron entrevistas en los medios de comunicación. Una estrategia coordinada para dibujar a Ayuso como una presidenta insolidaria y egoísta que se opone a las medidas que se están aplicando de manera coordinada en toda Europa. Sánchez cargó duramente contra la presidenta madrileña a la que recordó que «la ley se cumple», en referencia al real decreto ley aprobado el lunes. A renglón seguido, pidió «huir de cualquier comportamiento egoísta y unilateral», en referencia a la actitud de la líder madrileña.
No en vano, el grueso de la comparecencia, tras despachar con el Rey Felipe VI en el Palacio de la Almudaina, lo dedicó a defender sus medidas y apelar a la solidaridad europea para hacer frente a la amenaza de Putin y su chantaje energético. En este sentido, hizo un paralelismo con la pandemia, al asegurar que España recibió ayuda de los países miembros durante la crisis sanitaria y ahora hay que responder con reciprocidad en plena crisis económica y energética.
No fue el único pronunciamiento del Ejecutivo en este sentido. Varios ministros, en distintas entrevistas, arremetieron contra Ayuso por cuestionar el plan de ahorro. En RNE, la titular de Derechos Sociales, Ione Belarra, calificó su «oposición frontal» de «enormemente irresponsable»; la vicepresidenta de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, aseguró que «ya estamos acostumbrados a este tipo de respuestas de la señora Díaz Ayuso, que siempre demuestra egoísmo y falta de solidaridad», dijo en la Cadena Ser. A estas críticas se sumó la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, que acusó a la presidenta de tener una visión «egoísta e insolidaria» en TVE.
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